martes, 21 de abril de 2020

DESPERTAR


Durante años, todos mis amigos y amigas que meditan, intentaron convencerme de lo bueno que es. Tardé en hacerles caso porque sinceramente divagaba, me dormía y la verdad, no me interesaba ni creía que pudiera llegar a gustarme. 

Por suerte, "el club de los meditadores" es persistente y lograron que poco a poco me animase a intentarlo con más concentración. Hoy en día no soy una gran especialista en el tema pero me gusta y reconozco que hacerlo me deja en un estado de felicidad y paz que me sorprende. A veces me gusta concentrarme simplemente en esa centellita que vemos al meditar. Parece una estrella solitaria en medio de una noche inmensa y me gusta imaginar que soy yo misma, un punto de luz único e irrepetible que flota en la inmensidad. Sin embargo últimamente  intento visualizar nuestro querido planeta, y todo lo que contiene, siendo mimado y mejor cuidado que nunca.

No sé si las manos que imagino amparándolo son las de Dios o las nuestras. Las manos de ese Dios que imaginamos a nuestra imagen y semejanza o las humanas, que inspiradas por el verdadero amor universal, tratan de proteger nuestro bello hogar. De cualquier manera, es una imagen que me agrada y al encontrar esa foto que tanto se parece a la que inventé para ayudarme a meditar, quise compartirla con todos. Úsala, si te gusta, para tratar de concentrar tus deseos por la sanación de todo y de todos. 

Piensa en esa Tierra segura y saludable que todos sus habitantes necesitamos. Los seres humanos y el resto de los animales y plantas que nos rodean, necesitamos encontrar una grado de salud y equilibrio que evidentemente, aún no hemos alcanzado. Quién sabe si no es ésta la gran oportunidad que tenemos todos, de impulsar esos cambios que tanta falta nos hacen. Desde la intimidad de nuestros ojos cerrados y el confinamiento impuesto por las autoridades sanitarias al resto de nuestro cuerpo, tenemos la posibilidad de abrir esa ventana al infinito a la que sólo nuestros párpados cerrados pueden acercarnos.

El despertar no es abrir los ojos, es abrir la mente y mirar hacia adentro. Es vernos como lo que realmente somos, unos granitos de luz casi insignificantes que, al mismo tiempo, son las poderosas manos que pueden realizar los mayores milagros.

Eso somos.

Un abrazo a todos.


Isabel Salas