jueves, 19 de marzo de 2015

EL TRUCO QUE NO EXISTE



Tú eres tan joven. 

Todo en ti es joven, tu mirada, tus recelos, tu manera de preguntar, tus sonrisas nerviosas, tus momentos de afirmaciones confusamente destempladas, tus vueltas para decir algo, tus disparos de frente.

Yo me veo a veces tan mayor.
Mayor principalmente cuando me comparo contigo,  pues todo en mí ha madurado o está terminando de madurar, y aunque soy consciente de lo mucho que aún me queda por aprender, también sé que a tus ojos ya soy lo suficientemente grande para tener algunas respuestas que puedan servirte. 

Eso me halaga y me asusta.

Sé que podría ser tu madre pero no lo soy , y eso te permite acercarte a mi como amiga , para al final hacerte niña y conseguir que te mire como a una hija mientras escojo las palabras con las que quiero dirigirme a ti.
Las pensé bien y aquí las traigo.

Tú no eres única, hay como tú otras chicas jóvenes que se han acercado a mí por diferentes motivos en los últimos años o meses para hablar conmigo, contarme sus cosas, y sobre todo para escuchar lo que les respondo cuando creen estar diciendo cosas asustadoras que les pasaron o están sintiendo. 


Son cosas que hacen doler el alma porque sentir esas cosas tiene que doler en algún lugar.
Para eso se inventó el alma cariño, para poner allí todos los dolores que ni el cuerpo, ni el cerebro tienen cojones de aguantar. 
Inventamos un alma resistente a todo y por eso la hicimos inmortal. Y es allí que duele cuando duele lo que nunca debería de doler.

Hemos hablado de muchas cosas, pero en esencia todas son las mismas. Se termina la infancia, estás entrando en la edad adulta, edad penal, universidad, responsabilidades, mundo y todo eso asusta mucho.
Pues claro.

Hablemos de eso entonces.

Me doy cuenta cuando hablo contigo, de una cosa . Ese susto tiene dos lados y los dos queman igual. Queman lo mismo que cuando yo era joven y pasaba por esos mismos trances, y seguramente queman lo mismo si estás en México, en Brasil, en España o en República Dominicana. 
Ni la latitud, ni la temperatura ni el tiempo hacen que sea más fácil o se pueda sentir más fresco el infierno que a veces nos hierve dentro.

En primer lugar hablemos del susto de lo que viene por ahí,  de lo desconocido, de los hombres que querrán besarnos,  de los autobuses de noche que nos llevan lejos rodeadas de desconocidos. Susto del futuro, de lo que puede pasar. Ese miedo es universal y forma parte de la vida,  pero podemos intentar minimizarlo con optimismo, pensamientos positivos, risas, canciones, amigos, medallitas protectoras o todo junto.

El otro lado es peor, yo lo sentí y veo que tú lo sientes. Es el miedo a no estar preparadas. Del pasado. El susto de que con todas las mierdas que llevamos acumulando desde que nos soltaron en el mundo, estemos estropeadas e inútiles en cierto sentido para ser capaces de entrar en el mundo adulto con las mínimas garantías de éxito.


A esa edad existe una tendencia casi incontrolable de pensar que todos tienen un secreto que desconocemos. Pensamos que alguien se olvidó de contarnos como carajo hay que hacer para ganar dinero, conseguir el amor, ser mujeres maravillosas, bonitas y fuertes. 

Miramos a las otras y compulsivamente imitamos su aparente seguridad y sus modos valientes sin atrevernos a decir a las amigas que nosotras no nos hemos enterado de nada y querríamos ser niñas de nuevo. Empezar de nuevo, pero esta vez mucho más atentas, para ver si pillamos mejor el truco que otros parecen dominar.

Tengo que contarte que no hay ningún secreto . Sería bueno que lo hubiera, y me encantaría ser yo quien te lo revelase, pero parece ser que no lo hay.
Lamento ser yo quien te informe de esto. 


Parece una mala noticia pero no lo es. No hay un secreto para asimilar el pasado porque cada persona es única. Te dije que no eras única pero en realidad lo eres en otro sentido más profundo,

Sólo a ti te han pasado las cosas que te han pasado. Sólo tú has sufrido tus agresiones y tus pérdidas y sólo tú puedes recomponerte, sacudirte el polvo, levantarte y perdonar.

No hay nada mejor que el perdón para entrar en la siguiente fase con todas las ventajas. Perdonar de corazón a la vida que te quitó algo, o te negó cosas que a otros les sobraba. Perdonar a tus padres, a tus familiares, a los que te hicieron mal. Pero sobre todo perdonarte a ti misma por haber reaccionado como reaccionaste o por no haberte sabido mantener inmaculada o por sentirte herida, llena de cicatrices invisibles que te avergüenzan por dentro.

Haz un esfuerzo y perdónate. Date la oportunidad de comenzar tu nuevo momento libre de ese equipaje inútil. Piensa en super Mario cuando termina una fase y salta de alegría victorioso y feliz.
En esos momentos.... ¿Crees que él se siente mal por las patadas que le dio a las tortugas o siente vergüenza por las veces que se cayó al precipicio?


Que va. 
Celebrando se le olvida todo y su andar es siempre arrojado cuando entra en el nuevo mundo.

Quiero imaginarte así. 
Saltando como en una fiesta de fin de curso.

En ninguna parte está escrito que algo de lo que te pasó te puede impedir ser feliz. 


Tú puedes ser feliz si decides serlo a pesar de los pesares. Sólo tu eres responsable por tu propia felicidad y ahora que eres grande , serás tú quien decida que amistades te hacen feliz, que conversaciones, que abrazos te gustan. 
Tú decidirás y gobernarás tu vida y tendrás que ser valiente y madura y dejar de culpar a la vida o a la familia, pues asumes el comando para el resto de tu vida.

Tú aprenderás poco a poco a decir SÍ, cuando quieras decirlo y a decir NO, cuando haga falta. No se aprende en una hora ni en un día, se tarda tiempo, pero se aprende.
El único secreto tal vez es ese, asumir el poder con autoridad y alegría.
Vivir tu libertad sin culpas.

Y si necesitas algo, aquí estoy.

Isabel  Salas

sábado, 14 de marzo de 2015

LA LEYENDA DEL TRITÓN


La leyenda del Tritón
—que algunos llaman sireno—
dice que fue un hombre bueno
transformado en tiburón.
Era un poco inocentón,
para los mozos: un burro
para las chicas… un churro,
pero también lo anterior.

Larga es la historia de amor…
párenme si los aburro.
De carpintero a marino
se convirtió este cristiano
por seguir, tal vez en vano,
el llamado del destino.
Se embarcó detrás de un sino
de dulce nombre: Isabel,
poco más se supo de él,
pero ocurrió en el camino.

En el medio de la mar
suspiraba nuestro mozo
mas de repente, con gozo
algo lo hizo temblequear.
“¿Acaso puede pasar
que ese canto como miel
sea la voz de Isabel
que reclama mi presencia?,
ya estoy sintiendo la urgencia
de fundirme con su piel”.

Y fue así que sin dudar,
el joven enamorado
se arrojó, y a puro nado,
fue en busca de aquel cantar
sin siquiera sospechar
de una malvada sirena
que sellaba su condena
por toda la eternidad.

Se sabe: la oscuridad,
esconde su negra pena.
Ya a punto de sucumbir
brilló una luz en la altura,
piedad para su alma pura
le venía a transmitir
A una voz oyó decir:
“Soy el gran dios Poseidón
tu nombre será Tritón
—no te niegues que te zurro—
una mitad serás burro,
la otra mitad: tiburón”.

Se santiguan los piratas
en sus tabernas de ron.
Cuando alguien nombra al Tritón
hasta el palo de las patas
se hace pulpa de patatas
y el más fiero, un corderito.
Tal vez sea sólo un mito
lo que se dice de él
pero cuidado, Isabel,
va en tu busca ese bendito.

AUTOR:  ROLANDO CORREA


Dedicado a nuestra talentosa amiga: Isabel Salas

jueves, 5 de marzo de 2015

AGUA DE MUJER


Hay mujeres hechas de agua. 
Hembras que funcionan con la luna,
movidas por mareas de deseos 
que nadan dentro de ellas.

Mujeres fabricadas para fabricar agua
y servir de torrente,
de fuente,
de descanso de todos los guerreros
que buscan descansar.

Beber.
Nadar. 
Amar

Ellas también  tienen sangre, 
huesos, carne,
cabellos...
piel...

Tienen miradas y olores,
tienen músicas y llantos
vida y muerte.

Como todas las cosas que respiran
tienen principio
y fin.

Pero debajo de todo,
tienen el manantial del que mana el agua santa.
Una fuente secreta que pocos encontraron
de aguas  cristalinas,
perfumadas,
benditas.

El agua de las putas.

Agua de fuego,
del bendito fuego santo y puro
de las santas putas benditas.

 Agua de vida,
de orgasmo
de cerrar los ojitos 
y confiar.

Agua de entrega,
 de sexo puro y duro,
de pureza feroz de lobo salvaje
que cuando chorrea enciende las estrellas
haciéndolas cantar
y sonreír.

Y hay hombres que lo saben.

Hombres afortunados que han visto que es verdad.
Ellos  han quemado los cielos
y han escuchado cantar a los astros,
los han visto bailar  al son de la música de agua
que brota cuando brota 
el agua de mujer.

Son hombres sabios,
capaces, generosos, osados.

Hombres guerreros que descansan y gozan
en las aguas puras
del río secreto de las almas benditas.


 Isabel Salas

Poema del libro 
NAVAJA DE LLAVERO












jueves, 19 de febrero de 2015

ESPABILA



No quiero asustarte,
pero a veces,
 al mirarte...
me pareces tan muerto
que dan ganas de enterrarte.

Isabel Salas



lunes, 9 de febrero de 2015

SIN PROMESAS

No me pidas promesas,
pídeme besos.
Las promesas las tengo que inventar...
pero besos tengo.

Isabel Salas

miércoles, 4 de febrero de 2015

MI AMOR POR LOS DICCIONARIOS


En casa de mis padres había un DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ABREVIADO, con siete tomos de diez cm de ancho cada uno y sus dos apéndices.

Con dos cojones.

El sentido del humor de ESPASA-CALPE me marcó para siempre y muchas veces lo incorporé en momentos de crisis, como aquella vez que tuve una bronca con un novio peruano y después de estar gritándole casi dos horas, él me preguntó si ya había terminado, si estaba más tranquilita. Y le dije que sí, que mucho más y que podía darle gracias a Dios porque había usado para putearlo la versión abreviada del Espasa.

Los libros eran azules, pesados, con papel finito de ese de biblias y el lomo negro con adornos dorados que le daban un aire solemne de libro importante lleno de verdades.

Me encantaba hojearlo y ojearlo. Sentir sus hojas suaves con las yemas de mis dedos chicos. Cerraba mis párpados y jugaba a deslizar mi dedo índice por cualquier página, parándolo de pronto encima de cualquier cosa, abría los ojos  y entonces con precisión litúrgica, de esa que sólo los arzobispos y los niños saben imprimirle a cualquier gesto bobo, leía la definición.

Cosas de niños.
Jugar al diccionario.

Jugaba a desgastar mi digital paseando por Rusia, arrastrándola como un dedito transiberiano lleno de deportados, imaginando que un día si la policía me fichaba se admiraría por mi ausencia de huella, sin sospechar jamás que la perdí en un diccionario. 

Deslizaba mis ojos por aquellas ilustraciones en blanco y negro, por tantos pie de foto, por tantas descripciones de personas y lugares, tantísimas palabras,  tantas definiciones, abreviadas o no, que al final fue inevitable que nos encariñásemos mi Espasa y yo.

Allí aprendí la diferencia entre cíclope y clítoris, zutana y sotana, leí todos los sinónimos de fornicar y comprendí que Ansiedad, aunque también es sustantivo femenino singular, como Piedad y Soledad, no sirve para bautizar mujeres debido a  sus especiales singularidades.

Una vez, alguien se rió de mí cuando en la lista de los diez libros que más me habían marcado, yo incluí los siete tomos uno a uno. No dije nada de los apéndices para dejar sitio a otros tres libros normales.

Me jodió aquella burla, no tanto porque insinuaron que yo era tonta, más bien por el desprecio con que trataron a mis siete tomos de lomos dorados. 

De aquel cenutrio que se rió de ellos,  no recuerdo ni el nombre, la verdad.

Los otros tres, que completan la lista del TOP DIEZ de libros más amados, han cambiado con los años. Conforme he ido madurando,  han evolucionado mis gustos literarios, pero mi Espasa-Calpe S.A. completo y del tirón, sigue conservando el primer lugar en mi corazón, por orden alfabético y dentro de un pareado como acabáis de ver.

Por cierto, cenutrio significa hombre lerdo, zoquete o estúpido. Que yo sepa no existe la versión femenina del insulto, aunque también existen mujeres lerdas y estúpidas  hay que definirlas usando otras palabras.

Para eso sirven los diccionarios, para insultar con propiedad, para comprender lo que leemos, entender el mundo y ser más feliz o no.

Isabel Salas 

domingo, 1 de febrero de 2015

EL DOLOR Y YO

Recuerdo cada momento del pasado con dolor más o menos intenso, pero el dolor como unidad de medida. Los momentos más felices han sido aquellos en los que ha faltado el dolor por unos segundos o minutos o incluso horas... pero estaba allí, vivo, amenazante, esperando el momento de volver a instalarse en mí. Y yo de reojo mirándolo, sabiendo que él me miraba de frente porque sabe que soy suya.

Conozco tanto el dolor, lo he analizado tanto desde  hace tanto tiempo que por épocas he llegado a organizarlo y subdividirlo en diferentes categorías, dolor de niño, dolor de muelas, dolor del sentimiento, dolor de amor, dolor de desamor, de traición, de parto, de miedo, dolor de cesárea, dolor de aguantar, dolor de humillación (uno de los que mas odio) y más, muchos más. 


La verdad, ha sido un esfuerzo inútil, pues se pueden subdividir hasta el infinito según los matices y sólo se consigue una lista aburridísima. Por otro lado, desde que supe que alguien se atrevió a resumir  los famosos  diez mandamientos aquellos de Moisés, en dos, se  abrió en cierto modo, la veda del resumen y yo también estoy cada vez más esquemática. Sirva este punto para aclarar que siempre pensé en mi infancia que faltaban  mandamientos, pues aunque queda claro que hay que amar a Dios y respetar a tus padres, no desear a la esposa del vecino, ni robar, ni follar, no dice nada de como tratar a los niños, ni una palabra del respeto a los hijos, del sexo anal, ni de como debemos comportarnos con los animales. No dice ni pío sobre la inseminación artificial, sobre matar para comer,  o sobre el racismo, los viajes espaciales o los homosexuales y otros temas que yo creo  que son  importantísimos y que  Dios debería de haber explicado mejor. Digamos, que ya que se había dado el trabajo de tallar las tablas de la ley, y redactar los mandamientos, podía haber sido menos repetitivo y abarcar mas temas. Pero otro día hablaré de Dios y de su manía de ser poco específico. 

Volviendo al dolor, lo he dividido en dos tipos, los físicos y los otros, los físicos engloban desde que te pisen un juanete a que te duela el oído, o una muela o tengas una infección de garganta y están claras  sus causas y claros sus efectos. Los otros son todos los demás, y son más complicados, los del miedo, los del corazón partido, los del alma, para quien crea en el alma, el dolor de la impotencia y el de sentir las ganas de ser capaz de matar. Es decir todos los otros, y yo, que no soy filósofa, ni científica, ni por lo visto demasiado inteligente no llego a preguntarme cosas demasiado profundas, simplemente me interesan tres puntos, uno  ¿Porqué se sufre? dos ¿De dónde viene el dolor que no es físico? y tres ¿Qué carajo es lo que duele? 

Mi conclusión personal es que debe ser el alma porque hay algo dentro de mí que sufre mucho y no es ningún órgano de mi cuerpo, es más, creo que  ya la tengo localizada, mi alma está instalada dentro de la barriga, con ramificaciones tipo  patitas de medusa que se mueven entre el corazón y los pulmones, por la garganta o por la vagina, por las sienes o por el cuello, y pulsa  cuando se mueve, puntos sensibles a los que sólo se tiene acceso desde dentro. 

Dependiendo de los estímulos que le llegan al alma, así ella se contrae, se expande, se estira o nos  aprieta y nos duele más o menos. Por eso nos emocionamos con una canción que nos moja  los ojos, o lloramos después de un gran polvo y lo que nos llora, en realidad, es nuestra alma agradecida. Otras veces sentimos la levedad del ser cuando en excepcionales momentos el alma nos flota en la piscina interna de las lágrimas de reserva. Así que la tercera pregunta está respondida: lo que nos duele es el alma. Aunque sea por eliminación, si no me duelen los órganos y sin embargo hay algo dentro de mí sufriendo, debe ser algo que no es el cuerpo, y me parece bien llamarla alma y así la llamo, porque no tengo tiempo de complicarme más. No me refiero al tiempo que estoy gastando al escribir, sino al que gasto viviendo.

La segunda es mas difícil. Para responder de dónde coño viene el dolor del alma tenemos que ver si es algo que se produce fuera y hace el efecto dentro o es algo de adentro mismo. 
Creo que las dos cosas. Viene de cualquier sitio.

La primera está clara, nos pasan cosas, vivimos experiencias que nos frustran, deseamos cosas que no conseguimos, esperamos algo que nunca llega y  todo  eso nos hace sufrir.  Por eso los psicólogos y psiquiatras ganan tanto dinero ayudando a la gente a  asumir sus frustraciones como parte de la vida, enseñándolos a gestionar las derrotas diarias, aceptar que tu padre nunca te quiso o que no sabes elegir maridos y siempre te casas con el más inadecuado. No sé si estar contenta por nunca haber tenido dinero para gastármelo en psiquiatras o triste porque me he perdido ese placer de contarle mis mierdas a alguien interesado en escucharme aunque solo sea por dinero y que además, parece estar lleno de consejos secretos, razonables y tranquilizadores. Ni idea. 

No lo sé. Nunca he tenido el dinero para planteármelo y la gente  que conozco que sí lo han tenido, desde mi punto de vista, han acabado mas egoístas que antes de ir al psiquiatra, mucho más cretinos, pero aparentemente más felices, con lo cual no sé si el egoísmo  te deja mas contento o te narcotiza la mala sangre. A mí me vendría fenomenal un poco de neutrox, recetado por un especialista a ver si se me pasa un poco el arrebato interno que me vuelve loca algunas veces. O no, me estoy acostumbrando y,  ya,  casi me gusta.

Esto es como todo, al principio duele y te da miedo, pero después que entra la puntita,  el resto hasta te agrada. Lo bueno es que siendo mujer, siempre puedo decir que estoy en pleno ataque de tensión pre-menstrual. No sé si cuela pero lo mantendré cueste lo que cueste hasta el juicio final, dónde veremos quien tenía razón. El que compra gel cuando le dicen que le van a dar bien fuerte o el que grita y llora y escupe en la cara de los que son fuente inagotable de dolor. A mí se me terminan los insultos y las lágrimas algunas veces. Pero las letras no. Las letras siempre se pueden combinar de mil maneras para expresar las mismas cosas con palabras nuevas. Son menos de treinta pero con ellas podemos contar la historia de todos los dolores y ponerle nombre a todas las estrellas.

Será por eso que escribir alivia.
Alivia el alma.
Alivia el dolor.

El mío, por lo menos. 
Y el tuyo, que me lees.

Isabel Salas