...Y Juana, que pensaba que ya no sabría repetir las mismas palabras de amor, comprendió que no hacía falta. Aprendió que un nuevo amor hace brotar palabras nuevas nunca antes emitidas. Otros modos de mirar nacieron en sus ojos, sus manos inventaron nuevas caricias y el corazón latió con un ritmo desconocido que hizo bailar a la sangre con otros pasos.
Todo era nuevo y cuando ella abrió la boca para expresar su amor, fue la primera sorprendida con el torrente de palabras recién nacidas que iluminaron los ojos de él. Fue lo único viejo de aquel amor novato: El fuego ancestral que ilumina la mirada del hombre que se siente amado.
El fuego de siempre, encendido por ella, por primera vez, con su amor de siempre, renovado para él.
Isabel Salas