jueves, 25 de noviembre de 2021

PARISES


Algunas noches, ante algunos fuegos, he sentido la necesidad imperiosa de alimentarlos quemando algunas cosas que nunca imaginé quemar. Es tan fácil dejarse llevar por ese entusiasmo piromaníaco, espontaneo y casi  infantil de ver arder algunas cosas... 

Faldas que nos recuerdan momentos grises, dibujos de niños que ya han crecido, Romas, fotos que no significarán nada para nadie ahora que ya no significan nada para mí, Troyas, zapatos, Parises, camisas, Lisboas, tickets de teatro, fábricas textiles con humos morados, cartas del banco, carnets de biblioteca, talonarios del banco Santander de alguna cuenta conjunta, otra camisa, el otro zapato, una caja de madera de guardar recuerdos y otro montón de cosas que sólo echo de menos cuando me olvido que las quemé y las busco para mirarlas a los ojos.

Y entonces no sé si algunos fuegos me convocan, sin querer, a hacer tonterías,  si algunas cosas nacieron para ser quemadas, antes o después, o si el problema soy yo, que me dejo embrujar por las llamas y termino quemando algunas cosas que no había imaginado quemar nunca y luego quiero volverlas a mirar y ya no están y me quedo desorientada y triste sin poder leer los dos nombres juntos en los putos cheques de la maldita cuenta conjunta del banco Santander, sucursal Larios, nueve.

No sé si la culpa es mía por ser una piromaniaca infantil arrebatada por entusiasmos espontáneos irresistibles o es de algunos inviernos, que son demasiado fríos y duran demasiado o de algunas noches, que se llenan de fuegos muertos de hambre, habitados por llamas que se ríen de mis fotos y de mis Parises y simplemente, se los quieren comer.

Isabel Salas

miércoles, 17 de noviembre de 2021

ME GUSTO


Me gusta mi nombre 
dentro de tus besos.

Me gusta mi luz, 
espejada en tus ojos.

Me gusta mi pelo,
cuando, feliz,  
acaricia tus dedos.

Me gusto yo contigo,
yo con tú
yo enterita.

Cuando tú estás
conmigo,
me gusto yo.

Isabel Salas

sábado, 6 de noviembre de 2021

OLORES TATUADOS



El olor de pan, 
de suelo limpio, 
de flan de abuela. 


El olor del mar, 
de zapatos nuevos, 
de bola de nieve, 
de las colonias que usaban 
las personas que nos gustaban. 

De pelo de madre, 
de coches de amigos, 
de fila de circo.

Olores buenos de momentos buenos 
que nos hacen buenos.

Olores tatuados dentro de nuestros recuerdos 
que sirve de moneda de rescate 
para los días grises en que la vida se levanta mafiosa 
y nos secuestra la alegría.

Para joder un poco, 
sin maldad, 
sin mala intención... 

Ya sabéis como es ella a veces, 
tan jodida, 
la jodida vida. 

Isabel Salas


DEL LIBRO: NAVAJA DE LLAVERO



miércoles, 3 de noviembre de 2021

TRISTEZA DE GOMA

He estado tantas veces triste y por tantos motivos que al final mi tristeza ha evolucionado, ya no es abstracta ni inmaterial, se transformó en algo tangible, rebota como una bola de goma y antes de que me de tiempo a sentirla, da un bote, se escapa por la ventana y sale corriendo calle abajo. Parece una de esas piedras que saltan en los ríos, sin ruido ni futuro.
Las piedras se las traga el agua y a mi tristeza se la traga el mundo, con su hambre de monstruo que todo lo engulle, hambre de cosas feas o bellas, todo le sirve.

Hasta el derecho a saborear mi tristeza intangible, me ha sido vetado con el tiempo, como si ya se hubiera gastado mi cupo de sinsabores y el Dios de las bolas de goma hubiera encontrado ese recurso milagroso para mimarme. Misericordiosamente transforma mis penas en pelotitas de colores y es todo tan rápido, que a veces tengo que esforzarme mucho si quiero mirarlas, pues dispongo de pocos segundos antes de verlas saltar alejándose de mí. Corren tanto que antes de saber porqué estoy triste, las penas malditas ya se alejan sin decirme adiós. 

Ni hola me dicen, ni cómo estás... y yo no sé que hacer...si correr detrás de ellas para mirarlas o cerrar mis ojos y empujar las lágrimas para adentro antes de que salgan a desperdiciarse  llorando penas que se van sin despedirse.

Isabel Salas