Cierro los ojos,
despacio,
dulcemente,
y allí estás tú,
respirando escondido,
en las sombras más negras
y heladas,
de mi mente.
Aún vivo,
todavía latente,
como un dolor eterno
dispuesto a no dejar de palpitar
mientras el corazón,
no mande a los pulmones,
parar de respirar.
Y me quedo tan triste,
cuando te veo,
y duele tanto,
saberte entre las sombras
donde puedo sentirte,
y aún sin tocarte,
olerte
y respirarte.
Yo,
que quise quererte,
a plena luz del sol,
hoy sólo puedo amarte,
cuando cierro los ojos
y te encuentro
en lo oscuro
en lo oscuro
del callejón del alma
donde no brilla día
ni luna,
ni farol.
ni farol.
Pura negrura,
oscuridad total,
amor herido,
perra locura.
Reencuentro que sueña ser letal,
pero es cobarde,
inepto, ineficaz.
Herida sin clausura
que, al final,
no mata ni consuela.
No desata,
ni cura.
Isabel Salas