sábado, 16 de enero de 2021

BREVERÍA - JUSTICIA-


La vida suele, al final,
de una manera ejemplar
premiar al que más sufrió 
 y joder a quien jodió.

Isabel Salas


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miércoles, 13 de enero de 2021

¿SOBERANÍA O AUTONOMÍA?

 

Aunque Soberanía y Autonomía son dos conceptos que en ciertos contextos casi se usan como sinónimos me ha parecido interesante analizarlos con más profundidad. La diferencia entre soberanía y autonomía no solo radica en su etimología, sino también en su significado práctico. Comprender esta distinción es crucial, especialmente cuando se analiza el propósito y la naturaleza de los llamados "movimientos de soberanía". 

Veamos primero la etimología y significado de "Soberanía: su origen es el latin, superanus, que significa "superior" o "por encima". Por tanto la soberanía implica tener autoridad suprema o el poder de regir sobre otros. Un soberano no busca manejarse solo, sino que asume la capacidad de decidir cómo deben comportarse los demás. Históricamente hemos visto cómo cualquier  rey soberano dictaba las reglas para sus súbditos, estableciendo su criterio como la norma a seguir.

En un contexto político más moderno, la soberanía a menudo está asociada con los estados-nación y su capacidad de gobernarse sin interferencias externas, regulando tanto su propio comportamiento como el de quienes están bajo su dominio, que al final somos los ciudadanos o súbditos del estado como antes éramos los súbditos del rey, osea, estamos sometidos, aunque a día de hoy ese sometimiento se justifique desde la democracia con el voto que legitima a los legisladores.

A diferencia de soberanía, la palabra autonomía proviene del griego autonomos (autos = "uno mismo" y nomos = "ley"), que significa literalmente "darse a sí mismo la ley". Por lo tanto,  la autonomía se refiere a la capacidad de una persona o entidad para regirse únicamente por sus propias normas, sin intervención externa, persona autónoma no busca imponer sus reglas a otros, sino simplemente vivir según sus propias normas.

La autonomía no solo implica independencia de control externo, sino también una responsabilidad inherente: quien es autónomo asume las consecuencias de sus decisiones y vive en coherencia con ellas. Esto es lo que más se parece al libre albedrío otorgado por nuestro Creador.

La autonomía se enfoca en la independencia personal, en el deseo de manejarse solo sin depender de otros, a diferencia de la soberanía implica la autoridad sobre otros. En esencia, la autonomía es un acto de independencia personal y responsabilidad, mientras que la soberanía es un acto de dominio y autoridad.

Muchos movimientos que se autodenominan "de soberanía" en realidad buscan desvincularse de sistemas externos para vivir bajo sus propias normas. Sin embargo, este objetivo, según lo que he ido analizando,  estaría más alineado con el concepto de autonomía que con el de soberanía. Si el propósito es desvincularse de un sistema y regirse según las propias reglas, lo correcto sería hablar de movimientos de autonomía ya que la soberanía, implicaría querer imponer un  criterio propio sobre otros, algo que generalmente no forma parte del objetivo de estos movimientos y que es lo que hacen los estados soberanos: imponer sus determinaciones a los hombres. 

Por otro lado, desde una perspectiva espiritual, la soberanía absoluta pertenece únicamente al Creador. Los movimientos que buscan autonomía están reclamando su libertad para obedecer lo que consideran principios superiores, no para gobernar sobre otros. El término "soberanía" suele asociarse con gobernantes, naciones o estados, lo que puede llevar a una interpretación incorrecta de los fines de estos movimientos, haciéndolos parecer autoritarios en lugar de independientes.

Para reflejar con mayor precisión el propósito de estos movimientos, tal vez sería mejor utilizar términos que destaquen su deseo de independencia personal bajo principios trascendentales, sin confundirlo con autoridad ni imposiciones sobre otros.

Algunas alternativas podrían ser, movimientos de autonomía ética, de libertad consciente o de autogobierno responsable por poner algunos ejemplos. Lo más relevante de esta reflexión es resaltar que soberanía y autonomía son conceptos distintos que no deben usarse como sinónimos. Llamar "movimientos de soberanía" a iniciativas que buscan independencia personal frente a sistemas externos puede ser un error conceptual. 

Por lo tanto, me despido con una reflexión: para movimientos que buscan desvincularse de un sistema y vivir bajo sus propias reglas, tal vez el término más adecuado no sería "movimiento de soberanía".

 

:: Isabel Ifei ::

sábado, 9 de enero de 2021

LA LUNA Y EL CANARIO


Un poquito de humor
para no caer
en el desconsuelo,
ni en la desesperación  
ni al suelo.

Y un tantito de amor
que nos haga volar,
lo suficiente para creer 
que podemos sanar.

Lo bastante para crecer,
o criar a los hijos,
y crear los poemas que han de morir,
un día,
hayan vivido o no,
como tú
muriendo a cada rato
o como yo.

Jugar a hacer ruidito de rana,
curando heriditas
que sanen mañana.

 Conseguir ser capaz
las veces que haga falta
para lograr
ganar una medalla por tenaz.

Mirar los ojos
que nos miran sin miedo
y aprender a olvidar las traiciones de otros 
que sin dudarlo, 
nos hicieron llorar.

Ser pajarito,
sonreírle a la luna,
comerse el desespero,
tragarse el grito.

Ser agua de laguna,
o gota de rocío
y siempre siempre 
afinar,
para al final,
cantar bonito.


Isabel Salas

Del libro

TE CONTENGO





miércoles, 6 de enero de 2021

LA SELECCIONADORA




La profesora Hergueta aguarda en el pasillo a que la directora la atienda. El primer botón de la camisa abrochado, el pelo impecable, la ropa impoluta y el gesto adusto. Prefiere permanecer de pie aunque sabe que tal vez tenga que aguardar más de treinta minutos. Esperar en pie con los zapatos de tacón brillantes siempre le produce un cierto placer. Procura mantenerse lo más quieta posible, reparte el peso equitativamente entre ambas piernas y disfruta el dolor en las plantas de los pies y en los talones, que dicha posición le produce al cabo de pocos minutos. Por eso siempre llega antes de los horarios marcados.

Lleva en la mano  derecha un abultado sobre verdoso con las fichas completas de los alumnos seleccionados. Esta vez son quince, hay más niños que niñas, en otras ocasiones sucede a la inversa, pero ese es un detalle sin trascendencia ante lo que verdaderamente importa,  que es la calidad de los alumnos seleccionados y la veracidad de los datos aportados.

Todos los alumnos de la lista han sido cuidadosamente escogidos por ella durante dos agotadores años. El papel de la directora será mucho más sencillo, una vez que Hergueta le entregue el sobre, ella sólo deberá encaminarlo a la Secretaría Regional de Educación. Desconoce  cual es el criterio usado por la profesora Hergueta para seleccionar a unos alumnos y no a otros, y tampoco sabe exactamente para qué son elegidos.

Normalmente, cada dos o tres años recibe una llamada del Ministerio anticipándole que la Seleccionadora asignada a su centro le entregará un sobre verde en los próximos días, para lo cual debe marcar una cita.

Ignora que los alumnos y alumnas cuyos nombres aparecen en la selección que le van a entregar en pocos minutos, irán siendo eliminados a lo largo de los próximos años y todos ellos estarán muertos antes de cumplir los veinte. Fallecerán en diferentes accidentes, adolecerán inesperadamente de enfermedades raras e incurables, sufrirán infecciones comunes que se complicarán de forma inesperada o se suicidarán. Tampoco sabe que tras la puerta de su despacho, Hergueta acaba de sacar otro sobre del bolsillo interno de su chaqueta. Es un sobre mucho menor, negro, lacrado con varios sellos que garanticen su inviolabilidad. Dentro solo hay un nombre. Raramente los Seleccionadores entregan un sobre de estas características a los directores de los centros educativos donde están asignados. De hecho muchos directores nunca han visto ninguno, saben que existen pero se jubilan sin haber visto ninguno.

A lo largo de su dilatada trayectoria profesional de treinta años, es la segunda vez que Hergueta selecciona un alumno o alumna cuyo nombre termine en el sobre negro. Por tanto, a pesar de su carácter frío y sus emociones perfectamente controladas,  no consigue evitar que sus dedos tiemblen casi imperceptiblemente mientras comprueba por enésima vez la perfecta apariencia de los sellos y la opacidad del papel empleado. Todo impecable. Nadie podrá leer el nombre de la chica seleccionada hasta dentro de unas semanas en el Comité Nacional de seleccionadores, después de que el comité Regional lo remita para allá.

Ese día, ella  también esperará al otro lado de la puerta, y como hoy estará aguardando a que la inviten a entrar para hacer la defensa de la niña seleccionada, justificar su valía y conseguir convencer a los demás seleccionadores de que la alumna merece vivir. Martina Roché no sólo es una psicópata como los otros niños cuyos nombres y datos resguarda el sobre verde, ella es la peor de todos.

Así como un día Edurne Hergueta fue seleccionada por ser la más peligrosa sociópata de su escuela, hoy ella ha seleccionado a esa niña rara de mirada distante y gestos hoscos. Pretende pedir licencia y retirarse al Centro de Entrenamiento de donde salió hace treinta años, para educarla personalmente. Si todo sale como ella espera preparará personalmente a su sustituta. 

Hace décadas que el gobierno lleva a cabo esa discreta limpieza social de elementos potencialmente problemáticos y desde entonces han bajado considerablemente los índices de violencia y conflictos familiares o sociales.

La sociedad del siglo XXI no está dispuesta a permitir olas en sus mansa aguas y los Seleccionadores se encargan de extirpar de raíz el posible elemento perturbador. Para las personas comunes es difícil distinguir a los niños que eventualmente deben ser retirados de la sociedad, pero para Hergueta no.

Nadie reconoce a un psicópata mejor que otro psicópata.

La sociedad nunca debe sospechar que está sucediendo esta limpieza. La misión de los seleccionadores es decidir quién vive y quién muere, y entre los que deben morir, escoger al peor, al más cruel y despiadado para que viva. Por primera vez en treinta años de servicio, una pequeña lágrima pugna por nublar su mirada al imaginar el día en que otro Seleccionador guardó su propia ficha en un sobre negro como el que ella sostiene. Decididamente ha llegado la hora de retirarse.

Tendrá que usar toda su experiencia para transformar a Martina en un monstruo.


Isabel Salas