domingo, 5 de febrero de 2023

LLAVES DORADAS

  



Llegó a la puerta de la casa aliviada de estar a sólo unos metros del baño y dejó las bolsas del mercado a sus pies,  en el suelo,  para poder buscar las llaves en el bolso. Los dedos le dolían, insensibles por haber estado tanto tiempo en la misma posición sujetando el peso de las compras, dedos de garra, entumecidos, ni conseguía estirarlos del todo. También le dolía la espalda, y para ayudar, el interior del bolso estaba tan lleno de objetos inútiles que no conseguía encontrar las malditas llaves. 

Sus dedos atontados no ayudaban, la mano que mantenía abierto el bolso parecía la del capitán garfio hormigueante y la que revolvía dentro, en vez de dedos sensibles, capacitados para identificar al tacto objetos supuestamente familiares, parecía que tenía colgando platanitos extraterrestres sin tacto incapaces de reconocer ninguna de las formas raras que encontraban en aquel revoltijo, mientras desesperados, intentaban localizar el llavero.

Las ganas de orinar siempre se incrementaban conforme se acercaba a la casa desde cualquier dirección, a partir de los doscientos metros se hacían insoportables y parada en la puerta no podría aguantar mas de quince segundos más.

 Y las llaves, por Dios, dónde estaban esas  llaves de mierda.
¿Las habría dejado en el mercado?
Se acordó.

Las había guardado estratégicamente  en el bolsillo de atrás del pantalón precisamente  para evitar tener que buscarlas al llegar a la puerta del bloque  y perder aquellos segundos preciosos. Por su mala memoria, allí estaba ella viviendo este momento  dramático , con las piernas apretadas en forma de equis, deseando dar inicio al baile mágico de la Sagrada Incontinencia, ese bailecito ridículo que precede a la rendición. La alegría de recordar dónde estaban las llaves,  le dio varios nanosegundos de prórroga. 

Seguía dispuesta a bailar si hacía falta pero estaba controlando bien  el impulso danzarín y esto la hacía sentirse muy contenta ya que ese es el último recurso de la dignidad femenina incontinente.
Antes bailar que mear.
Pero mejor no, porque una vez que empiezas ya no puedes parar el movimiento.
Las bolsas seguían en el suelo, pero la llave ya estaba en la mano derecha. Bien. Sólo necesitaba coordinar correctamente los próximos movimientos ignorando el desespero por entrar, para no liarse. Ya estaba inclinándose para recuperar las bolsas cuando la puerta se abrió. 

Era Pedro quien estaba saliendo.
Él, al verla  a pocos centímetro de la entrada, galantemente permaneció parado, sujetándole la puerta para que ella entrase.
Qué guapo.
El vecino nuevo.
Llevaba varios días encontrándoselo al subir o al bajar. Sabía que se llamaba Pedro por el nombre en el buzón. Sabía que vivía solo, y que estaba de muy buen ver. Ese  típico vecino apetecible, que si por ventura resultara no ser homosexual, podría resolver alguna emergencia doméstica llegado el caso, pero vaya por Dios encontrárselo en estos momentos.

Pedro le seguía sujetando la puerta y ella cogió las bolsas descruzando las piernas. Imposible pasar delante de él caminando con las piernas cruzadas. En casos así existe la opción de andar  dando pasitos cortos como de chinita antigua, que es casi tan eficaz como el paso arrastrado  de piernas  cruzadas, en el cual la pierna que va delante es siempre la que avanza, como deslizándose y la pierna de atrás es arrastrada como un apéndice sin vida.

Por la presencia inesperada de aquel hombre servicial, se vio obligada a adoptar la modalidad del mini paso, y sin pensarlo más lanzarse a la aventura.
Pasó a su lado inclinada,  esperando por todos los santos celestiales que no se le escapase ni un poquito. Mirando fijo el suelo completamente concentrada en su misión.
Que vergüenza sería San Leopoldo por Dios  dejar escapar ni que fuese una minigota.
Mini paso.
Mini mierda...deja de pensar en eso, minirayos, ya falta menos.

Al pasar ella por la puerta los dos se rozaron levemente, ese típico roce  accidental de gente en la misma puerta.
Ella sintió su olor. Olía  bien.
Pero no podía entretenerse en ese momento con esas consideraciones. Su único pensamiento era llegar al cuarto de baño y cuando él le dijo hola, ella que ya se había alejado unos pasos y estaba en medio del portal, se dio cuenta de que con las prisas y el aturrullamiento que la aparición de él como representante de Porteros Voluntarios sin Fronteras, se había puesto las llaves en la boca y no podía decir nada. Las bolsas estaban de nuevo en sus manos y soltarlas para sacarse la llave significaba inclinarse y eso era imposible. Responder con las llaves en  la boca tampoco parecía buena idea, así que se volvió despacio intentado  mantener la calma.

Lo que menos esperaba Pedro al sujetarle la puerta  a la vecina es que la mujer pasase por su lado sin levantar los ojos y sin decir nada, ni gracias. Sabía que se llamaba Begoña porque había mirado su nombre en el buzón. Un poco por guasa y otro poco porque le gustaba que le dijeran gracias cuando hacía una gentileza, hizo cuestión de saludarla, y cuando ella se volvió con sus dos brazos llenos de bolsas y una llaves en la boca, casi soltó una carcajada.

Casi, porque al verle los ojos,  creyó ver en ellos el brillo del odio y esto lo despistó un poco. ¿Porqué me odia ésta? Que él recordase no la había visto nunca hasta mudarse al edificio la semana anterior.
Pero sí, aquella mujer parecía mirarlo con odio o al menos con rabia y su natural curiosidad le hizo preguntar con su mejor sonrisa:
- ¿ Nos conocemos?

Cual era el recurso inaudito con que él esperaba que ella respondiese con la boca llena, jamás se supo. Nunca nadie echó tanto de menos no tener unos ojos con super poderes fulminadores de gilipollas como ella en ese momento fatal. Al volverse había perdido la concentración y para sujetar el chorrito que se le salía solo le quedó el recurso desesperado de inclinarse bruscamente hacia delante mientras cruzaba las piernas de nuevo.

Pedro observó el giro de la vecina, sus ojos brillando de rabia-odio y enseguida una especie de reverencia real improvisada que ella le estaba haciendo sin decir nada.
Así se quedaron los dos  unos instantes.
Ella ajena a todo, con sus bracitos  en forma de croassant y la cabeza inclinada ante aquel hijo de puta sin entender muy bien como la situación había degenerado hasta ese extremo.
Él, sin saber si despedirse, decir algo más o callarse ante aquel  espontáneo homenaje.

Entonces los acontecimientos se precipitaron. Ella abrió la boca y las llaves cayeron. El primer impulso de Pedro fue avanzar unos pasos para cogerlas, pero antes de que llegase cerca, la mujer levantó la mirada y le dijo:

- Ni se te ocurra.

Como en cualquier situación desesperada, ella inventó una salida desesperada en los pocos instantes que duró la reverencia. Un plan improvisado que se dispuso a llevar a cabo sin demora. Con la rapidez de Speedy Gonzalez, avanzó hacia él, le entregó las bolsas que él tomó en un acto reflejo, dio dos pasos para atrás, se agachó para coger las llaves y desde aquella postura atlética de corredor salió en disparada escaleras arriba.

Mientras subía le gritó con la voz más natural posible, ven, sígueme Pedro, tengo una sorpresa para ti, segundo C, cuidado con los huevos. Él constató que realmente entre las cosas que parecía haber en las bolsas del mercado se notaba un cartón de huevos, y ese detalle concreto y palpable hizo que todo el resto de la situación le pareciese menos demencial. 

Todos sabemos que hay que tener cuidado con los huevos, así que empezó  a subir la escalera cuidadosamente preguntándose ingenuamente que sorpresa ella tenía preparada.
Llegó a la puerta del apartamento y la encontró  abierta de par en par. Desde el fondo del pasillo una voz gritó,  entra, deja las bolsas ahí mismo, ya voy.

Begoña en realidad, se estaba quitando la ropa. Al final se había mojado, en el baño no tenía ropa de reserva y como salir desnuda de cintura para abajo envuelta en una toalla le pareció raro, pensó  desnudarse del todo y liarse en el albornoz mientras imaginaba que regalo podía darle a aquel sujeto.

Cuando ya iba a salir del baño analizó que sería extravagante salir seca y envuelta en el dichoso albornoz. Decidió por tanto ducharse para salir mojada y que pareciese todo más natural.

En la sala, Pedro aguardaba en pie sin entender muy bien la situación. Cuando la vio venir por el pasillo con su mejor sonrisa, recién duchada y caminando hacia él, su mente cinematográfica dijo "Hostias, ésta quiere algo, viene desnuda y recién bañada. Está clara cual es la sorpresa".

Así que le dedicó su sonrisa mas seductora de macho alfa de la comunidad. Ella estaba dirigiéndose decidida hacia él porque se había acordado que en la cocina tenía un turrón o dos y un vino que habían sobrado de la cesta de Navidad. 
Mientras se duchaba había decidido regalarle los turrones y la bebida, decirle que era una costumbre del bloque recibir así a los nuevos vecinos y que ella se sentía mal por haberse cruzado varias veces con él sin decir nada del obsequio, por eso salió corriendo para  entregarle el regalo, y como había sudado tanto corriendo por la escalera, pues por eso se había duchado.

Cuando lo ensayó en la ducha le pareció creíble, y como esperaba encontrarse un Pedro extrañado y huraño, salió impetuosa y sonriente a terminar con aquella locura lo antes posible, sin embargo él estaba allí en medio de la sala sonriendo como un Don Juan. "Vaya, éste quiere algo mira como se ríe el cabrón, creerá que me he duchado para echar un polvete".

Pocos pasos los separaban, y en ese trayecto el talante de los dos había cambiado desde el desconcierto por todo lo sucedido a un clima francamente sexual.
Él dijo:

- Hola de nuevo Begoña. Me está encantando la sorpresa. Si quieres mirar los huevos están intactos.
- ¿Cómo sabes que me llamo Begoña?
-  Miré el nombre en tu buzón.
- ¿Dices que los huevos están intactos?
- Sí. Su compañero está un poco alterado de verte tan guapa, pero ellos están bien, sí.

Huevos intactos, penes alterados, mujer limpita con la adrenalina a tope por haber pasado tantos peligros en pocos minutos y un vecino guapo son un cóctel maravilloso para un fin de tarde divertido si se sabe llevar bien la situación.

Y Begoña cuando no estaba en plena crisis incontinente era una chica muy simpática y habilidosa. Al  despedirse unas horas después ella ya no estaba tan limpita, ni los huevos tan intactos, pero los dos, Pedro y ella, estaban encantados con la sorpresa.

Isabel Salas




miércoles, 1 de febrero de 2023

BRILLOR


Sin leyes, ni leyas, ni leyos,
sin campos ni campas.
Sin reglas ni reglos.
Sin colores ni coloras.

Sin genta, ni gento, ni gente,
tan solo, tan sola, tan sole.
Sin alma, ni almo, ni alme,
tan verde, tan verda, tan verdo.

Y así
 azul,
azal, azol,
mis ojas, ojes, ojos
brillan con brillor
cuando los miras tú.

Isabel Salas


sábado, 28 de enero de 2023

VISTAS AL MAR




Las vistas al mar son caras.
Mirar las olas se paga 
como se paga soñar
y alzar la voz
al llorar.

Y las vistas al futuro
salen más caras aún.
También se paga cantar,
mirar pá lante se paga,
se paga vivir y amar,
como pagó Victor Jara.

Con sangre siempre se paga,
con sangre
se esta pagando,
y la lunita lunera
hasta hoy está llorando
el día que pagó Lorca,
fusilado 
sin condena.

Pagan Pablo y Rosalía,
Juan, Antonia y Salvador.
Pagan Josefa y María
con sangre de soñador.

Y pagan los indigentes 
quemados en las esquinas,
y pagan los estudiantes
y pagan los policías.

Pagamos todos y todas
los de abajo y los de arriba
pues somos todos los mismos:
tributo de los de encima.

Y cada vez somos más
los que sabemos mirar.
Los que queremos nadar
pensar, cantar
y llorar
mirando gratis 
el mar.

Isabel Salas


miércoles, 25 de enero de 2023

LLORAR


Me senté a escribir, 
como tantas veces, buscando entender,
entenderme.

Sentir,
coserme.

Y sin mentir,
perdonarme y quererme.

Perdonar a mi alma
por sentir lo que siente,
 a mi piel por llamarte,
a mi voz
por decir tu nombre cuando nadie la mira
y al corazón,
por amarte.

Escribir 
como arrancar pedazos,
deshaciendo nudos,
desatando lazos.

Componer,
redactar,
anotar. 

Trazar.

Convertir en letras
los latidos de mi corazón
juntando palabras
que espanten locuras y traigan razón.

Me senté a escribir
y en vez de escribir
me puse a llorar.

En lugar de parar de sentir,
me puse a pensar.

No pude lograr arreglar el desastre,
de llorar por ti,
mis ojos ganaron la guerra,
mojando mis letras, 
sirviendo de lastre.

Y cuando eso pasa, 
no puedo escribir.

No puedo ni quiero parar de vivir
el llanto bonito
que mis ojos lloran
al pensar en ti.

Isabel Salas


lunes, 16 de enero de 2023

EL MUERTO QUE SOBRÓ

Cuando todos se llevaron a sus muertos, sobró uno. Sobró porque cuando estaba vivo también sobraba. Nunca fue de nadie.

Isabel Salas

martes, 10 de enero de 2023

TRAS LA TORMENTA


Despertar de un mal amor,
es renacer.

Recomenzar.

Ponerse en pie.
 Andar después de haber caído
 y por amar.
haber sufrido.

Despertar y olvidar
cada falsa promesa
es sacudirse el polvo del camino
nadar en aguas limpias
y lavar,
poco a poco
el barro seco de los besos podridos
en lodo
convertidos.

Renaces y rehaces
nuevas maneras
de amar de nuevo.

Inventas nuevos besos.

Nuevas caricias
nacen de tu alma rota
e impregnan nuevos aires
con nuevas risas.

Nada es mejor que eso.

Reírse en otra boca
te libera del peso
que te sofoca.

Tu alma despierta,
vuelve la calma
tras la tormenta.


Isabel Salas

lunes, 26 de diciembre de 2022

MANCHAS MOJADAS

Aunque la lluvia azote a un leopardo, nunca la quitará las manchas

PROVERBIO AFRICANO


Exactamente así me siento mirando hacia atrás, satisfecha con mis manchas mojadas pero indelebles, bastante azotada y un poco leoparda, si es que podemos sentirnos levemente leopardos, como a veces nos sentimos un tanto abejas obreras o un poco sapos de otro pozo. 

En realidad no me refiero sólo a las manchitas de mi piel que todos pueden ver, esas pecas anaranjadas que con las estaciones y los años  cambian a veces de tono o de número. Me refiero también a esas otras manchas que sólo yo sé dónde están y cómo son.

Yo misma las pinté hace mucho tiempo. Para que lo entiendas, te puedo decir que son pinturas de guerra parecidas a esas que habrás visto en alguna película. Se pintan "a dedo", a veces con sangre, a veces con tierra y se suelen realizar cuando por azares del destino algún guerrero o guerrera se  prepara para irse a alguna batalla que requiere su participación o que se le cae encima como un meteorito. 

La pintura ayuda a entrar en el papel en cierto modo. Es en parte un disfraz de camuflaje y en parte un recordatorio de que hay una guerra y no podemos desconcentrarnos. Son el tipo de manchas que se pintan en el alma y que no se borran ni con la lluvia  ni con las lágrimas. Tampoco con la sangre que a veces se derrama hacia adentro cuando las heridas son aparentemente no letales pero mortíferas de maneras inesperadas.

Ahí están, las veo.

Mis pecas nunca me hicieron sentír como un leopardo, pero estas otras manchas sí. Cada día me gustan más y aunque la guerra se acabó, no quiero borrarlas, me gusta verlas ahí, resistentes a tantas cosas y tan brillantes o más que el primer día. Empezaron siendo casi un juego artificioso para darme valor y hoy ya son tan parte de mí como las que tengo sobre la piel.

Ya no hay lluvia que las borre y hoy como tantas veces, un proverbio o un refrán (en este caso africano) sirve para resumir magníficamente un sentimiento o una experiencia vital. Hoy, como Ivy Compton-Burnett, creo que "Un leopardo no cambia sus manchas, ni cambia su sensación de que las manchas son más bien un mérito".

Así las veo hoy, como medallas.


Isabel Salas

sábado, 24 de diciembre de 2022

TENER DESEOS





Tener deseos es tener sonrisas
preparadas para brillar
cuando llegue la hora.

Son  semillas de alegrías 
que un día vendrán, 
cuando broten y crezcan
y nadie las aplaste.

Yo tengo muchos, 
deseos no me faltan.
Sólo falta una cosa,
según la norma impone.

Sólo falta la vela
y que al soplar, 
funcione.

Isabel Salas