Los huesos que te sustentan,
se rompen.
Las huelgas también,
se pueden romper.
se pueden romper.
Los vestidos arrancados.
Los silencios,
quebrados por los ruidos.
Los dientes, por caídas.
Los cántaros,
rotos de tantas idas
rotos de tantas idas
a las fuentes de los refranes.
Se rompen los diques,
las fotos, las cartas.
Las ventanas.
Las gafas de cerca,
los tratos.
Las puertas de armario.
Hasta las cadenas se pueden romper.
Las caras.
Los culos, los corazones,
destrozaditos.
Los ascensores.
Las promesas también,
los coches, los paraguas,
los vídeo juegos
y yo.
Isabel Salas