lunes, 15 de febrero de 2021

RESEÑA DE ROSA GONZALEZ



En este libro he podido comprobar que es cómo la vida misma, todos los que hemos leído tu libro sabemos a qué nos referimos, yo particularmente, me sentí identificada en más de un relato, he podido sentirlo en mi corazón hasta hacerme un nudo en la garganta y he tenido que dejar salir lágrimas de mis ojos para propio desahogo y dejar salir toda esa emoción.

Mientras estaba escribiendo en sucio tu reseña para EL CANARIO Y LA MÁQUINA DE COSER, estaba intentando recordar a través de quien te conocí, tenemos ya tantos amigos en común que no sabría decirte....Pero eso ya no importa, lo importante es que te tengo y eres para mí una persona especial.

Sí, te has convertido en una escritora y amiga de corazón a la que tengo ganas de darle un fuerte abrazo y decirle cara a cara lo qué me ha hecho sentir mientras pasaba página a página todas sus palabras. Me has hecho llorar, reír en algún caso, enfadar por algún suceso que alguien de tu alrededor o tú misma hayáis podido vivir realmente.

60.MOMENTOS FUGACES. Sí, Canarito... eres más fugaz que cualquier estrella, y eso me hace sonreír a mí también.

Porque no eres polvo cualquiera, eres polvo de estrella fugaz!!! Besos Isabel Espero el día que pueda verte y con ello, poder abrazarte y me puedas firmar "mi canario".

ROSA 

martes, 9 de febrero de 2021

REGRESO DE TI



Regreso de ti
como quien regresa de la guerra. 

Derrotada,
humillada, agotada.

Violada.

Regreso, así, de ti
cortada en pedacitos.

Vencida,
tullida, zurcida,
destruida.

Regreso
y es mejor que quedarme,
pues no volver
es aceptar quemarme.

Y regreso
por enésima vez
de ti.

Y tú
ileso,
contemplas mi partida,
sin cerrar el acceso.

Por si regreso,
de nuevo,
y vuelvo a regresar 
de mi regreso.

Isabel Salas




Un poema a los amores tóxicos.
Tan letales y tan adictivos.

jueves, 4 de febrero de 2021

BESOS DE HOMBRE


Me gustan esos besos que me das 
sin preguntar si puedes.

Esos que me regalas 
porque te gusta dármelos.
Porque tú quieres
y sin que te los pida.

Sin mirar a los lados 
por si hay vecinos, 
sin ceremonias, 
sin "que dirán".

Esos besos tuyos 
que me encienden la música
y me dejan temblando,
con las piernas blandas 
y ese bulli bulli de la sangre templada
que se calienta cuando te ve.

Unos besos tuyos 
que guardas para mí.
Fabricados por ti  
a mi medida.

Esos besos con lengua, 
manos y abrazos. 

Besos ansiosos 
de días sin verse,
y cuando los terminas 
y abro los ojos,
me gusta ver la risa 
que sale por los tuyos
mientras me miras
y escuchar como dices 
haciéndome un cariño,
ya puedes respirar.

Besos de hombre,
risa de niño.

Isabel Salas


Del libro
@ El canario y la máquina de coser

lunes, 1 de febrero de 2021

SILENCIO



Deja de doler como una flor que agota su perfume y ya no huele a nada, sin alardes, sin ruidos, sin gritar que se acaba, sin llamar la atención. 

Así es el amor cuando se acaba, silencioso. 

El mío, al menos, es así, mientras ama y respira, canta, sueña en voz alta, piensa en poesías, pide atención y versos. Usa el pasado como escalera para alcanzar lo nuevo que aparece y tiene la mirada perdida en el futuro, en los planes de hacer el resto del camino juntos, en el propio camino y en los ojos que evitan que busque en otros ojos. 

Después, cuando lo están matando, se defiende, suplica, grita lo que siente, y llora. Se aleja, vuelve, se vuelve a ir, y de nuevo regresa pidiendo explicaciones, se desborda de todas las maneras, insulta, empuja y vuelve a regresar, sin miedo, sin vergüenza, sin pensar en mañana ni en ayer, sólo en los golpes que recibe y que no entiende. 

Ese proceso dura lo que dura, sin leyes que decidan lo que un amor puede sobrevivir y resistir o persistir. Y duele tanto. Duele tanto todo, que deseas que acabe como sea. Reúnes las fuerzas que le quedan a tu amor que agoniza y te acercas de nuevo a encajar nuevos golpes deseando que alguno sea fuerte y letal, definitivo, resolutivo, eficaz y mortal, y por fin, uno, cumple los requisitos y termina el trabajo. Y ni lo notas.

Tardas un tiempo en reaccionar y comprender que estás queriendo que camine un cadáver y el muerto no respira. Por asegurarte pones un espejito delante de la boca de la flor de tu amor y compruebas feliz que no hay aroma. 

Las flores muertas no perfuman el aire, ni lloran, ni padecen. El silencio es total. 

No hay nada más callado que una flor sin perfume. 

O tal vez sí, una mujer callada. 

Del libro TE CONTENGO
Isabel Salas