sábado, 22 de noviembre de 2014

PALABRAS PÍSTIKAS



Todos hacemos las cosas que hacemos por razones diferentes. Los que escribimos también. 

Algunas veces  nos gusta hacerlo para contar un cuento que inventamos o para que nos ayude a pensar en las cosas que nos preocupan. Eso es fácil, porque lo hacemos sin pensar mucho quien las va a leer, sólo las ponemos para afuera de nosotros y las dejamos volar donde quieran ir como pájaros que salen de la jaula abierta.

Como globos que se van llenos de nuestro aire.

Pero hoy es diferente. Un amigo me dijo que escribiera algo para unos niños que van al mismo hospital dónde él va y he tenido que leerme el diccionario entero tres veces para encontrar las palabras más Pístikas de todas. Tal vez no sepas que son esas palabras, por eso te lo voy a explicar. Son unas palabras especiales que se esconden entre las otras y hay que saberlas buscar, porque son como los cochecitos o el bolsito de la muñeca, que aunque están dentro de la casa, algunas veces no los encontramos. Porque son pequeños y se nos olvida donde los dejamos, o porque la abuela cambia las cosas de sitio o por lo que sea.

Lo importante es que las palabras Pístikas tienen un poder especial, sirven para hablar de cosas que dan miedo o que no son demasiado buenas sin que tengamos que sentirnos demasiado mal. No te voy a engañar diciendo que son mágicas porque la magia es cosa de cuentos para niños, y aunque tú eres un niño lo que te está pasando es muy real y mereces palabras reales, de gente grande.

Sé que estás mal y que las medicinas que tienes que tomar parece que funcionan muy raro, que cuando termina la quimio sientes mareos y muchas veces  ganas de vomitar. Sé que el pelo se cae y eso no es muy gracioso que digamos y sé que es muy difícil todo lo que está pasando. 

Cuando las cosas no son fáciles, algunas veces nos enfadamos o nos dan ganas de llorar y eso tampoco es demasiado guay. Sentirse así. Cuando te pongas bueno y pasen unos meses te acordarás de esta fase y  mirarás las fotos y a lo mejor te hace gracia, pero mientras está pasando entra poca risa. 

Lo que mas fastidia es no entender porqué te esta pasando precisamente a ti y a lo mejor has intentado adivinar si lo que te pasa es una especie de castigo por haber cogido unas monedas del bolso de mamá o por haberle tirado del rabo al gato  o cosas peores como hacer llorar al bebé en la cunita.

Pues ya te voy avisando que no. Que puedes quitar eso de tu cabeza. Las enfermedades no son castigos para gente que hace cosas malas. Si fuera así todos esos políticos de los que los mayores hablan  estarían ahí contigo haciendo su sesión de radio. Repito, quítate eso de la cabeza. Tú no has hecho nada malo para que te pase algo malo, sencillamente las cosas malas existen y algunas veces nos toca luchar contra ellas.

Como las cucarachas. Nadie las invita, pero de vez en cuando aparecen. Y no es que las cucarachas sean malas, es que dan asco y no nos gustan a la mayoría de la gente. ¿A mamá le dan miedo? A lo mejor sí, a muchas mamás las hace gritar como locas. A mí misma me daban miedo, hasta que me vine a vivir a Brasil. Aquí también las hay y son tan duras que no se mueren de un solo zapatazo como las que tú conoces. A estas hay que darles por lo menos siete veces para que se desmonten. Por eso, por lo difíciles que son de matar que les perdí el susto y  pasé a tenerles rabia.

Tal vez eso sea bueno cuando tenemos que enfrentar algo demasiado difícil de ganar, como te pasa a ti. Que estás enfrentando una situación muy complicada y sentir un poquito de rabia tal vez te ayude a tener mas valor. Todo lo que ayude a vencer es bueno. 

El valor es algo muy importante que sirve para muchas cosas. Te ayuda mucho y ayuda a los que están contigo. A los otros niños, a los padres, a las madres, a los hermanos... a todos. Es contagioso como la tos, y cuando está flotando dentro de un cuarto pasa de unos a otros y todos se ponen más valientes. Y para luchar esa lucha que estás luchando...  es mejor ser valiente porque no hay alternativas. No puedes decir que no. Te ha tocado decir que sí  muy pronto a cosas serias, y sé que no estás solo. 

Tienes un ejercito contigo y tu valor ayuda a los demás a ser los mejores. Cualquier ejercito tiene que ser valiente. Imagínate un ejercito de llorones. Nadie los tomaría en serio. 

Las  batallas no las escogemos, así como tu no escogiste estar ahí, pero sí podemos escoger la manera de luchar en ellas y a mí me gustaría imaginarte como el más valiente de los valientes. Me han dicho que además de tu familia y otros niños como tú, en tu hospital hay unos médicos y unas enfermeras y enfermeros super Pístikos. Ellos saben muy bien como enfrentar lo que te está pasando. Han estudiado mucho para eso. Sé que te caen bien porque hasta a la hora de las inyecciones intentan ser simpáticos contigo. Sonríen, hacen bromas, traen caramelos en los bolsillos y algunos saben hacer trucos de magia. Es su trabajo, pero un trabajo tan importante que los convierte en personas especiales. 

Por eso se llaman especialistas.

Y  así se llaman los niños pístikos  como tú: Niños especialistas. 

Niños que aprenden desde chicos  a ser valientes y a tener paciencia con las cosas malas. Niños  que un día podrán ser los mejores adultos para cuidar de todos, para alegrarnos. Los mejores conductores de autobús, los mejores camareros, los mejores poetas.

Los mejores amigos de las personas normales que necesitamos  gente como tú para inspirarnos. Gente especialista con alma de artista.

Un beso muy grande para ti. 


Isabel Salas