No sé si aún te quiero.
Sé que te quise y tú lo sabes, te quise mucho y tal vez es verdad, como dices cada vez que me vienes a ver, que una parte de mí nunca dejó de amarte. No sé negarlo ni tengo argumentos para discutir.
Me siguen gustando las naranjas y me gusta verte llegar cada semana cargando una bolsita llena y esa sonrisa con la que anuncias"vitamina C", como si bastase invocar el poder sagrado de las vitaminas para olvidar estos años lejos de ti y regresar, como me pides, a tu corazón, como quien vuelve a casa.
No sé dónde se fue el amor, si está dormido como tú dices y se despertará como se despiertan los amores a fuerza de besos, o si se terminó y nada podrá hacer que brote el tronco seco que ya gastó todas las lágrimas llamándote a gritos en cada orgasmo lejos de ti. Tampoco sé mentirte, amor, me enseñaste a decirte siempre lo que sentía y así sigo, desnudando mi alma cada vez que te hablo, y confiando siempre en la inmortalidad de la pureza.
No se puede volver al pasado, afirmas, pero se puede leer el mismo libro años después siendo más sabio y tal vez sea verdad, pero mi libro ya no es el mismo, tiene más capítulos que cuando lo leíste y no todos son fiestas de cumpleaños.
Tal vez debas leerlos todos, dejarme hablar, sin decir que no importa. Debo contarte todo lo que pasó para estar bien segura de que sabes quién te está hablando. Quién soy ahora y no quién fui. Es importante que entiendas en quién me transformé.
Entonces tal vez, cuando de verdad me mires con los ojos de ahora y yo sepa quien es el hombre que hoy me escucha, merezca la pena regresar a ti, sabiendo exactamente adónde voy y sabiendo tú quién soy en realidad.
Es cierto que tus besos siguen sabiendo rico, que Montaner sigue sonando mejor en tu coche que en cualquier escenario y que mi sonrisa sigue entrando enterita en la tuya cuando me muerdes, pero no basta eso para que las naranjas hagan milagros y anuden nuestras almas reatando los lazos que se desbarataron.
La vitamina C necesita su tiempo para actuar, y como sabes, tiempo me sobra y naranjas nunca te faltaron.
Mi zumo, ya lo sabes, con hielo y sin azúcar.
Isabel Salas