Y he aquí,
que en medio de la hecatombe,
una ardillita de Viena,
antes que mi alma se combe
doblada por el dolor,
me obsequia con una escena
que a los perversos humilla
cuando acerca su mejilla
a la una magnífica flor
que simboliza el dolor
que a nuestro siglo
mancilla.
Entre cambios de gobiernos,
elecciones, votaciones,
terremotos, desconciertos
corrupción y vacaciones,
esta ardillita ejemplar
con su gesto peculiar
nos recuerda que abrazar,
besar, oler, disfrutar
acariciar y mecer,
son sinónimos de amar.
Isabel Salas