sábado, 5 de junio de 2021

FLORIDA RIMA



Niña,
siéntate bien.
Junta las piernas.

Las señoritas que se comportan,
usan sostén,
saben callarse,
nunca contestan, 
jamás replican.

Las niñas buenas
saben  guisar.

Aprenden a servir
grandes almuerzos
y hacen centros de mesa
con coles y mastuerzos.

Nunca denuncian jueces,
jamás follan por gusto.
Comentan sus preñeces,
y eliminan el susto
aguantando el aliento 
y contando memeces.

Yo no salí tan buena.
Yo no me quedo quieta.

No guardo cuarentenas 
ni ofrezco otra mejilla.
Te mando a hacer puñetas,
levanto mi barbilla 
y me cago en tus muertos.

Inicio una guerrilla,
y me junto con tuertos.

Y a quien me subestima
y a quien me da por lerda,
los envío a la mierda,
con mi cuidada prosa 
o mi florida rima.

Isabel Salas

miércoles, 2 de junio de 2021

NEFELIBATA





Desde el desesperado acmé 
de mi nostalgia,
desgalichada y rota,
por enésima vez,
me senté a terminar 
este poema. 

Abuhados versos de rimado sema,
que puedan mitigar 
mi cardialgia
e inundar ¿Por qué no?
de sutil esperanza
la soledad perenne
del grafema.

Siempre nefelibata y soñadora,
todavía confío en tu regreso,
y entre jipidos de exasperación,
ansiosa, aguardo el retornar
del amor nueso.

Envuelta en barbiana consunción
nace y rebrota
expectante y tenaz
la ilusión amorosa 
que sana el corazón
de mi alma rota.

Isabel Salas

martes, 25 de mayo de 2021

DEMASIADO FRÍO


Hasta que el muerto no es tuyo
no ves lo quietos que están
los muertos de los demás.

Lo callados.

Y te acercas a tu muerto,
y lo tocas...
y está frío.

El calor que lo movía se acabó
y yace yerto.

Su sudor
hecho rocío.
A tu mente vienen raudas
escenas de lo vivido.

Abrazos, caricias
risas,
se van vistiendo de olvido
con pausas, dolor
y prisas.

El cadáver de tu muerto
ya no recuerda su nombre,
lo llamas,
y no responde.

No funcionan las palabras 
sin calor,
ni funcionan las sonrisas
cuando te estruja 
el dolor.

Y van pasando los días, 
las noches, las estaciones,
nuevas flores en los huertos
y llegan tardes de invierno
con el frío de otros muertos
 a preguntarte por qué
no dejaste una mantita,
cuando cerraron un día
la cajita
de tu muerto.

Isabel Salas
Del libro TE CONTENGO
Poema DEMASIADO FRÍO

jueves, 20 de mayo de 2021

PODRÍA



Te juro que podría
escribir sobre piedras,
si me empeñase,
si me lo propusiera, 
o si de veras,
lo desease.

Piedras hermosas,
esquinas de mi barrio,
o cubiertas de yedras,
azulejos o losas,
escalón donde el zarrio
contempla las baldosas.

Te juro que hablaría,
si yo quisiera,
de la belleza etérea
 del verde limonero
o la textura,
 arenosa y cremosa
del bello albero.

Poder... podría,
pero no quiero.

Ni del olor divino
de las preciosas rosas,
ni del perfecto trino
de las canoras aves
 maravillosas.

Me gusta más hablar
del clítoris voraz,
de mujeres nacidas
para amar y llorar.

De espaldas arañadas,
de noches sin dormir,
de barrigas preñadas,
de nacer y morir.

Me gusta más besar 
que dormir o soñar 
y me gusta vivir,
comer, caer, beber
y fornicar
para poder después
sonreír, 
recordar, escribir
y firmar.

Isabel Salas

POEMA PODRÍA
Del libro, TE CONTENGO, 2017





martes, 18 de mayo de 2021

LAS COSAS POR SU NOMBRE


 


Últimamente, en parte debido a la nueva anormalidad y en parte a causa de la tradicional estupidez clásica de toda la vida, existe una tendencia o trending de rebautizarlo todo. Y cuando digo todo quiero decir all.

A las mujeres embarazadas se las llama personas gestantes y a nuestros hijos producto. Al acto de mantenerse apartado de la gente se le llama distancia social y a la censura se la conoce como filtro de contenidos, aunque igualmente se la reconoce.

Un montón de gente invadiendo España convocados por el Comendador de los Creyentes, está siendo llamado crisis migratoria y a los niños que forman parte de ese flujo humano se les sienta (relocaliza) en una playa para que se sequen antes de decidir qué hacer con ellos, ellas o elles. Al constatar que no están acompañados por ningún familiar adulto se les cataloga como menas. Algunos desaparecerán y nunca más sabremos de ellos.

Los que fabrican, venden y distribuyen drogas y vacunas son llamados de altruistas y  los revendedores de cualquier cosa, si usan internet para hacer negocios son conocidos como Big Tech, que sería algo así como llamarlos Gigantes Tecnológicos. Mucho mejor que  mercenarios, aunque estén al servicio de quien les pague más y un día dicen digo y al otro  Diego sin que se les mueva un chip.

Estamos en fin en plena era de los eufemismos aunque la llaman  Era de Acuario. Actualmente a espabilarse lo llaman despertar y a caerse del guindo le dicen irse a la quinta dimensión. Dejar de ser ingenuo es abrir los ojos y rezar pidiendo a Dios que nos ampare es vibrar. Ser políticamente correcto es dejar de joder, de ser crítico y de expresarte con sinceridad ante lo que ves.

Echo de menos la época en que las cosas se conocían por su nombre y podías hacer chistes sobre enanos, gordas, suegras o franceses. No había que estar escondiendo la verdad detrás de velos improvisados por políticas hipócritas e intereses perversos y, sobre todo,  la neolengua vivía en los libros de ficción. 



Isabel Salas

martes, 4 de mayo de 2021

PRECISAMENTE


Y justo ahora, que mis azules y mis anaranjados se vuelven grises, mis ojos y mi pelo aprendieron, por fin, a resplandecer sin luna o sin estrellas, emanando por sí mismos inesperados brillos, que nacen aleatoria y espontáneamente sin aviso previo.

Precisamente ahora, después de desprenderme de tanta basura mitocondrial, religiosa y social, he logrado dejar en el camino tanto lastre inútil, que mis baúles cargan ahora toneladas de espacio para que quepan en ellos todos los tesoros del mundo. 

Hoy, son capaces  de  guardar lo que tanto tiempo aguardaron y pueden al fin, cumplir la misión sagrada de atesorar momentos y  vivencias valiosas libres de tantas bisuterías fútiles.

Isabel Salas




miércoles, 14 de abril de 2021

MUCHO PEOR





Llovía.
Yo necesitaba un techo
y él, en su agonía,
un saco de boxeo
donde descargaría
la ingrata frustración
de su macheo.

Ambos cumplimos.
Los dos sobrevivimos
al contradiós 
de aquella yuntería.

Tras descampar retorné al mundo
rota, seca y dispuesta
a retomar mi rumbo.

Con cierto gozo,
desde el altar sagrado,
de su alma hueca,
él comprobó el destrozo
de sus manos amadas
y lamió sus heridas
ensangrentadas.


Podría ser peor.
Mucho peor sería
caso la sangre,
que su lengua lamía
sin pena ni tremor,
en vez de suya
hubiera sido mía

Isabel Salas






sábado, 10 de abril de 2021

QUESO RALLADO



Al perro del vecino le falta un pie.

No sé cómo se llama ese hombre, nunca he hablado con él, ni con nadie de su familia. Tampoco sé cómo se llama su perro, pero debo confesar que con él, ese peludo lleno de nervios y de estrellas en los ojos, sí he hablado.

Al principio eran palabras sueltas, un vete, un qué haces.

No es que fuera mi intención hablarle, pero no me quedó más remedio, pues cuando salgo, desde las afueras (donde vivimos) hacia el centro de la ciudad, (donde están el resto de las cosas), ese perro cabezón se viene conmigo.

Nuestras conversaciones se limitaban a un vuelve a casa perro imprudente, un no me sigas o como mucho, un no te conozco, un no me mires, e incluso, un agresivo no te voy a cuidar, pero supongo que debe ser sordo además de cojo porque no hace caso,  ni mucho ni poco.

Lo que sí le funciona muy bien es el rabo, lo mueve con tantos matices que es como si hubiera inventado, él solito, el lenguaje de señas para que los humanos pudiéramos comprender lo que dicen los perros.

En general no me gusta andar con perros sueltos por la calle, ni con los míos ni con los ajenos, porque hacerlo me hace temer miles de cosas. Que alguien se asuste, que lo atropelle un coche, que el animal pueda abalanzarse sobre una moto ruidosa y que el gilipollas que va montado en el trueno del infierno se caiga y encima quiera daños y perjuicios por sus putos dientes o lo que es peor, que el perro quiera entrar conmigo (y entre) en la tienda de la esquina, esa que lo vende todo a granel, y se ponga a comer ración de los sacos de comida de gato.

Que por lo que sea, a los perros, les encanta.

Por cierto, a mí lo que me encanta es comprar queso rallado a granel. En los paquetes de queso que venden en el supermercado nunca viene la cantidad ideal de queso que mi hija pequeña y yo gastamos en nuestros platos de espagueti. Si abrimos dos, sobra del segundo y si abrimos uno, nos falta para sentir que el día fue perfecto. 

Por lo tanto salir a dar un paseo y llegar hasta la tienda a comprar la cantidad exacta de queso rallado, es uno de esos placeres solitarios que, como la masturbación (ya sé que las ideas se asocian sin querer, al menos en mi pervertida mente), prefiero disfrutar sin un perro cojo a mi lado. Mi lado dramático y mi inclinación natural hacia lo romántico-festivo  se desbordan fácilmente, y acabo no entendiendo muy bien como mis pensamientos divagan plácidamente desde el inocente queso al onanismo, pero así es.

El caso es que este perro testarudo nunca hizo caso de mis quejas ni de mis amenazas. Con el tiempo, comprendí que por alguna misteriosa razón le gustaba acompañarme, y se volvería para su casa cuando le diera la gana a él y no cuando me pareciera bien a mí.

Así que poco a poco mis frases se fueron convirtiendo en conversaciones impregnadas de consejos y salpicadas de confidencias. Pasamos del vete, al ten cuidado con ese camión y paulatinamente, hemos llegado al hoy te voy a contar la tarde en que Manuel me desabrochó unos botones de la camisa mientras me explicaba, lleno de razones,  por qué no debíamos querernos ni gustarnos.

Pasamos del pinche perro cojo desobediente vete a tu casa que no eres mío, a llamarlo disimuladamente cuando voy al pueblo. Reconozco que me alegra el paseo cuando se viene y que los días que está distraído con otras cosas, lo echo de menos.

Aún no sé su nombre porque preguntarle a su dueño como se llama, me parece tan inconveniente como  preguntarle cual es el postre preferido de su hijo menor. Cosas que no se preguntan y ya está. Asuntos particulares.

Yo le digo vente, feo y él, se viene.

Le susurro discretamente perrito voy a por el queso, ven y te cuento lo de Ramón y el boicot a los productos de Tordesillas, o lo de aquel chico que me decía que mis manos eran de princesa y mis ojos de agua del arroyo claro y terminó queriendo convencerme de que el semen es bueno para la caries.

Y él, cuando puede, se viene conmigo a conversar y a caminar. Yo hablando alto con mis dos pies, confesándole todos mis crímenes y mis romances  poco a poco y él, con los tres suyos y sus contagiosas ganas de hacer amigos.

Nunca tenemos una discusión.

Con el tiempo terminé poniéndole un nombre secreto que sólo él y yo sabemos. Nunca fue mi perro, y nunca lo será, siempre será el perro de mi vecino, pero podría decirse,  sin faltar a la verdad, que somos amigos muy próximos.

Ya dimos muchos paseos y con el tiempo aceptó mis caricias además de mi compañía. Ahora hasta me lame y permite que le quite algunas pulgas.

Sin embargo, todavía no sé si le gusta el queso rallado.

Isabel Salas