El ruidito del agua del río, te obliga a parar. Te hace dejar de correr por unos momentos y te pones a mirar como corre él.
Ese ruido que corre lleno de agua.
Esa agua que corre llena de ruidos.
Un ruido de aguas milenarias que han visto de todo, desde lenguas de dinosaurios hasta los cascos de los caballos de los hunos, han visto miles de niños nadando y han mirado a los ojos de los vikingos y de los mamuts.
Son todos los ruidos, de risas , mugidos, juegos y muerte que escucho cuando escucho el jaleo del agua del río. Por eso me paro y lo miro. Lo miro y lo escucho. Porque un día me llevará a mí también, mis ruidos se irán con los otros y la canción del río tendrá una parte mía que alguien escuchará mirando el agua cuando yo ya no esté.
Isabel Salas