miércoles, 30 de mayo de 2018

NI DE MÁS, NI DE MENOS



Se ha desnudado de su luz el día,
en sombra su color desvanecido,
y sobre el candelabro se ha dormido
la tibia llama que de noche ardía.
en carencia de ti, no hallo sentido
Y así, en esta tiniebla muda y fría,
ni a este mundo en que vivo sumergido,
ni al alma, en lúgubre melancolía.


¿Cómo puede vivir el ermitaño

en soledad tan honda, año tras año,

si a mí ya me bordea la demencia?

qué puñal penetrante en mi costado,

Qué silencio opresor, qué negro estado,

qué nostalgia de ti, qué dura ausencia.
FRANCISCO ALVAREZ HIDALGO
Los Angeles, 9 de diciembre de 1999



viernes, 18 de mayo de 2018

SOL EN EL CORAZÓN







Después de algunos días con el corazón apretado, hoy se ha levantado contento. Noto esa cosquillita rara que nos provoca el corazón al sonreír. Le he preguntado que ha pasado y me ha dicho que no lo sabe explicar, que él tiene motivos secretos imposibles de entender. 

Voy a aceptar esa explicación porque no tengo ganas de discutir, ni con él ni con nadie. Tengo ganas de risas y besos. De verte. 
De decir tonterías y escucharte.

Después de algunos días caminando por la noche triste y oscura del alma... noto que el sol me esta calentando los lloros y me mira. Le he preguntado si me quiere y me ha dicho que no debo preguntar, que él tiene amores secretos imposibles de explicar, y yo, soy uno de esos amores. 

Voy a aceptar su calor porque hacía tanto frío que no podía calentarme ni con nada ni con nadie.Tengo ganas de risas y besos. 

De verte. De decir tonterías y calentarte.

Isabel Salas

martes, 15 de mayo de 2018

OMITIR



La omisión y la mentira son primas hermanas. Van a las mismas fiestas, pero se sientan en mesas distintas. La mentira habla mucho. Inventa. Decora. Teje ficciones. Te dice que no pasó algo que sí pasó, o al contrario, que jura con los pies juntitos que sí pasó algo que jamás sucedió, y después se va a dormir tranquila pensando que engañar es un arte y ella una genia.

La omisión, en cambio, no dice nada. Se queda calladita, sabiendo que hay algo que debería contarse... pero elige no hacerlo. Se lava las manos del alma y sonríe como si nada mientras tú sigues caminando hacia el precipicio, ajeno al desastre que te espera.

Entonces, ¿cuál es más grave? Sin duda la mentira es más fácil de odiar. Es evidente. Es ruidosa. Cuando la notas sientes que te pasaron por encima con un camión de manipulación. Pero la omisión es más traicionera, porque parece inofensiva. Está disfrazada de pasividad, de "yo no hice nada", cuando en realidad hizo algo peor: te negó la posibilidad de elegir sabiendo. 

Es como si alguien te dijera: “Te dejé en la oscuridad porque si te decía la verdad, no me divertiría igual”. Y eso... eso duele mucho más que tres camiones de mentiras. Porque no te mintieron en la cara, sino que te desarmaron por la espalda. La pregunta ¿cuál es peor? tiene de mi parte una respuesta  tajantela que más te quita libertad, la que te roba la oportunidad de elegir con las alternativas claras y los datos brillando a la luz del sol.

Omitir siempre es peor que mentir.

Isabel Salas 



lunes, 16 de abril de 2018

PAGINARIO



Después de unos meses exclusivos para México, esta semana sube a AMAZON el libro PAGINARIO para estar así accesible en otros países.Con mucho orgullo se juntan el logo de Lengua Tóxica y el mío en la contraportada. La versión para amazon llega con unos cuantos poemas más, un prólogo mayor y algunas dedicatorias, y al igual que los otros libros, estará disponible en Kindle y Papel.

Lo que más distingue al libro en su segunda edición es que aunque la fotografía de Ana Maria Walter es la misma, ahora la hemos podido subir a color y ha quedado precioso también. La primera edición, más sobria y económica sirvió, junto a otros libros, para arrancar el proyecto de mi querido amigo Juan Carlos Tonatiuh Capetillo Jaimes, a quien agradezco su generosidad y su valentía.

Lengua Tóxica seguirá editando y espero estar en las siguientes etapas, disfrutando de su crecimiento y compartiendo con mis amigos la alegría de ver nuestros libros mimados y tratados con tanto celo como pocos podrían hacer. A todos los que hacen parte de estos primeros pasos de la editorial, mi abrazo y mi deseo de que todo salga mejor de lo que soñamos y a Juan Carlos Tonatiuh Capetillo Jaimes un beso.

Un abrazo a los que preguntaron cuando estaría disponible en amazon y que siempre me animan a seguir, recomenzar, continuar y perseverar. Sin esos empujones, sería muy difícil haber llegado ten lejos en tan pocos años.

Muchísimas gracias



viernes, 13 de abril de 2018

PASEOS NOCTURNOS


Al meterme en la cama y disponerme a dormir, me gusta elegir un pensamiento, un recuerdo o un deseo en el que enredarme hasta que llega el sueño. Hace años solía escoger un libro, pero últimamente,  mis ojos deben estar mal graduados y no funcionan bien con las gafas que tengo, por eso dejé de perderme en los fabulosos mundos de papel a la hora de acostarme y me voy de excursión mental por esas callejuelas íntimas donde viven los besos, los amores, los sueños y esos deseos secretos que me acompañan cuando todo lo demás está callado o muerto, o las dos cosas o simplemente se vuelve inalcanzable.

En el número 15 de esa calle, vive aquel beso andaluz que todavía hace temblar mis labios al recordarlo. Me gusta, a veces, pasar por delante de su puerta y mirar de reojo el muro tras el que se esconde. Tal vez alguna noche coincida que se asoma a respirar una bocanada de aire pirata, mientras paseo por allí,  y nos encontremos.

No tengo muy claro qué podría decirle, caso fuese necesario decir algo. Posiblemente, en su momento todo se quedó dicho y no veo necesidad de repetirnos. Paso por allí sólo por el gusto de hacerlo, de sentir que aún vive el temblor aquel que nacía cuando mis labios se juntaban a los del hombre que me regaló una ecuación matemática llena de mentiras indemostrables. Paso fugazmente, ligera, sin ruido, sin lágrimas, tal vez sin rencor, posiblemente sin propósito, simplemente porque me gusta, porque el recuerdo es mío y al final, los recuerdos que guardamos de lo vivido son la única posesión que nos acompaña en todas las maletas que hacemos y deshacemos a lo largo de la vida.

Otras veces me meto por la callejuela que hay a la derecha de la parada de autobús y veo como los hombres regresan del trabajo con su uniforme azul clarito. Es imposible evitar que nazca una sonrisa al verlos bajar a todos. 

Mi clítoris recuerda aquella sensación de locura cuando por culpa de cierto hombre grandote con sonrisa de niño, todos los uniformados de aquella empresa me hacían desear una cama, una bañera o cualquier lugar donde pasar unas horas tocando y siendo tocada como nadie hasta ahora lo hizo.  Aquellos hombres despertaban en mí, la locura por estar con el mío, por llamarlo, por escucharlo mientras me explicaba lo mal aprovechados que estaban los recursos humanos y mecánicos de la empresa donde trabajaba y cómo él lo organizaría mucho mejor.  Cada uno de aquellos hombres, al bajarse del autobús, me despertaban las ansias de estar con él, de mirar el teléfono esperando su mensaje de te paso a buscar y de controlarme para no ser pesada y que no se cansara de mí. Alguno de aquellos hombres al pasar cerca de mí, me sonrió o me dijo alguna tontería de esas que dicen los hombres cuando bajan de los autobuses y ven una mujer que los mira con ojitos soñadores.

Esas sonrisas y las que yo les devolvía están todavía allí. Caídas entre las piedras de la calzada, incrustadas en las grietas de la acera. No sé si alguien me creería si yo dijera que cuando la noche es muy oscura, brillan como estrellas en la oscuridad del asfalto. 

Mirarlas es casi como levantar los ojos al cielo y sentir que todo tiene sentido y que a veces es posible que los buenos ganen. Contemplarlas es reconocer en mí la capacidad de seguir sonriendo a pesar de que él ya no se baja de aquel autobús y de  aceptar, con tristeza infinita, que los uniformes azules ya no funcionan como antes, pero hay tantos colores en el mundo que siempre queda la esperanza de que algún tono de verde o de naranja, pueda tener el mismo efecto alguna vez.

Cuando me alejo de la parada y subo por la cuesta de la zapatería, siempre me sorprende el nudito de lágrimas que quema en mi garganta y siempre digo bajito su nombre entero para mandarle suerte, aire acondicionado, paz y deseos cumplidos al hombre aquel, que sin lugar a dudas, fue el que más sonrisas supo sacar de mi boquita chica, cuando estaba conmigo, y cuando no estaba, y hacía que otros hombres me devolvieran las sonrisas que mis ojos derramaban al pensar en él.

También me gusta asomarme a la plaza de los deseos, allí tengo una fuente preciosa, con un caño grande de agua fresca que me recuerda el ruido de la Alhambra y el sabor de las tardes de domingo en Campinas. El sonido del agua está lleno de pasado pero perfumado de futuro. De posibilidades, de besos por llegar, de hombres a los que amar  y de sonrisas por brotar.

Es mi lugar preferido, allí me repongo del cansancio y me preparo para continuar la jornada que al día siguiente se reinicia. Hay un banquito azul turquesa debajo de una painera enorme que siempre está florida y me gusta sentarme allí a observar los otros árboles de mi plaza encantada, las acacias que llenan de alfombras amarillas el suelo, el baobá de la esquina que sale hacia la avenida de mañana y el limonero que sabe bailar como un sauce llorón. Algunas noches me asusta pensar que tal vez llora y soy yo la que no sé distinguir entre los bailes y los llantos de los árboles.

Me duermo así acurrucada entre amores por llegar, acompañada por los que ya se fueron, arrullada por el agua clara de las fuentes eternas cargadas de futuro y la música bonita que siempre sale de alguna ventana entornada donde viven nuevos besos que aún no me hicieron temblar, pero prometen ser inolvidables.

Isabel Salas