Construiste un castillo en las nubes, lleno de torreones, almenas, puentes levadizos, promesas y murallas protectoras.
Precioso.
Un castillo encantado completo y funcional, perfecto, inaccesible, plantado en las alturas de la nube más amplia, protegido del mundo, de la realidad, de los olores de la vida, del sudor, de los gritos de parto y de las lágrimas negras de la soledad.
En tu castillo todo es majestuoso, inmaculado, blanco, suave, grandioso, impenetrable, bello. Nada puede atacarlo.
Nadie puede habitarlo.
Ninguna fuerza podrá sostenerlo, cualquier día, cualquier soplo de viento lo desmoronará. Sin embargo, no tendremos que lamentar desgracias personales, las fantasías no sangran, se deshilachan zarandeadas por brisas de realidad, y sin estruendo, se diluyen en el espacio junto a otras cosas igualmente fáciles de olvidar.
Isabel Salas