sábado, 15 de julio de 2017

RODAJA DE VIDRIO

Comparar a Tomás Rodaja, protagonista de El licenciado Vidriera de Cervantes, con Gregor Samsa de La metamorfosis de Kafka revela conexiones profundas entre dos personajes separados por más de tres siglos. Ambos sufren transformaciones que los aíslan de la sociedad, aunque en contextos literarios diferentes. Rodaja, al creer que su cuerpo es de vidrio, se aliena por un delirio psicológico que lo vuelve vulnerable y lo aparta de los demás. En cambio, Samsa experimenta una transformación física extrema al convertirse en un insecto gigante, lo que lo relega tanto social como emocionalmente.

Si bien la transformación de Rodaja es mental, su locura lo convierte en una figura marginada que teme romperse con el más mínimo contacto. Su fragilidad se expresa en la manera en que se aleja del mundo, y aunque su apariencia externa no cambia, la percepción que tiene de sí mismo distorsiona su realidad. Samsa, por otro lado, experimenta un cambio literal, descrito con detalles grotescos que, aunque físicamente reales en la narrativa de Kafka, también pueden leerse como una metáfora de su aislamiento y alienación familiar. La familia de Samsa, al verlo transformado en un insecto, reacciona con asco y rechazo, lo que subraya su deshumanización y su incapacidad de continuar como el sostén de la familia. Este rechazo es tanto emocional como físico, y la criatura en la que se ha convertido refleja el deterioro de las relaciones con sus seres queridos.

Aunque Cervantes presenta a Rodaja dentro de un contexto satírico propio del Siglo de Oro, donde la locura puede leerse con un toque humorístico, Kafka nos sumerge en un ambiente sombrío y existencialista, característico de la literatura moderna. La angustia de Samsa es existencial, simbolizando la alienación propia de la vida moderna. Mientras Rodaja es objeto de curiosidad y burla, Samsa se convierte en un ser indeseable que su familia termina por desear eliminar, lo que refleja el aislamiento total del individuo en la modernidad.

La ambigüedad en la obra de Kafka acerca de la transformación de Samsa permite diversas interpretaciones. Aunque la narrativa describe su metamorfosis como física y real, muchos críticos han señalado que puede tratarse de una representación simbólica de su alienación social y emocional. Samsa, antes de su transformación, ya se sentía deshumanizado por su trabajo y las expectativas de su familia. Su metamorfosis podría, entonces, ser una manifestación física de esa deshumanización interna. En el caso de Rodaja, su transformación es claramente psicológica, pero ambas historias exploran cómo la percepción distorsionada de la realidad puede llevar a la ruptura con la sociedad.

Así, los dos personajes representan de maneras distintas la fragilidad del ser humano. Cervantes utiliza la locura como un medio para explorar la vulnerabilidad mental y la desconexión con la realidad, mientras Kafka lleva esa vulnerabilidad al extremo, mostrándonos una transformación física que simboliza el completo aislamiento del individuo frente a una sociedad que ya no lo reconoce como parte de ella. Rodaja se enfrenta a la burla y el aislamiento social, mientras Samsa es objeto de repulsión y finalmente de rechazo total. Ambos, aunque distantes tres siglos en el tiempo, encarnan el miedo al aislamiento y la pérdida de la identidad, temas que han perdurado y evolucionado en la literatura a lo largo de los siglos. Personalmente simpatizo más con Rodaja, como él, más de una vez he querido gritar: "No os acerquéis a mí, que soy de vidrio y me quiebro", consciente de mi fragilidad y con miedo de romperme finalmente si cualquiera me presiona un poco más.

Tal vez tendría que haberlo hecho.

Isabel Salas