Cuando hablas de muerte y despedidas lo haces para ponerle sonido a tus temores de viejo y no puedo negarte esa válvula de escape porque es derecho tuyo y además se ve que no comprendes el efecto que tiene esa verdad en mi o en las otras personas que te quieren. El que se va tiene derecho a irse despedido y con todas sus palabras
dichas, pero el que se queda quiere escuchar sólo las que consigue
soportar.
¿El derecho de hablar o el de no escuchar?
¿Debo frenar tus palabras ya que no puedo frenar tu partida?
¿ Está permitido?
¿Funciona?
Si te hace bien, hazlo. Si te aplace habla, pero con cuidadito y no disparando poesías sin previo aviso. Ninguna precaución evitará que al fin te marches o me marche yo. Ese billete de ida no tiene nada que ver con la duración del trayecto, ni con la cantidad de bultos y equipaje, puedo irme antes, a pesar de la edad, o puedes irte tú, nadie lo sabe.
Si soy yo quien me quedo...prometo buscarte en los charcos, en los lagos, en las aguas paradas que juegan a ser espejos y nos dan a los que no creemos en el cielo unas ventanas de nubes por las que asomarnos a los ojos de los amigos ausentes.
Si eres tú quien se queda ya sabes donde buscarme.
Isabel Salas
La foto de Angel Ortiz
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