martes, 30 de mayo de 2023

AJENO


Entre todos los gritos
que aún no he gritado
tengo uno guardadito
 que apunta para ti.

Está escondido entre otros miles,
unos recién nacidos
y otros,
seniles

Algunos son chiquitos,
otros gigantes,
los hay trincados y también truncados.
Inocentes, feroces
hambrientos,
desalmados.

Rebanadas de pan
con alma untados.

Cuando llega la noche,
al colocarse para dormir,
imitan pajaritos,
que se colocan, disputando el espacio
como mis gritos.

Y entre ellos, despacio,
se mueve el tuyo
y el sinvivir
de saberte lejano,
rodeno,
chuyo
y ajeno.

Isabel Salas

martes, 16 de mayo de 2023

VERSO



Te escribiré un beso.
Lo meteré dentro de un poema
y será lo mismo que un abrazo
en noche de luna llena.

Será un beso inventado,
mágico, transparente
 algo trágico, bailado
perfectamente acentuado 
y valiente.

Como yo,
como lo que hago
como lo que digo.


Isabel Salas






miércoles, 10 de mayo de 2023

FAROLILLOS


Algunos amores llegan así, deslizándose entre los ruidos del mundo sin que les prestemos atención. Llegan despacito, amistosos, suaves, dulces, comprensivos, pareciendo otra cosa, como si miraran hacia otro lado y tú no fueras más que una más de las miles de calles de la ciudad. Hasta que notas que no eres una más, al menos para él, y pones atención.

Comienzas a observar su velocidad, sus gestos amistosos, la suavidad de sus sonrisas, la dulzura con que siempre te habla y lo mucho que se esfuerza en comprenderte cuando te mira o te escucha. Cuando buscas sus ojos, los suyos ya te están mirando y tú, eres la calle mejor iluminada de toda la ciudad. Eres el barrio de la verbena y el amor se pone los zapatos de baile.

Empieza la fiesta. Se escucha la música. Los farolillos están encendidos.

Bailemos.


Isabel Salas


miércoles, 3 de mayo de 2023

PAZ Y RISAS


No es tanto pedir, después de haber vivido ya más de la mitad de la jodida vida, un poquito de paz. 

Ni siquiera toda la paz del mundo, no soy Miss Universo, para desear esas paces mundiales, tan lindas, tan con bikini y tan cuerpo perfecto. Yo me conformo con una paz chiquita que rodee mi cuerpo como un escudo protector, y que funcione, que realmente funcione y me proteja de parte del mal universal, como un planeta de película con su escudo activado gracias a la acción heroica del protagonista. El valiente guerrero que cuando faltan tres segundos para que sea disparado el rayo cósmico destructor de planetas, y a riesgo de su propia vida, consigue la clave alfanumérica que reactiva el bendito escudo magnético segundos antes de que los aliens disparen.

Alguien me dijo una vez que él estaba en mi planeta y yo me lo creí. No fue a la primera, tuve que hacer un gran esfuerzo, creerme aquella frase letra por letra, una a una cada sílaba y usar aquella convicción para matar el miedo de creer en cosas grandes que me desbordan dentro. Tardé un buen tiempo, pero al fin lo creí todo. Sin dudar, sin luchar, sin esperar el mal, creyendo que él sabría activar el escudo cuando llegase la hora.

Y no.

Cogió su nave, se alejó de mí y lo que activó fue el rayo cósmico destructor de planetas y de corazones. La clave alfanumérica voló por los aires, con la clave de sol y todas las canciones.

Quedó el silencio muerto de vacío total que queda cuando el sombrero mágico se traga las palomas y así estoy ahora, flotando en el vacío esperando el nuevo Big Bang que recomience todo, y espero, como no,  que esta vez sea verdad cuando me digan que están en mi planeta.

Que sea verdad y el guerrero luche por encontrar la clave.
Que sea verdad, y el escudo funcione.
Que sea verdad, muy verdad y, por fin, se sienta la paz y se oigan las risas.

No es tanto pedir.
Si te fijas bien, es bien poquito.

Isabel Salas