Puedo entender la alegría por la reciente condena de la manada. La comparto y creo que es una pequeña prueba de que el sistema judicial está dejando, (muy poquito a poco), de ser tan parcial como casi siempre me parece cuando acompaño sentencias que tienen que ver con violencia o violaciones de mujeres y niños.
Está comprobado que los violadores, los pederastas y los maltratadores no tienen rehabilitación y tal vez deberíamos debatir si habría que sentenciarlos a cadena perpetua y dejar de perder el tiempo reinsertando a unos canallas que cuando salen de prisión vuelven a violar y a golpear.
Sin embargo, dicho esto, no comparto ese sadismo que observo en algunos comentarios cuando celebran las violaciones que esos cinco imbéciles, posiblemente, sufrirán en prisión.
Si esas violaciones suceden, será por culpa del mismo sistema que permite el porno que deforma la mente de nuestros niños, incentiva y ampara la prostitución como un trabajo más, se burla de las chicas que son violadas tras ser drogadas con cualquier mierda, ridiculiza las denuncias de una mujer tras años de violencia a manos de su marido o ignora los pedidos de socorro de los niños (hijos de maltratadores o pederastas), alegando que son mentiras que la madre les inculcó.
Y es contra ese sistema que yo estoy luchando.
¿De verdad queremos que los violadores sean violados? Entonces legislemos para eso. Con valentía. Salgamos a las calles a pedir una reforma del código penal que contemple esa solución y hagamos de la violación punitiva una acción legal practicada por verdugos sindicalizados. Hasta que ese día llegue (si es que estamos tan tarados como para permitir que llegue) me repugna la idea de incentivar y aplaudir que unos reclusos violen a otros como muchos y muchas piden hoy a los presos de Sevilla.
Se leen comentarios en las redes que, con pocas variaciones y resumiendo, quieren que les revienten el culo a los de la manada.¿Dentro de unos meses les pediremos a ellos que hagan lo mismo con el próximo violador? ¿Dejarán entonces de ser villanos para convertirse en héroes? ¿Deberemos aplaudirles entonces?
Se leen comentarios en las redes que, con pocas variaciones y resumiendo, quieren que les revienten el culo a los de la manada.¿Dentro de unos meses les pediremos a ellos que hagan lo mismo con el próximo violador? ¿Dejarán entonces de ser villanos para convertirse en héroes? ¿Deberemos aplaudirles entonces?
Yo he sufrido violencia y por desgracia también sé lo que es vivir en un ambiente de terror doméstico. No deseo que nadie, bajo ninguna circunstancia, se vea obligado a vivir con miedo o se vea sometido con golpes y amenazas a hacer lo que otro desea. Para mí la pérdida de la libertad es castigo suficiente, aunque repito, sin duda preferiría que los violadores fueran condenados a prisión perpetua y no a unos cuantos años. Además todos sabemos que quedarán en libertad en mucho menos tiempo con las rebajas y los beneficios.
No soy feminazi como dicen los estúpidos cuando insultan a las mujeres que defienden sus derechos. Ni siquiera creo en la justicia pero soy valiente y cuando crea que hay que golpear a alguien no pediré a los presos que lo hagan por mí. Buscaré la manera de hacerlo yo misma.
Que esta sociedad está enferma es evidente y yo ni siquiera sé si tiene cura. Sí creo, sin sombra de duda, que necesitamos una visión feminista del mundo, de ese feminismo que quiere los mismos derechos para hombres y mujeres y no de ese otro que perdió el rumbo. Creo también en nuevas soluciones que promuevan una revolución social, económica y legal que nos proporcione un mundo mucho más justo para todos y todas, y esas soluciones las debemos encontrar unidos los hombres y las mujeres.
En ese mundo nadie pedirá a los presos que se violen entre sí para atender las ansias de venganza de una sociedad cobarde e hipócrita.
En ese mundo los hijos de los violentos o las violentas no serán obligados a convivir con ellos, o con alcohólicos, psicópatas o drogadictos. Las víctimas serán escuchadas con respeto sin importar su edad y los pocos cardenales que queden irán presos por violar niños, como su Dios debería mandar.
Por ese mundo lucho.
Isabel Salas