Algunos escritores nos conquistan con una novela, con un poema o con una frase, otros con el conjunto de su obra, o con uno de sus personajes, una reflexión, una mirada, una sonrisa en una entrevista o simplemente porque nos gustan y ya está, nos tocan, nos mueven, nos conmueven y se clavan en nosotros como un injerto de limonero.
Existe una extensa lista de escritores a los que amo y admiro, las dos cosas, porque me es imposible separar amor y admiración. Gracias a eso, disfruto el cariño que aprendí a sentir por todos ellos, por mi poeta de cabecera Francisco Alvarez Hidalgo o por Gloria Fuertes, la responsable directa de haberme enseñado a leer con lágrimas en los ojos.
Por tantos otros como Stephen king, Lorca, Ken Follet, Carl Sagan, Rubén Darío o Asimov albergo esa mezcla bonita de sentimientos que los grandes lectores sentimos por los escritores que han poblado por décadas nuestras noches de lectura. Noches en las que la soledad no existía y la cama era nuestro universo particular, las estrellas eran historias, los planetas abrazos y el vacío total era la compañía completa;
Podría hablar de otros muchos escritor@s que me han marcado, pero hoy deseo compartir un poco sobre el último que ha entrado en mi corazón, lo ha tocado y allí está. Ha entrado por la puerta grande y siento que se quedará para siempre, como Isabel Allende, Machado, Jorge Amado, Miguel Hernández o Torrente Ballester.
Es un hombre y está vivo.
Quiero declarale mi amor, que es amor de lectora, sin coqueteos y sin faltarle al respeto. Es un cariño lleno de admiración por su talento y gratitud por las emociones que despierta en mí, sobre todo por hacerme recordar, una vez más, el privilegio inmenso que es amar la literatura en general y la poesía en particular.
Nunca he hablado con él, y él no sabe que existo, se llama Batania, firma como Neorrabioso y vive en Madrid. He visto su foto, he escuchado sus videos, he llorado, me he indignado, he sonreído, he imaginado su amor por esa mujer que lo entretiene a deshoras y estoy de acuerdo con él, el PNV manda en todos lados. Siempre lo sospeché y él, lo ha confirmado como lo confirma todo, con palabras sencillas llenas de caballos y contenedores de basura convertidos en viento para dar vida y hacer olas en el mar inmigrante de Madrid.
Con él he recordado porqué empecé a escribir y he sentido en la carne del alma lo fácil que es morir por falta de viento si eres caballo, canario o poeta.
Modestamente buscaba algo en sus letras para poder decirle un día, si mi plan funciona, que tenemos algo en común y debemos ser amigos. Encontré varios motivos, varios puntos de intersección menguante pero el más evidente y que más nos acerca es que yo también tengo cinco años siempre que nieva y eso apaga los kilómetros y convierte los contenedores en páginas de poemario que lo atraviesan todo y todo lo juntan.
Te mando un abrazo Batania, y comparto en mi blog y con mis amigos el placer de haberte conocido y la alegría de saber que la poesía ha vuelto y la culpa no es tuya.
Isabel Salas