Hay
mujeres hechas de agua.
Hembras que funcionan con la luna,
movidas por mareas de deseos
que nadan dentro de ellas.
Mujeres fabricadas para fabricar agua
y servir de torrente,
de fuente,
de descanso de todos los guerreros
que buscan descansar.
Beber.
Nadar.
Amar
Ellas también tienen sangre,
huesos, carne,
cabellos...
piel...
Tienen miradas y olores,
tienen músicas y llantos
vida y muerte.
Como todas las cosas que respiran
tienen principio
y fin.
Pero debajo de todo,
tienen el manantial del que mana el agua santa.
Una fuente secreta que pocos encontraron
de aguas cristalinas,
perfumadas,
benditas.
El agua de las putas.
Agua de fuego,
del bendito fuego santo y puro
de las santas putas benditas.
Agua de vida,
de orgasmo
de cerrar los ojitos
y confiar.
Agua de entrega,
de sexo puro y duro,
de pureza feroz de lobo salvaje
que cuando chorrea enciende las
estrellas
haciéndolas cantar
y sonreír.
Y hay hombres que lo saben.
Hombres afortunados que han visto que es verdad.
Ellos han quemado los cielos
y han escuchado cantar a los astros,
los han visto bailar al son de la música de agua
que brota cuando brota
el agua de mujer.
Son hombres sabios,
capaces, generosos, osados.
Hombres guerreros que descansan y gozan
en las aguas puras
del río secreto de las almas benditas.
Isabel Salas
Poema del libro
Poema del libro
NAVAJA DE LLAVERO