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martes, 13 de mayo de 2025

AGRESIÓN


Mis maneras se tienen que vestir de Domingo para disfrazar el miedo porque es la única manera que conocen de sobrevivir. 

Tal vez, mi memoria aún cree en el agua bendita y en sus ilimitados poderes de protección y,  por eso, cuando tengo mucho miedo y siento que nada puedo hacer para evitar los golpes, mi corazón invoca la imagen y el olor de una piedra de pila bautismal. Se encarama hasta el borde frío y mira adentro calculando la temperatura del agua y la distancia del salto, casi siempre proporcional al volumen de los gritos que me asustan o a la arista de las palabras con que intentan herirme. Después se lanza a nadar en ese líquido, perfumado con la santidad de todos los ángeles, mientras mis ojos adoptan su mirada nublada de Día Sagrado para observar los ojos que me asustan, a través del velo protector del acuario bendito.

Mi boca, mis gestos, mi sudor y el temblor de mi sangre se disfrazan con su vestimenta más dominguera y yo me concentro en ese aroma de piedra mojada, que me recuerda el de las lágrimas que intento tragar. 

Sal, sangre y silencio. El dolor que mis propias uñas producen en las palmas de mis manos para que yo me pueda concentrar en un dolor físico que me distraiga del otro, se va haciendo cada vez más  fuerte, deja de ser incorpóreo y se materializa poco a poco en una piedrecita que guardo en secreto entre los pliegues de mi alma hasta que el temporal pasa.

Los gritos cesan, la agresión termina, quien me estaba torturando se aleja, y entonces, con cuidado, saco mi piedra, estudio su color, admiro su suavidad, envidio su belleza, bendigo a Rubén Darío aunque sé que no era un gran admirador de las mujeres que escribían, (no soy rencorosa), y dejo de temblar.

Mi corazón se aleja de la pila y regresa a mi pecho. Me acerco entonces, al estanque de peces de colores que mantengo escondido en mi jardín secreto. Allí podría gritar, llorar, desesperarme, levantar mi puño al cielo sin que nadie lo impidiera ni temor a represalias, pero no quiero asustar a mis  peces.

Con dulzura me acerco al borde y suavemente, con extrema delicadeza, dejo caer mi nueva piedra. Se junta, así, a tantas otras que, desde el fondo, sonriendo, acompañan la bellísima coreografía de mis amigos de colores.

Isabel Salas

miércoles, 29 de mayo de 2024

DILEMA

 Tu música en mí,
tu caricia,
tu poema.

Tu mano en mí,
delicia,
dilema.

Ser canción
o ser monema.
Ser tocada o recitada.

Ser cantada con pasión,
o escrita...
con
intención.

Isabel Salas

miércoles, 17 de abril de 2024

VELOS CAÍDOS


 
Él escribía mensajes desesperados que le hacía llegar por varias vías a cual más  inesperada. Pedía disculpas que llegaban tarde, daba explicaciones que ella no le había pedido y trataba de parecer el príncipe encantador que sabía que ella había soñado algún lejano día.

Su derroche de pretendida elegancia podría engañar a muchas ingenuas que no lo conocieran como ella lo conocía.  Ella sabía que el tipo era un sapo mentiroso y mediocre. Lo había visto actuar como un patán, no una vez sino muchas y desde la primera fila. Lo había visto saltar despreocupadamente en charcos inmundos, lo había escuchado  croando estupideces y sabía que desnudo no podía ofrecer ni tan siquiera caricias genuinas de calidad aceptable.

Él había mentido y ella lo había visto hacerlo con el mayor cinismo. Esa visión hizo que cayese de sus ojos el velo de ingenuidad a través del cual lo había mirado cuando se conocieron, Y así, ella aprendió que hay velos que cuando caen, es imposible volver a ponerlos en su lugar.

Desde la cómoda perspectiva de su conocimiento cabal, ella observaba las tentativas de él de volver a acercarse y captar su atención con una mezcla de desprecio y pena.

Desprecio por él, pena por la mujer que un día había sido y que él había matado con su traición. Supo que en una de sus últimas canciones él presumía de nunca haber jugado sucio en el amor y ella por fin entendió la situación y sintió que despertaba de un mal sueño. Comprendió que era cierto, realmente él no la había amado nunca y su traición hacia ella ni siquiera contaba como un pecado venial en la mente mentecata del sujeto.

Pudo finalmente sacudirse el estupor y observar los destrozos de su propia vida caídos a sus pies. 

Con los velos caídos se hizo un traje de baile.

Y bailó

 

Isabel Salas

sábado, 3 de febrero de 2024

HORMIGAS Y LÁGRIMAS


Hay ovejas que parecen nubes y psicólogos que parecen manchas de flujo en bragas de putas. Parece raro, pero así es.

No suelo comentar esas cosas con nadie porque la mayoría de la gente que conozco es capaz de tumbarse en un prado a mirar las nubes y buscarles parecido con corderos y elefantes pero jamás se ponen a mirar ovejas con la misma intención (y mucho menos observan psicólogos tratando de ver a que mancha se parecen).

Por lo que sea, así son las cosas. 

Por eso me callo, para no molestar, para no ser siempre la "rara" que comenta lo que los otros ni se atreven a pensar. Por bondad y también por poseer un cierto grado de altruismo protector. No quiero que la gente se asuste, prefiero que los que me rodean sigan buscando ovejas en el cielo, tan tranquilos, mientras yo busco nubes en los erizos o en las hormigas del patio.

Por cierto, por mi acera también pasan todos los días varias hormigas y una de ellas, chiquita y fuerte, me llama siempre la atención. Me recuerda, en cierto modo, una de esas nubes de tormenta cargada de rayos. En la fila de hormigas suele ser la tercera y siempre pasa sonriendo arrastrando pedacitos de hojas o gotitas de agua. Si te fijas bien la verás haciendo un saludo  medio militar con su bracito libre.

Tengo ganas de inventarle una religión para que pueda tener un día de fiesta a la semana y descansar como otros animales hacen, pero no sé si puedo inventarme una religión así porque sí, sin más, lo mismo hay que tener diploma o algo, no lo sé.

Si un día puedo, lo haré, le inventaré una religión bonita llena de leyes y días de fiesta que ayude a mi hormiga a ser feliz, la guíe hacia su cielo y me quite a mí esa pesadumbre gris de ver como trabaja los domingos y los viernes santos como si el descanso no existiera.

La diferencia de tamaño entre nosotras, impide que ella y yo nos podamos fundir en unos de esos abrazos navideños tan entrañables. Una pena. Me encantaría abrazarla mirándola a los ojos acto seguido para que vea cuanto la quiero. Nuestras miradas se llenarían de lágrimas y tal vez se oyesen violonchelos.

Nos sentaríamos después ella y yo a mirar las lagrimitas con mucha atención y trataríamos de adivinar a qué se parecen. Ya sabéis que las hay que parecen ballenas con patines y otras psicólogos pintores.

Lo pasaríamos genial.

Isabel Salas




miércoles, 28 de junio de 2023

CORAZÓN DE SERPIENTE



Algunas noches, Andrés miraba las estrellas e imaginaba si la luz de la luna tendría algún poder secreto que pudiera lavar, de alguna manera, las manchas vergonzosas de sus pecados.

Se sabía despreciable, y aunque aún conservaba en su interior el deseo de ser bueno, entendía que era como el deseo de ser astronauta que había sentido con ocho años, un deseo caduco  que había muerto en el huevo sin jamás tener la menor pluma.

Un deseo  de esos que nacen sabiéndose imposible y muere, como tantos otros, en el rincón más empolvado del desván del alma.

Había pecado contra la vida y contra el amor de la forma más abyecta que se podía pecar. Había traicionado a tanta gente y de tantas maneras que la traición corría por sus venas, junto a las mentiras y a la crueldad. 

Ese torrente frío que había sustituido a su sangre, helaba su carne, su corazón y su piel como sólo el mal puede enfriarlo todo, sin compasión y sin pedir permiso. En esas noches solitarias, miraba el cielo deseando sentir el abrazo de la belleza sagrada del universo. Hubiera deseado que alguna vez pasara la estrella fugaz de los deseos imposibles y pedirle otra oportunidad, poder cambiar de piel y empezar de cero con mejores propósitos, más honor y menos iniquidad, pero adivinaba que ninguna estrella gastaría su brillo con una serpiente.

Comprendía que no bastaba perdonarse a sí mismo, era consciente de que pecados como los suyos necesitaban, para ser redimidos, el perdón de sus víctimas y sabía también que jamás lo tendría, al menos no de todas, pues aunque algunas personas pueden perdonar los actos más innobles, para poder hacerlo hay que estar vivo y él, había dejado demasiados cadáveres en su camino.

Los corazones muertos no pueden perdonar, y él era especialista en matar corazones traicionando el amor que despertaba. 

Como el niño cruel que disfruta matando cachorros a los que conquista con una caricia antes de torturarlos o como un don Juan barato que conquista el amor de un alma femenina para alejarse luego sin mirar atrás, así había ido sembrando él su vida de fantasmas, y las estrellas los alumbraban cuando él salía a mirarlas, burlándose de él.

Ellas, testigos mudos de sus delitos, lo miraban también desde la lejanía, calladas, sin dedo acusador, pero negándole el sosiego que sabían dar a las almas puras cuando en noches solitarias levantan sus ojos al cielo  buscando consuelo.

Las serpientes no tienen corazón y las estrellas lo saben.


Isabel Salas

jueves, 1 de junio de 2023

IMPERFECTA




Nada en mí es perfecto, nada. 

Nunca tendré esclavos a mis pies y nadie me jurará amor eterno. Sé conducir y masturbarme, así que puedo ir sola al mercado y no me faltarán jamás ni un orgasmito ni un kilo de patatas.

Mis imperfecciones rozan el virtuosismo, con gracia tal, que la desgracia suelta la carcajada. Será, tal vez, gracias a ellas, que mi sonrisa cada día es más ancha y las camas sin hacer se parecen cada vez más a las canas sin pintar cuando mis ojos las miran o mis dedos las tocan.

Ser imperfecta y llena de defectos, me salvó de ser una princesa rodeada de nubes en un reino encantado lleno de falsos sapos. Aquí, en el mundo que habito, las calabazas  no tienen ruedas, el corazón es un músculo desprovisto de sueños y cuando lloro, que también lloro, ni las lágrimas brillan, ni los mocos tampoco.


Isabel Salas



lunes, 20 de febrero de 2023

DIEGO



Diego lloraba detrás del muro que él mismo había levantado.

Sus lamentos rompían el corazón de los que desde fuera escuchaban aquellos gritos tan tristes. Sus sollozos exhalaban soledad y suplicaban por amor.

Una mujer, conmovida por su dolor y enamorada de su aparente sinceridad, le pidió un día que la dejase entrar. Él escuchó atento la propuesta y analizó detenidamente las consecuencias de dejarla entrar. Por una lado ella atendia

después levantó más alto el muro, mucho más alto, con mucho esfuerzo. Descansó unas horas y tras recuperarse recomenzó su rutina de gritos y lamentos.

El muro funcionó.

Nadie más volvió a interrumpir su agonía.

Isabel Salas




sábado, 5 de noviembre de 2022

SI PUDIERA











Si te pudiera decir lo mucho que te amo, te contaría como imaginé miles de veces hacerme vieja a tu lado y como dormiríamos abrazaditos hasta que uno de los dos se fuera.

Te volvería a cantar aquellas canciones que cantábamos en el coche volviendo de la playa y te pediría que me contaras de nuevo aquel chiste sobre el borracho vasco y el robo en la joyería. 

Si te pudiera decir lo mucho que aún te quiero, a pesar de todo lo que pasó desde nuestro último beso, te diría que no olvidé nada tuyo, ni la forma de tu boca, ni el tacto de tus manos, ni el olor de tu piel, ni como mis labios se deslizaban sobre ella cuando te besaba todos los milímetros cuadrados y te recorría como si yo fuera un tren ruso y tú, esa vía transiberiana que junta lo posible y lo imposible como una cicatriz de mapa del tesoro.

Si pudiera, me gustaría decirte que me quema saber que eres feliz sin mí, pues yo no pude aprender a serlo completamente al faltarme tú. Soy feliz a cachitos, a momentos, a empujones, pero no a tsunamis como era la felicidad que me inundaba, apenas por ir contigo de la mano.

Te diría que a tu lado todas las películas me gustaban, me apetecía cantar todas las canciones y todos los helados me parecían igual de apetitosos. Ahora necesito determinadas películas, algunas canciones y sabores concretos de helado para que mis sonrisas se parezcan a aquellas que  brotaban a tu lado como el sol lo hace cada mañana, inevitable y sin pedir permiso.

Te diría que aún te quiero porque no supe dejar de hacerlo y aunque no espero que saberlo te haga volver a quererme, sí me gustaría que lo supieras, como yo sé que las ballenas emigran hacia el sur y no por eso espero que me visiten.

Me gustaría decirte que creo que te perdoné o al menos lo intenté y que mi amor sigue aquí, intacto, sagrado, inmortal, lo desees o no, lo correspondas o no.

Que mi amor por ti, es mío.

Es libre, es eterno y está vivo. Me habita, me acompaña y cada día, antes de dormir, me da un beso  de buenas noches.

Isabel Salas


viernes, 9 de septiembre de 2022

SOÑANDO EL AMOR




Los grandes amores no se merecen. Los grandes amores se conquistan, se lucha por ellos sin excusas ni dudas y poco a poco, centímetro a centímetro, se gana uno el derecho de vivirlos en plenitud.

No son para cualquiera los grandes amores. Son, simplemente,  para los que no tienen miedo de amar y no se escudan en miles de disculpas del pasado para justificar su falta de valor. Son, en definitiva, para los que saben que el corazón se cura porque está vivo y todo lo vivo encuentra la manera de seguir viviendo aunque lo aplasten y lo troceen cientos de veces.

Por eso, por estar viva y ser valiente es que pude amarte y por eso mismo es que tú, ni pudiste ni quisiste amarme a mí. Por eso yo pude enamorarme de ti y tú sigues enamorado del amor esperando que así, te llueva uno que te moje hasta los huesos.

Tú miras el mar buscando consuelo para tu soledad y yo, ya me saqué casi toda la arena de los zapatos. No toda, reconozco que aún quedan algunos granitos que incomodan al andar, me queman la piel, la hieren, la arañan a cada paso que me aleja de ti haciéndome sangrar, pero estoy andando y mirando al futuro mientras tú sigues ahí, sentado y solo en la misma piedra donde te encontré.

Anclado, varado, mirando al pasado.
Soñando con un gran amor.

Isabel Salas



sábado, 4 de junio de 2022

DE VUELTA


Algunos abismos, en vez tragarnos y hacernos desaparecer en el oscuro infinito, resulta que, inesperadamente,  demuestran ser dignos de estar entre los mejores profesores que la vida nos tenía reservados. Nos enseñan de qué estamos hechos, nos sirven de espejo para mostrarnos quienes somos en realidad, nos dan la oportunidad de aprender, de mejorarnos y de conocer personas a las que nunca habríamos conocido si no hubiéramos reunido el coraje necesario para saltar y lanzarnos al vacío.

Esos vacíos tan didácticos, existen, no lo dudes. Son tan inhóspitos que lamentas no tener las mismas vidas que tu gato (o la mitad) para poder morir un ratito y descansar un poco de sentir pánico mientras esperas a que se active la próxima vida y así, poder continuar cayendo por ese túnel oscuro que un día, te pareció la alternativa más viable. Ese espacio negro en el que te zambulliste cuando te percataste de que quedarte sin saltar era la muerte segura y lanzarte a lo desconocido, tal vez ofreciera alguna oportunidad de sobrevivir, caso los milagros existieran y los finales felices estuvieran hechos también para gente como tú.

Nadie debería pasar por eso, pero todos los días alguna persona en este mundo, opta por salir de su "zona de confort" cuando entiende que lo conocido es totalmente letal y previsible. Hay una sentencia inevitable a punto de ser anunciada  y la única alternativa de salvación, es la salida desesperada.

Seguramente muchos mueren en ese abismo, tras ese salto sin paracaídas. Esas decisiones se hacen precipitadamente, sin planes elaborados llenos de as y bes, se producen en uno de los últimos segundos de cordura, o tal vez en el primero de locura, aún no lo sé muy bien, pero si sé que suelen terminar muy mal, y sin embargo otras veces, porque el destino es caprichoso y la vida un festival de sorpresas,  acaban muy bien. 

Terminan bien porque inesperadamente, encontramos manos tendidas, voces amigas, consejos útiles, gente que se la juega con y por nosotros y sobre todo, el abismo insondable nos obliga a encontrar las fuerzas para confiar en esas manos y creer en esas voces. El frío nos permite escuchar esos consejos y nos incentiva a abrazar sin miedo a las personas que se la juegan por nosotros. 

Y es venciendo ese miedo que volvemos a ser aquellas personas que un día fuimos y es ese el momento en que dejas de caer en caída libre y comienzas a flotar y a ver frenada tu velocidad de impacto. 

Es cuando el abismo deja de estar tan oscuro y puedes entreabrir los ojos por pocos segundos y ya no parece tan oscuro, y es cuando empiezas a pensar en otras posibilidades y el miedo se hace cada día más chiquito, y la esperanza cada semana, más grande, hasta que un día sientes algo duro debajo de tu pie y tanteas con cuidado antes de abrir los ojos de par en par y resulta que has llegado al final.

Y no has muerto.

Hace sol.

El día se presenta como el primero de otros días fuera del abismo al que un día saltaste empujado por el terror, y hoy, ese mismo agujero, te devuelve al mundo transformado en una mejor versión de ti mismo, con aquella sonrisa que solías tener cuando los abismos no existían.

Y un amigo querido ve tu foto y te dice que hace años no veía esa sonrisa en tu rostro y tú, por fin, puedes salir a la ventana y pedirle al sol que te acaricie, que te reconozca y diga tu nombre: estás de vuelta.

Isabel Salas


domingo, 15 de mayo de 2022

ESCRIBIR



Escoger las palabras exactas para escribir, es contar balas o dar patadas en huevos enemigos. Dar golpes en  cosas que me asustan, unas porque parecen muertas y podrían convertirse en fantasmas delante de mis ojos y otras, porque se mueven demasiado y remueven el aire y mis entrañas o las cosas que flotan o lo que respiramos con abusada intensidad

Escribir es mi manera de morder,  de arañar, de besar, de hacer que te cabrees con la tenue esperanza de que revientes o vengas a ordenarme el armario, o a arreglarme la acera que volvió a levantarse hace unos días por culpa de la misma raíz del mismo árbol del mismo vecino. Aquel que siempre nos miraba cuando me besabas antes de irte.

Es imaginar que vuelo, que sobrevivo, que permanezco aquí o entera, mientras me parto y el crujido se aleja hacia Saturno imitando una ola sin surfista.

Fantasear que pertenezco a alguien, que poseo,  que puedo, que estoy, que me voy cuando vengo y regreso.

Un manera que ni siquiera es mía, pues yo no la inventé, ni la compré. Caí en ella cuando caí en el pozo negro del desconsuelo, y sin querer, acerté con la forma de elevarme de nuevo, diciendo cosas que no pensaba, gritando, abriendo la boca de la mente, dejando los sonidos derramarse para afuera de mí.

Los proyectiles nunca piensan, ni las palabras de hacer poemas. No se meditan. Como las balas de las armas, brotan  del cañón de nuestras almas. salen al mundo y matan al que encuentran en el camino. 

Sin pasión ni rencor.

Es es su trabajo  y nadie culpa al pozo por existir ni al poeta por disparar poemas para salir.

Isabel Salas

domingo, 3 de abril de 2022

SIN BESOS


Pasear por una ciudad donde nunca has besado, es sentirse delante de todas las puertas cerradas del mundo y no saber como hacer para que alguien abra una de ellas y, con una sonrisa,  te invite a un café en una cocina que huela a navidades.

Las puertas cerradas siempre tienen ese misterio agridulce de las promesas que otros intercambian en el banco de al lado. Funcionan casi con las mismas palabras mágicas que los corazones escarmentados o los árboles desnudos. A veces conseguimos encontrar el abracadabra que rompe el hechizo y nos permite traspasar todos los umbrales y todas las murallas y otras no.

Otras te tienes que conformar con mirar las promesas desde fuera y oler las cocinas a lo lejos, con escuchar las caricias desde el banco vecino y aprender a cerrar los ojos para que tu amigo el sol pueda acariciarte cuando, al borde del agotamiento, decidas descansar apoyando la espalda en alguna pared, de alguna esquina, de alguna ciudad donde nunca hayas besado.

El sol es tan nuestro, que no importa si nos encuentra andando por nuestro barrio o por el barrio de una ciudad ajena, siempre nos reconoce, siempre nos acaricia la mejilla con su roce amarillo, y a veces, cuando se alegra mucho de vernos, se mete en las hojas doradas de otoño y las hace brillar con su fuego. Después se desprende de los árboles, nos cerca, nos besa y nos hace sentir menos solos en medio de tantas puertas cerradas.

Más calientes, más amados.

Mucho menos extranjeros.

Isabel Salas  





martes, 1 de febrero de 2022

EL SIMULACRO


Aprender a engañar a los demás fue el camino de mentiras que lo llevó a escalar, paso a paso, la cumbre del cinismo. Cuando por fin consiguió engañarse a sí mismo y empezó a creerse sus propias mentiras, su corazón, derrotado, dejó de latir y comenzó a fingir al igual que su dueño.

Ya no latía, entró en el modo simulacro

El ruido que salía de él, parecía el ruido común de cualquier reloj de corazón, así, como las palabras de amor que pronunciaba o escribía el hombre a quién había servido, parecían ser palabras de amor sincero a los ojos del mundo.

Sólo dos ojos lloraban la muerte en vida de aquel poeta, pues sólo ellos sabían ver el disfraz con el que él envolvía sus últimas poesías. Dos ojos decepcionados, creados para leer verdades, sonreír con los versos de amor y emocionarse con la belleza de la sinceridad que enciende la llama de los poetas.

Dos ojos que sabían escuchar los latidos que palpitan en cada letra de poema y que cuando dejaron de escuchar los suyos, se cerraron despacio tratando, inútilmente, de contener las lágrimas.

Cuando una musa llora, lloran la vida y la poesía entera.

... y hasta los corazones, que ya no laten, lloran con ella.

Isabel Salas




miércoles, 17 de noviembre de 2021

ME GUSTO


Me gusta mi nombre 
dentro de tus besos.

Me gusta mi luz, 
espejada en tus ojos.

Me gusta mi pelo,
cuando, feliz,  
acaricia tus dedos.

Me gusto yo contigo,
yo con tú
yo enterita.

Cuando tú estás
conmigo,
me gusto yo.

Isabel Salas

domingo, 4 de julio de 2021

DOLORES


Dolores Castillo siempre tuvo una relación extraña con su propio nombre. Por un lado, era el nombre heredado de su querida abuela materna, y eso la llenaba de orgullo delante de las otras nietas, pero por otro, detestaba la cara de extrañeza de los amigos extranjeros cuando comprendían el significado de la palabra y ella tenía que aclarar que en España, a las niñas, se les ponen esos nombres tan chocantes sin que nadie lo impida ni salga en su defensa.

En centenas de circunstancias diferentes había tenido que explicar que es costumbre, que como lo de los toros, es tradición y no se cuestiona, que son nombres de toda la vida y además, añadía, a las Dolores se las puede llamar Lola que es menos tétrico, o Lolita, que es mucho más sexy y evoca cinematográficamente esa imagen de puta jovencita con labios sensuales y pelo largo. Pero que ella, finalizaba, nunca quiso llamarse Lola ni Lolita. 

Nuestra Dolores había decidido asumir el nombre y vestirlo con gallarda entereza, sin paliativos ni eufemismos, incluso podríamos decir que con una cierta dosis de amnesia y se negó a admitir que podría venir acompañado de una especie de profecía negra de la que le sería imposible huir.

La vida le demostró lo contrario.

No había manera de escapar a la sucesión de desdichas que siempre la acompañaba. Sus ojos se fueron pareciendo cada vez más a los de su abuela, ojerosos y tristes. Lloró lágrimas de amor, de desconsuelo, de carencias materiales y de todo cuanto pueda explicar un llanto amargo  e interminable.

Tras varias relaciones rotas sufriendo malos tratos y tristezas varias, se conformó con una vida sin pareja y decidió ser madre soltera, entre otras cosas para prevenir un litigio por custodia o cualquier desgracia de las que las separaciones les traían a sus amigas mejor bautizadas.

Después de cuarenta horas de parto tuvo una hermosa niña. Estaba agotada, realmente exhausta y al mismo tiempo, feliz como desde hacía años no se sentía. Cuando el médico le preguntó como iba a llamarse la nena, se sintió renovada y cercana a aquella niña valiente que un día ella misma había sido, la que se negó a aceptar la maldición del nombre y nunca quiso ser la "lolita" de nadie. Sin dudarlo un segundo, inspirada por esa rebeldía que siempre la hizo desafiar al destino respondió: Orgasmos Castillo.

Sin perder la sonrisa y el brillo renacido en sus ojos tomó a su bebé en brazos y la acunó con ternura.

- Tú si vas a divertirte hija mía.

Isabel Salas

sábado, 5 de junio de 2021

FLORIDA RIMA



Niña,
siéntate bien.
Junta las piernas.

Las señoritas que se comportan,
usan sostén,
saben callarse,
nunca contestan, 
jamás replican.

Las niñas buenas
saben  guisar.

Aprenden a servir
grandes almuerzos
y hacen centros de mesa
con coles y mastuerzos.

Nunca denuncian jueces,
jamás follan por gusto.
Comentan sus preñeces,
y eliminan el susto
aguantando el aliento 
y contando memeces.

Yo no salí tan buena.
Yo no me quedo quieta.

No guardo cuarentenas 
ni ofrezco otra mejilla.
Te mando a hacer puñetas,
levanto mi barbilla 
y me cago en tus muertos.

Inicio una guerrilla,
y me junto con tuertos.

Y a quien me subestima
y a quien me da por lerda,
los envío a la mierda,
con mi cuidada prosa 
o mi florida rima.

Isabel Salas

sábado, 16 de enero de 2021

BREVERÍA - JUSTICIA-


La vida suele, al final,
de una manera ejemplar
premiar al que más sufrió 
 y joder a quien jodió.

Isabel Salas


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miércoles, 6 de enero de 2021

LA SELECCIONADORA




La profesora Hergueta aguarda en el pasillo a que la directora la atienda. El primer botón de la camisa abrochado, el pelo impecable, la ropa impoluta y el gesto adusto. Prefiere permanecer de pie aunque sabe que tal vez tenga que aguardar más de treinta minutos. Esperar en pie con los zapatos de tacón brillantes siempre le produce un cierto placer. Procura mantenerse lo más quieta posible, reparte el peso equitativamente entre ambas piernas y disfruta el dolor en las plantas de los pies y en los talones, que dicha posición le produce al cabo de pocos minutos. Por eso siempre llega antes de los horarios marcados.

Lleva en la mano  derecha un abultado sobre verdoso con las fichas completas de los alumnos seleccionados. Esta vez son quince, hay más niños que niñas, en otras ocasiones sucede a la inversa, pero ese es un detalle sin trascendencia ante lo que verdaderamente importa,  que es la calidad de los alumnos seleccionados y la veracidad de los datos aportados.

Todos los alumnos de la lista han sido cuidadosamente escogidos por ella durante dos agotadores años. El papel de la directora será mucho más sencillo, una vez que Hergueta le entregue el sobre, ella sólo deberá encaminarlo a la Secretaría Regional de Educación. Desconoce  cual es el criterio usado por la profesora Hergueta para seleccionar a unos alumnos y no a otros, y tampoco sabe exactamente para qué son elegidos.

Normalmente, cada dos o tres años recibe una llamada del Ministerio anticipándole que la Seleccionadora asignada a su centro le entregará un sobre verde en los próximos días, para lo cual debe marcar una cita.

Ignora que los alumnos y alumnas cuyos nombres aparecen en la selección que le van a entregar en pocos minutos, irán siendo eliminados a lo largo de los próximos años y todos ellos estarán muertos antes de cumplir los veinte. Fallecerán en diferentes accidentes, adolecerán inesperadamente de enfermedades raras e incurables, sufrirán infecciones comunes que se complicarán de forma inesperada o se suicidarán. Tampoco sabe que tras la puerta de su despacho, Hergueta acaba de sacar otro sobre del bolsillo interno de su chaqueta. Es un sobre mucho menor, negro, lacrado con varios sellos que garanticen su inviolabilidad. Dentro solo hay un nombre. Raramente los Seleccionadores entregan un sobre de estas características a los directores de los centros educativos donde están asignados. De hecho muchos directores nunca han visto ninguno, saben que existen pero se jubilan sin haber visto ninguno.

A lo largo de su dilatada trayectoria profesional de treinta años, es la segunda vez que Hergueta selecciona un alumno o alumna cuyo nombre termine en el sobre negro. Por tanto, a pesar de su carácter frío y sus emociones perfectamente controladas,  no consigue evitar que sus dedos tiemblen casi imperceptiblemente mientras comprueba por enésima vez la perfecta apariencia de los sellos y la opacidad del papel empleado. Todo impecable. Nadie podrá leer el nombre de la chica seleccionada hasta dentro de unas semanas en el Comité Nacional de seleccionadores, después de que el comité Regional lo remita para allá.

Ese día, ella  también esperará al otro lado de la puerta, y como hoy estará aguardando a que la inviten a entrar para hacer la defensa de la niña seleccionada, justificar su valía y conseguir convencer a los demás seleccionadores de que la alumna merece vivir. Martina Roché no sólo es una psicópata como los otros niños cuyos nombres y datos resguarda el sobre verde, ella es la peor de todos.

Así como un día Edurne Hergueta fue seleccionada por ser la más peligrosa sociópata de su escuela, hoy ella ha seleccionado a esa niña rara de mirada distante y gestos hoscos. Pretende pedir licencia y retirarse al Centro de Entrenamiento de donde salió hace treinta años, para educarla personalmente. Si todo sale como ella espera preparará personalmente a su sustituta. 

Hace décadas que el gobierno lleva a cabo esa discreta limpieza social de elementos potencialmente problemáticos y desde entonces han bajado considerablemente los índices de violencia y conflictos familiares o sociales.

La sociedad del siglo XXI no está dispuesta a permitir olas en sus mansa aguas y los Seleccionadores se encargan de extirpar de raíz el posible elemento perturbador. Para las personas comunes es difícil distinguir a los niños que eventualmente deben ser retirados de la sociedad, pero para Hergueta no.

Nadie reconoce a un psicópata mejor que otro psicópata.

La sociedad nunca debe sospechar que está sucediendo esta limpieza. La misión de los seleccionadores es decidir quién vive y quién muere, y entre los que deben morir, escoger al peor, al más cruel y despiadado para que viva. Por primera vez en treinta años de servicio, una pequeña lágrima pugna por nublar su mirada al imaginar el día en que otro Seleccionador guardó su propia ficha en un sobre negro como el que ella sostiene. Decididamente ha llegado la hora de retirarse.

Tendrá que usar toda su experiencia para transformar a Martina en un monstruo.


Isabel Salas

martes, 14 de julio de 2020

HEROÍNAS



Las dos juntas, comiendo mandarinas,
en nuestra intimidad compenetrada,
cuidamos la salud debilitada
compartiendo las dulces vitaminas.

Luchamos por hacernos heroínas
abrazaditas cada madrugada,
esperando la luz de la alborada
que atraiga a las oscuras golondrinas.

Nos acompañan risas y poesías, 
la perra Kika y la gata Pandora
que alivian la inquietud de nuestros días.

Y aunque la oscuridad sea opresora,
compartimos sueños y fantasías
sabiendo que pronto vendrá la aurora.

Isabel Salas




domingo, 8 de septiembre de 2019

ODA A LOS HUEVOS PERUANOS



Tengo una cosa en mi mano, 
que nadie podrá creer,
es un huevo  peruano
que no es un cojón cualquier.

Peludo como un caniche, 
durito y arredondado
sabroso como el cebiche,
amo tenerlo a mi lado.

Este huevo inteligente
compañero y parlanchín,
es la envidia de la gente
y la flor de mi jardín.

Sonríe cuando le escribo
suspira cuando me voy,
Vivir sin él no concibo
por lo contenta que estoy.

Isabel Salas