Se llenó de pronto
el saco azul de mis deseos
como se llenan los estadios
para una final,
o los patios para los recreos.
para una final,
o los patios para los recreos.
Un lleno muy lleno,
completo y total.
Deseos
de cosas que nunca he tenido,
de cosas que nunca he tenido,
y otros más caseros.
Deseos
que tuve hace tiempo
y que con el tiempo perdí.
que tuve hace tiempo
y que con el tiempo perdí.
Algunos
sonaban igual que un latido
que late en los ecos de un sueño
que nunca dormí,
que nunca dormí,
y otros eran cascabeles
con ruido de plata
con ruido de plata
que olían a fiesta,
a luna,
a prohibido,
a luna,
a prohibido,
al vino sagrado que un día bebí.
De nuevo,
por fin,
por fin,
los deseos llenaban los huecos
del saco vacío.
del saco vacío.
Lo adornaban de nuevo
con flecos de ropa de baile,
perfumados con clavo,
clavel y canela.
Y todo iba bien.
clavel y canela.
Y todo iba bien.
Todo.
Hasta que fui
a enseñarte mi saco.
a enseñarte mi saco.
Feliz,
impaciente te busqué
impaciente te busqué
y te vi.
Te encontré llorando en la playa,
anhelando el pasado.
Añorando
el amor de tu álbum de fotos,
el amor de tu álbum de fotos,
la mejor, la primera.
La que supo robar tu verano
y te dejó
para siempre
para siempre
anclado y dañado
en la primavera.
Isabel Salas