Un caballo nuevo en un bosque nuevo lleno del vacío de siempre. Vacío que lo mismo puede venir de la soledad que baila a nuestro alrededor que de la sensación hueca de la falta de amor.
Cuando ella le
preguntó como había sido el viaje a través del bosque solitario, él le
contó que no había nadie, no había nada, ni bueno ni malo y que hasta
las sombras, por miedo, se habían retirado de aquel lugar maldito.
Sin embargo a ella le pareció una buena noticia. Feliz le respondió que no era miedo lo que había alejado a las sombras sino el respeto de los elementos apartándose del camino decidido del Hombre que sabe adónde va.
Sin embargo a ella le pareció una buena noticia. Feliz le respondió que no era miedo lo que había alejado a las sombras sino el respeto de los elementos apartándose del camino decidido del Hombre que sabe adónde va.
Él sonrió, pues sabía que ella quería ser el destino de su viaje y todo le servía para señalar el camino. Ella también, pues hasta los bosques le abrían paso a su cazador de mamuts y sabía que sólo era cuestión de tiempo rellenar el hueco de la falta de todo que los dos sentían separados.