jueves, 15 de agosto de 2019

SEMILLAS DE MAR



Otros traen las manos en los bolsillos, caramelos o monedas.

Algunos traen facturas del pasado, cicatrices dobladas entre los pañuelos, pastillas para dormir, para despertar, incluso para soñar o dejar de temblar, pero tú no, tú traías semillas de mar. Tus pantalones abultaban y tu sonrisa más aún. Me miraste a los ojos mientras rebuscabas  con tu mano derecha en el bolsillo y al sacarla me pediste la palma de la mía.

- Ten cuidado, que no se caigan, hay que escoger muy bien dónde se planta un mar.

Tenías razón, las planté en mi corazón sin pensarlo demasiado y mientras estuviste conmigo, fue divertido jugar juntos en la olas y descifrar los susurros de las caracolas. Lo malo es ahora, que te fuiste. No sé nadar sin ti y hay demasiada agua desbordándome.

Creen que son lágrimas.
Nunca vieron una semilla de mar mal plantada.

Isabel Salas