Hace veinte años,
a esta hora, yo estaba en Campinas, una ciudad del estado de Sao Paulo,
comiendo un enorme plato de pasta porque mi ginecólogo quería hacer una
monitorización fetal y por lo visto después de comer las embarazadas sus bebés
se mueven más.
La hicimos y la
niña estaba bien. A pesar de tener una vuelta de cordón alrededor del cuello y
de mi ansiedad porque desde hacía varias horas sentía que se "movía
menos", todo indicaba que en pocas horas empezaría el parto y aunque yo
estaba muy preocupada le pregunté lo más sencillo, "si fuera tu hija,
esperarías a ver como se presentan las cosas o harías una cesarea?"
Él dijo, yo esperaría.
Decidí confiar en
él a pesar del miedo y de la preocupación por aquella vuelta de cordón. Regresé
a casa con mi marido y mi hermana y como dijo el doctor, a las pocas horas
empecé con las contracciones y a las ocho de la noche estaba llegando al
hospital.
Un poquito después
de media noche nació mi hija mayor, sin anestesia ni nada porque me dan miedo
las inyecciones y me pareció mejor estar espabilada y atenta para poder empujar
con ganas y terminar antes.
Mi hija hoy es una
mujer de la que me siento muy orgullosa, una persona a la que amo y admiro
mucho. Como hija me ha dado muchas alegrías y poquísimos disgustos y como
hermana es la alegría de mi hija menor, que ve en ella un ejemplo a seguir y
alguien a quien admirar. Ver el amor que se
tienen es mi mayor fuente de satisfacción, incomparable a ninguna otra cosa.
Ayer pasamos un
buen rato juntas, uno de tantos, uno de los muchos que hemos vivido y que
viviremos, sin más, sin alardes, sin que nada sea más especial que el simple
hecho de estar cerquita, sea en el mercado, en casa o en la heladería.
Mañana ella
celebra su cumpleaños, hoy lo celebro yo, pues le llevo de ventaja el tiempo
que la amé antes de nacer, sin saber como era o como serían sus ojos.
Veinte años no son
nada, eso ya lo sabemos todos los amantes del tango, pero cuando son el tiempo
de vida de un hijo, veinte años es TODO.
Os dejo la
cancioncita de Serrat sobre los hijos y lo mucho que se quieren y una foto con
mi niña hace muchos años en un paseo que hicimos al río Tieté.