miércoles, 17 de abril de 2024

VELOS CAÍDOS


 
Él escribía mensajes desesperados que le hacía llegar por varias vías a cual más  inesperada. Pedía disculpas que llegaban tarde, daba explicaciones que ella no le había pedido y trataba de parecer el príncipe encantador que sabía que ella había soñado algún lejano día.

Su derroche de pretendida elegancia podría engañar a muchas ingenuas que no lo conocieran como ella lo conocía.  Ella sabía que el tipo era un sapo mentiroso y mediocre. Lo había visto actuar como un patán, no una vez sino muchas y desde la primera fila. Lo había visto saltar despreocupadamente en charcos inmundos, lo había escuchado  croando estupideces y sabía que desnudo no podía ofrecer ni tan siquiera caricias genuinas de calidad aceptable.

Él había mentido y ella lo había visto hacerlo con el mayor cinismo. Esa visión hizo que cayese de sus ojos el velo de ingenuidad a través del cual lo había mirado cuando se conocieron, Y así, ella aprendió que hay velos que cuando caen, es imposible volver a ponerlos en su lugar.

Desde la cómoda perspectiva de su conocimiento cabal, ella observaba las tentativas de él de volver a acercarse y captar su atención con una mezcla de desprecio y pena.

Desprecio por él, pena por la mujer que un día había sido y que él había matado con su traición. Supo que en una de sus últimas canciones él presumía de nunca haber jugado sucio en el amor y ella por fin entendió la situación y sintió que despertaba de un mal sueño. Comprendió que era cierto, realmente él no la había amado nunca y su traición hacia ella ni siquiera contaba como un pecado venial en la mente mentecata del sujeto.

Pudo finalmente sacudirse el estupor y observar los destrozos de su propia vida caídos a sus pies. 

Con los velos caídos se hizo un traje de baile.

Y bailó

 

Isabel Salas

martes, 9 de abril de 2024

ADIÓS


Tras la última oportunidad, 
el adiós.

Un adiós rotundo, 

redondo, profundo.
Un adiós de calidad, 
con calidez, con humildad.

Feliz por haberlo intentado, 

de haberte conocido,
 incluso, porqué no, 
de haberte amado.

Y así, después de darte todas las llaves del candado 

y haber visto el mal uso que hacías del llavero, 
me marcho de tu lado.

Mi tren sigue viaje.

La parada en tu estación fue demorada. 
Pedacitos tuyos se van en mi equipaje.

Mi corazón empieza otra jornada.
Libre de ti, de culpas, 
de pecados.

Fuerte y capaz, 

tal vez un poco triste por tus disculpas
 y tus besos plagiados.

Me voy, me fui, 

ya era.
Te quedas en el invierno 
de tu cerebro sin primavera, 
con tu miedo de amar 
al borde del averno.

Allí te dejo.

Desde el tren, decidida, 
mecida en su vaivén
 por un segundo vuelvo a ser tu reflejo 
para decirte ven, 
ven, amor, 
ven a decirme adiós mientras me alejo.

Isabel salas

del libro
Navaja de Llavero

sábado, 6 de abril de 2024

IRSE

                                                                              
                                                                                 
Escoge muy bien lo que llevas a tu viaje. Sobre todo si el viaje es necesario y no simplemente un paseo turístico. Hablo de esos viajes reales que se sabe cuando empiezan y dónde arrancan pero no tenemos idea de cuándo terminarán, ni cómo lo harán si es que lo hacen.

Selecciona cuidadosamente cada pertenencia. Analízalas como si no fueran tuyas y las fueras a adquirir sabiendo que pesarán mucho y tal vez te estorben o te molesten cuando  tengas que acarrearlas en los próximos meses.

Haz de tu viaje la oportunidad de renunciar a todo lo que sobra. Te sorprenderá  constatar la gran cantidad de cosas que no sirven realmente para nada cuando solo podemos llevarnos lo que de veras es imprescindible.

Despegarse de ellas no es fácil. Es como romperse un poquito en cada despedida y al final te vas pero no eres la misma. El equipaje puede ser ligero pero el  peso interior que arrastramos parece inmenso. Hay una parte de nosotros que nunca se despide del todo de los objetos amados que dejamos atrás.

Isabel Salas
      Cuadro: CRISTÓBAL TORAL RUÍZ

viernes, 29 de marzo de 2024

LA SONRISA QUE NO VES



El eco, hace unos días,  me trajo tus palabras.

Las mismas de siempre. las de cada vez que me hablabas de amor, las de prometer, las que decías después de jurar que nunca mentías, esas palabras mágicas que superaban todos los abracadabras y abrían todos los Sésamos de mi sangre.

Me enfadé con el eco, por su crueldad y con el viento por su complicidad, les reproché a los dos con mis palabras especiales de amonestar fenómenos naturales sobre su falta de sensibilidad y decidí ignorarlos por los próximos siglos amén.

Me retiré a un rincón y allí, sentadita, llorando,  traté de arrancar las nuevas espinas  que aquellos dos desaprensivos me habían clavado sin venir a cuento. Las mismas agujas que ya había arrancado tiempo atrás y que tanto me hicieron sangrar, pero en esta ocasión las conocía a todas y fue mucho más rápido que la primera vez, aunque dolió lo mismo para ser sinceros.

Ya estaba terminando cuando de nuevo el viento me volvió a traer tus frases, las mismas, exactas, y enseguida otra ráfaga de ecos de tu voz cantando las mismas canciones, diciendo las mismas cosas.

Casi estaba a punto de llorar de frustración o de rabia cuando el viento me rozó. No sentí hostilidad en aquel toque, al contrario, casi se diría que era un abrazo amistoso que me convidaba a prestar más atención a los detalles de aquellos ecos.

Y presté.
Coloqué todos mis sentidos en alerta máxima y comprendí que no eran palabras del pasado que volvían a mí rebotadas por la crueldad del eco, eran las mismas palabras mentirosas tuyas, sí, las que me decías a mí pero ahora dedicadas a otra mujer...a otras, a muchas.

El viento no estaba burlándose de mí, más bien quería demostrarme que lo que yo sospechaba desde hacía mucho tiempo era verdad y tú usas las mismas palabras y las mismas canciones para coquetear con otras incautas que como yo tienen sed de amor. Lo que en un primer momento me dejó tan triste enseguida se volvió medicina y al rato un gran consuelo.

Desde ese día cuando el viento me trae las frases amorosas que dedicas a otras,  mi pelo permite que las enrede en él, son flores invisibles que me embellecen y me dan paz.

Ahora sé que no perdí nada al perderte, más bien gané y mucho. 

Que pena que el pelo no te deje ver la gran sonrisa que se dibuja en mi boca cuando esto pasa. El cabello alborotado esconde la misma boca que antes sonreía al decir tu nombre y hoy se ilumina en secreto, inmune a los zarpazos de tus mentiras.

Isabel Salas


miércoles, 20 de marzo de 2024

AHORA SÉ


Ahora sé,
por fin,
lo que es volar.

Aprendí contigo
que es lo mismo que amar.

Ahora sé,
que tocar es bailar
y dormir es soñar.


Sé que escribir
es besar,
y sonreír
lo mismo que mirar.


Que cada verbo,
desdoblado,
esconde una poesía.

Y sé, por fin,
que los cien años de males
se terminan.

Extender  las alas
es estirar los brazos 
y abrazar.

Es sacudirse el miedo,
es mirarte a los ojos
y confiar.

Isabel Salas










viernes, 8 de marzo de 2024

FÍJATE

Si te fijas bien
ni tan blanca es la perla,
ni la luna es tan blanca,
ni tan blanca es la espuma.

Si te fijas bien,
el dolor y el color,
son lo que hacen bello
el puro reflejo
que brilla el amor.

Si te fijas bien
la blancura cansa
aburre, satura.

Le falta la fuerza
de la vida pura,
que  en el agua mansa
pierde la dulzura
pudriendo el amor.

Isabel Salas

sábado, 2 de marzo de 2024

TANTO


Tantas veces gritaste tu amor, 
tantas...
Tanto prometiste ser fiel.

Tanto juraste ser la cura del dolor,
tanto...
Tanto probaste besos y miel.

Que las miles de noches abrazadas
y los cientos de lunas besadas
cierran los ojos hoy.

No quieren ver
cuando de nuevo infiel,
mentiroso y rastrero,
juras de nuevo ser,
amar, gustar 
y atravesar por alguien
el infierno entero.

Ni la luna ni las noches
te creen,
ni las canciones.

Ni los anillos ni los broches,
ni yo,
ni los tigres tristones.


Isabel  Salas

domingo, 25 de febrero de 2024

ARCHIVADO


Me hubiera gustado mucho poder dejar tu recuerdo en la repisa de los buenos amores. 

Ponerlo en un  lugar destacado.

Tal vez entre aquel amor que me enseñó a decir "que tanto es tantito" con aquella sonrisa de Veracruz  que me besaba en la esquina del Copo y otro, dorado y verde, que aún huele a arena de Piura y a juegos prohibidos que marcaron mucho más que mi piel.

O lo hubiera dejado cerca de aquel amor de noche sin estrellas que me enseñó a besar labios gigantes y a hacer cebras con nuestros dedos.

También hubiera quedado bonito cerca de mi amor de jabuticaba, un amor de ojos negros y sonrisa de sol que me acariciaba por dentro y por fuera con sus besos de hombre.

Que lindo hubiera quedado colocado allí, cerca de los otros amores bonitos que la vida me dio.

Cerca de ellos, entre ellos, junto a ellos y en mi corazón.

Traté de colocarlo, pero no encaja en ningún sitio.

Demasiado llorado, demasiado triste, demasiado mentido, demasiado cínico, y sobre todo demasiado falso.

Largos o cortos, los otros todos fueron verdaderos, correspondidos y decentes.

Amores que en su momento fueron amores y no dolores.

El tuyo , por desgracia, sólo tiene un lugar posible donde ser archivado: en el cajón de los objetos perdidos.

Junto al tiempo perdido y tantas otras cosas perdidas que se eclipsaron. Allí está ahora tu amor, junto a otras cosas inservibles  durmiendo aletargado en la penumbra de las cosas inútiles.

En cierto modo es triste pero también es justo.

Para ganarse un lugar en el corazón de una mujer hacen falta más cosas que palabras vacías y miradas esquivas.

Hacen falta más cosas, más tiempo y más verdad.

No sé decirte las cosas que descansan al lado de tu amor de tercera, no es discreción, ni ganas de no herirte, ni secreto, simplemente es que no las recuerdo.

Están allí por algo.

... y eso basta.


Isabel Salas

lunes, 19 de febrero de 2024

S.O.S. MATERNIDAD






Como siempre he hecho, busco en la lectura compañía, consuelo, sabiduría o diversión, y como suele suceder, encuentro un poema que pone mis sentimientos en palabras.

Seguramente, Rubén Darío no estaba pensando en la maternidad cuando escribió esos versos, pero yo, que vengo luchando desde hace años por el derecho de las madres a proteger a sus hijos, encontré en sus palabras el fiel reflejo de lo que tantas mujeres están viviendo por culpa del tratamiento que se da a la maternidad en los juzgados de familia. Especialmente cuando se trata de familias donde se han vivido situaciones de violencia y de malos tratos y se tiene la mala suerte de caer en las manos de un sistema machista y patriarcal que, cruelmente, finge defender los derechos de los niños imponiendo el contacto no deseado de estos con sus padres abusadores.

A la violencia doméstica, verbal, física o sexual, previamente sufrida en casa se une entonces la violencia institucional.

Una justicia lenta y colapsada que  hace que a los años de terrorismo intrafamiliar le sigan, despues, otros años de sufrimiento y de desgaste emocional, psicológico y patrimonial con los que el maltratador encuentra la manera de seguir maltratando a su familia.

Miles de mujeres acuden al sistema buscando protección para ellas y sus hijos, tal y como las campañas incentivan y en vez de ser protegidas, son acusadas de mentir e incluso de estar enfermas y sufrir el trastorno que inventó un pederasta llamado Richard Gardner en la década de los ochenta,

Obligan a los niños a callarse y los dejan imposibilitados de pedir ayuda amparándose en algo llamado el secreto de justicia y también obligan a las madres a guardar silencio sobre los procesos judiciales, negándoles así la posiblidad de pedir ayuda o hacer una denuncia pública de lo que están sufriendo.

En los juzgados de familia de varios países, se usan inventos como la constelación familiar o el inexistente síndrome de alienación parental para obligar a los niños y a sus madres a pedir perdón a sus maltratadores bajo la amenaza de ser separados caso no colaboren, se insta a las madres a desmentir sus acusaciones de violencia y abuso intrafamiliar, se asusta a los niños con apartarlos para siempre de sus madres si insisten en decir que no quieren ver a sus padres, se burlan de sus sentimientos y a ambos les aplican, en fin, la cruel terapia inventada por Gardner y que él mismo llamó terapia de la amenaza, sin intentar disimular cómo y de qué manera actúa la supuesta y maldita aberración que se sacó de la manga para proteger el mayor interés de los pederastas como él.

A muchas personas les cuesta creer que esto sea posible y lo entiendo, a mí misma me costaría hacerlo si no fuera porque lo estoy viviendo muy de cerca.

Me preguntan a menudo porqué publico tantas cosas sobre violencia doméstica e intrafamiliar si podría estar escribiendo otras cosas, y la respuesta es muy sencilla, escribo sobre lo que me interesa, sean orgasmos, besos, o malostratos y  lo hago espontáneamente y cuando el cuerpo me lo pide, sin un plan específico o un objetivo determinado.

A veces la inspiración llega recordando un beso, comiendo un helado con mi hija en la playa o leyendo poesía.

Como hoy, leyendo a Rubén Darío, sin poderlo evitar pensé en como la relación madre e hijos está siendo enlodada en  algunos juzgados por profesionales sin escrúpulos y como esos niños y esas madres conocen el valor de su amor, ese diamante que los demás tratan de dejar churretoso y sucio. Un amor precioso del que se burlan llamándolo enfermizo y al que amenazan sin compasión.

Dicen en Brasil que la boca habla de lo que el corazón siente y yo añado que los dedos escriben de lo que el alma padece. La poesía siempre es una puerta que me transporta a mi mundo interior y muchas veces, como hoy, me sirve de inspiración  para escribir.

La maternidad es parte de mí, como los besos que he dado y los que aún tengo guardados, como es parte de mí escribir y como también es parte de mí luchar por lo que creo justo. No tengo ejércitos pero tengo palabras y sustituyo soldados por textos, sean prosas como hoy o poemas como otros días.

Y me vienen a la cabeza, para terminar, otros dos versos mientras escribo; los he repetido mucho en mi cabeza estos días, como un mantra gandúl, son versos de Juan Mantero, poeta oscense, que me hacen recordar que la necesidad de ser valiente para defender aquello en lo que creemos, es indispensable: 

                                       porque las podré pasar canutas
                                       pero a corrales no me devolvieron nunca

Isabel Salas




miércoles, 7 de febrero de 2024

JAMÁS



Tu sonrisa se abre oliendo a "jamás", esa flor que nace sin pétalos para ser deshojada y que no sirve para tentar la suerte, jugando con la muerte de la flor adivina que dice sí o no

Miro tus ojos sin querer prenderme en ellos, sabiendo como sé, que no son míos ni lo serán, que no me miras como yo te miro, ni me amarás como yo te amo desde el tercer segundo. 

No te duermes diciendo mi nombre ni sueñas conmigo.

Tus mapas no traen mi dirección. Tu piel y tu abrazo no buscan los abrazos de mi piel y tu  alma vagabunda no busca posada en mi corazón. Yo no quiero decirte que te quiero dentro de todas las cosas que consigo escribir o abrir, y aunque quisiera, me aguantaría.

Aún así, nos paramos de pie rodeados de oscuro y hombro con hombro, levantamos la cabeza para mirar el cielo juntos. Comentamos la vida y hablamos de las estrellas como si las conociéramos por todos sus nombres, sin miedo de que se terminen y sin prisa por decirnos adiós. A veces quiero decirte que levantar la frente para mirarlas te obliga a erguirte y que es así que me gusta verte, pero me callo y te escucho, mirando de ladito como la noche te deja azul.

Todavía no hemos mirado dentro de los ojos del otro porque no sabemos si queremos ver lo que sabemos que vamos a encontrar. Estamos en el primer paso del primer escalón de la primera caricia y a pesar de ser tan  corto el camino andado, ya pusiste tu bandera en mi luna.

Lo negaré todo si me preguntas y cuando me beses, que me besarás, cerraré los ojos para no asustarte con el vacío infinito que no podrás llenar.

Te diré vete en vez de quédate y te empujaré después de amarnos. No voy a pedirte que me escribas canciones y menos que te duermas en mí mientras toco tu pelo.

No diré nada cuando digas "me voy" y no sabrás si lloro.

Decidí no quererte y así será. 

No amarrarme, no subir a tu cielo mi cometa azul, no beberme tu agua ni nadar en tu mar.

Decidí muchas cosas y todas duelen como hijos muertos antes de nacer. Todas arrancan pedacitos de alma como si fueran pétalos de flores de adivinar amores y todos los cachitos dicen no.

Que no.
Que no debo quererte y nunca te querré.
Que llegaste muy tarde y ya no queda nada que apostar o perder.

No importa lo que digas.
No te voy a querer.


Isabel Salas

sábado, 3 de febrero de 2024

HORMIGAS Y LÁGRIMAS


Hay ovejas que parecen nubes y psicólogos que parecen manchas de flujo en bragas de putas. Parece raro, pero así es.

No suelo comentar esas cosas con nadie porque la mayoría de la gente que conozco es capaz de tumbarse en un prado a mirar las nubes y buscarles parecido con corderos y elefantes pero jamás se ponen a mirar ovejas con la misma intención (y mucho menos observan psicólogos tratando de ver a que mancha se parecen).

Por lo que sea, así son las cosas. 

Por eso me callo, para no molestar, para no ser siempre la "rara" que comenta lo que los otros ni se atreven a pensar. Por bondad, también por poseer un cierto grado de altruismo protector. No quiero que se la gente se asuste, prefiero que los que me rodean sigan buscando ovejas en el cielo, tan tranquilos, mientras yo busco nubes en los erizos o en las hormigas del patio.

Por cierto, por mi acera también pasan todos los días varias hormigas y una de ellas, chiquita y fuerte, me llama siempre la atención. Me recuerda, en cierto modo, una de esas nubes de tormenta cargada de rayos. En la fila de hormigas suele ser la tercera y siempre pasa sonriendo arrastrando pedacitos de hojas o gotitas de agua. Si te fijas bien la verás haciendo un saludo  medio militar con su bracito libre.

Tengo ganas de inventarle una religión para que pueda tener un día de fiesta a la semana y descansar como otros animales hacen, pero no sé si puedo inventarme una religión así porque sí, sin más, lo mismo hay que tener diploma o algo, no lo sé.

Si un día puedo, lo haré, le inventaré una religión bonita llena de leyes y días de fiesta que ayude a mi hormiga a ser feliz, la guíe hacia su cielo y me quite a mí esa pesadumbre gris de ver como trabaja los domingos y los viernes santos como si el descanso no existiera.

La diferencia de tamaño entre nosotras, impide que ella y yo nos podamos fundir en unos de esos abrazos navideños tan entrañables. Una pena. Me encantaría abrazarla mirándola a los ojos acto seguido para que vea cuanto la quiero. Nuestras miradas se llenarían de lágrimas y tal vez se oyesen violonchelos.

Nos sentaríamos después ella y yo a mirar las lagrimitas con mucha atención y trataríamos de adivinar a qué se parecen. Ya sabéis que las hay que parecen ballenas con patines y otras psicólogos pintores.

Lo pasaríamos genial.

Isabel Salas




martes, 30 de enero de 2024

LA LUNA Y SU POETA



Yo soy tu luna,
redonda, blanca, plena.
A veces decreciendo
y otras,
en tus brazos,
llena.

Soy tu bonita luna
que te pide 
que la colmes de besos,
y tú ,
 por estar lejos
me escribes versos.

Soy tu lunita nueva,
que se renueva con tu cariño.

Cada mes un poema, 
una canción 
que risueña, 
me lleva a cantar 
en tu pecho de niño,
nuevas canciones
 de amores, puros deseos 
y bellas sensaciones.

Soy tu luna caliente
de ardiente 
luz azul.

Eres el planeta 
alrededor del cual,
bailo con mis zapatos de charol.
Eres mi poeta.
Y todos saben 
que  luna con poeta
no necesita sol.

Isabel Salas


lunes, 22 de enero de 2024

ARDILLA Y FLOR (AMARILLA)


 Y he aquí,
que en medio de la hecatombe, 
una ardillita de Viena,
antes que mi alma se combe
doblada por el dolor,
me obsequia con una escena
que a los perversos humilla
cuando acerca su mejilla
a la una magnífica flor
que simboliza el dolor
que a nuestro siglo
mancilla.

Entre cambios de gobiernos,
elecciones, votaciones,
terremotos, desconciertos
corrupción y vacaciones, 
esta ardillita ejemplar
con su gesto peculiar
nos recuerda que abrazar, 
besar, oler, disfrutar
acariciar y mecer,
son sinónimos de amar.

Isabel Salas

miércoles, 10 de enero de 2024

CHECA

   

 En la calle, entre la gente
entre el humo de los coches,
al compás de las zapatos
de la gente que se aleja
 en tus días  o en tus noches
de repente, 
mi canción,
que es llanto y queja

En la acera, en la ciudad
desde el calor del asfalto
al sudor de los compases
del cante que se derrama
y te toma por asalto...
la humildad
de un corazón.
que es hielo y llama

En la playa, en la ciudad
en el metro 
o en un valle
una canción siempre llega
si no hay nadie 
que la calle

En la vida, o en la muerte
en el llanto o en la risa
siempre hay un cante que hace
que se te olviden las prisas
y te pares
y me escuches
y mires como te canto.

Y te saco las espinas
y sonrías y de vayas
vestido con el encanto
del arte que mi quebranto
va plantando...
en las esquinas.

Isabel Salas


jueves, 4 de enero de 2024

PARA TI







Acumulo palabras deseando contártelo todo. Mis novedades, las preocupaciones, los nuevos planes, las angustias del día a día y de los días del futuro cuando los hijos no estén y la madre se haya ido. 

Necesito explicártelo ahora porque tal vez en ese futuro tú tampoco estés y no sé si podré aguantar. Confío en que si me explicas hoy como hacerlo, podré recordar tus palabras y ser capaz. Quiero llegar y sentarme para decirte lo mucho que me importas y lo esencial que eres. Comer contigo, cocinar para ti, tocarnos en el sofá mientras me cuentas cosas de tu trabajo. Me imagino allí, atenta a tus palabras, haciéndote comprender con mi actitud lo mucho que te quiero y lo interesante que es todo lo que me cuentas.

También he pensado en la ropa que vestiré la próxima vez que te vea, que perfume usaré. Planeo pintarme las uñas unas horas antes de nuestro encuentro para que estén impecables pero secas, el pelo limpio, la depilación perfecta.

Y llega el día, me dices ven mañana, tú puedes, yo puedo y el universo gira y se expande como nunca, perfecto y flotante. Paso horas impaciente, contenta, duermo mal pero me despierto bien y me levanto cansada pero fuerte. Todo organizado. Llego a tu casa con mis palabras, mis planes, mis angustias, mis uñas, mi ropa, mi pelo limpio, mi depilación y mis ganas de cocinar. Y como siempre , mi ropa ni la miras y antes de darme cuenta ya ni sé donde está, el peinado no dura ni un minuto en tus manos, las palabras no salen, se esconden todas juntitas porque es hora de que otros sonidos salgan por la boca, suspiros, sollozos y risas. 

No comemos, nadie cocina porque no hay tiempo, en esas pocas horas nos amamos y nos miramos. Ni siquiera nos decimos si nos queremos.¿Para qué? Si no nos quisiéramos no estaríamos allí.

En vez de contarme las cosas de tu trabajo en el sofá antes de besarnos, me las cuentas en tu cama después de comernos vivos, con tu mano en mi cabeza jugando con mi pelo y dejándolo más despeinado todavía.

Yo no te cuento nada, parece que necesitas hablar más que yo, pero no me explicas nada extraordinario ni trascendental, me hablas de tus compañeros de trabajo, de un programa que oíste en la radio y de tu abuela que está vieja y cada día más canija. Yo lo escucho todo pero estoy atenta a tus dedos, disfrutando anticipadamente cada vez  que se mueven y tratando de adivinar donde me vas a tocar, sin que eso me impida captar tu dolor por la futura muerte de la abuela.

Se acaban nuestras horas y debo irme. Me miras mientras me preparo. Sonríes. Me preguntas si quiero agua. Nos miramos más y reímos de nuevo, varias veces. Nos duelen esos músculos olvidados que sólo se usan para hacer amor y sabemos que mañana dolerán más porque siempre es así, nos duele, pero nos gusta, entendemos que ese dolor es el regalo del cuerpo agradecido después de unas horas de fiesta.

Al regresar me doy cuenta de que mis angustias por el futuro, los miedos, los disgustos que deseaba compartir contigo en palabras , ya no están. Como siempre has neutralizado todos los males con tus besos poderosos. Me siento en paz, feliz, amada, afortunada, brillante. Pienso que el dolor del cuerpo es como analgésico para el dolor del alma y lo disfruto.

En el camino que me lleva a la parte de mi vida donde no estás, voy empezando a acumular nuevos temas de conversación y otras palabras para la próxima vez. Palabras que no saldrán de mi boca porque tú estarás usando mi boca para otras cosas. Sé que no hablaré, pero que estar contigo es mejor que hablar. Que eres la mejor terapia para mi.

Llego delante de mi casa llena de gratitud y de alegría, antes de entrar aún quiero escucharte por última vez antes de sumergirme en lo cotidiano. Atiendes el teléfono medio dormido y te pregunto:
- ¿ Te gustó el color de mis uñas?
Y me dices:
- ¿Pero tú tienes uñas?. No me había fijado.

Nos reímos de nuevo y entro en casa pensando que además de besar muy bien, tienes el maravilloso poder de hacerme reír con cualquier tontería y eso sí es imprescindible para que el universo flote ordenadamente. 

Al menos el mío.

Isabel  Salas