Hubiera sido magnífico nacer con garantías e instrucciones de uso, así nadie nos estropearía por no saber usarnos.
Nacer sabiendo que el final feliz nos corresponde por derecho divino. No tener que sufrir con la tortura de la incertidumbre y poder sentir paz desde el mismo instante del primer aire entrando en nuestros pulmoncitos vírgenes.
Hubiera estado bien conocer los secretos de las sonrisas francas y poder ver siempre las miradas serenas del amor sincero, pero por lo visto, el Dios de la lotería cósmica tiene un pésimo sentido del humor y a veces ganan los malos.
Isabel Salas
Isabel Salas