Tras la última oportunidad,
el adiós.
Un adiós rotundo,
redondo, profundo.
Un adiós de calidad,
con calidez, con humildad.
Feliz por haberlo intentado,
de haberte conocido,
incluso, porqué no,
de haberte amado.
Y así, después de darte todas las llaves del candado
y haber visto el mal uso que hacías del llavero,
me marcho de tu lado.
Mi tren sigue viaje.
La parada en tu estación fue demorada.
Pedacitos tuyos se van en mi equipaje.
Mi corazón empieza otra jornada.
Libre de ti, de culpas,
de pecados.
Fuerte y capaz,
tal vez un poco triste por tus disculpas
y tus besos plagiados.
Me voy, me fui,
ya era.
Te quedas en el invierno
de tu cerebro sin primavera,
con tu miedo de amar
al borde del averno.
Allí te dejo.
Desde el tren, decidida,
mecida en su vaivén
por un segundo vuelvo a ser tu reflejo
para decirte ven,
ven, amor,
ven a decirme adiós mientras me alejo.
Isabel salas
del libro
Navaja de Llavero
el adiós.
Un adiós rotundo,
redondo, profundo.
Un adiós de calidad,
con calidez, con humildad.
Feliz por haberlo intentado,
de haberte conocido,
incluso, porqué no,
de haberte amado.
Y así, después de darte todas las llaves del candado
y haber visto el mal uso que hacías del llavero,
me marcho de tu lado.
Mi tren sigue viaje.
La parada en tu estación fue demorada.
Pedacitos tuyos se van en mi equipaje.
Mi corazón empieza otra jornada.
Libre de ti, de culpas,
de pecados.
Fuerte y capaz,
tal vez un poco triste por tus disculpas
y tus besos plagiados.
Me voy, me fui,
ya era.
Te quedas en el invierno
de tu cerebro sin primavera,
con tu miedo de amar
al borde del averno.
Allí te dejo.
Desde el tren, decidida,
mecida en su vaivén
por un segundo vuelvo a ser tu reflejo
para decirte ven,
ven, amor,
ven a decirme adiós mientras me alejo.
Isabel salas
del libro
Navaja de Llavero