Los grandes amores no se merecen. Los grandes amores se conquistan, se lucha por ellos sin excusas ni dudas y poco a poco, centímetro a centímetro, se gana uno el derecho de vivirlos en plenitud.
No son para cualquiera los grandes amores. Son, simplemente, para los que no tienen miedo de amar y no se escudan en miles de disculpas del pasado para justificar su falta de valor. Son, en definitiva, para los que saben que el corazón se cura porque está vivo y todo lo vivo encuentra la manera de seguir viviendo aunque lo aplasten y lo troceen cientos de veces.
Por eso, por estar viva y ser valiente es que pude amarte y por eso mismo es que tú, ni pudiste ni quisiste amarme a mí. Por eso yo pude enamorarme de ti y tú sigues enamorado del amor esperando que así, te llueva uno que te moje hasta los huesos.
Tú miras el mar buscando consuelo para tu soledad y yo, ya me saqué casi toda la arena de los zapatos. No toda, reconozco que aún quedan algunos granitos que incomodan al andar, me queman la piel, la hieren, la arañan a cada paso que me aleja de ti haciéndome sangrar, pero estoy andando y mirando al futuro mientras tú sigues ahí, sentado y solo en la misma piedra donde te encontré.
Anclado, varado, mirando al pasado.
Soñando con un gran amor.
Isabel Salas