miércoles, 13 de mayo de 2020

UN HOMBRE COMO TÚ


Un hombre caminaba despacito. Sin edad, sin prisa, sin destino ni objetivo. Iba pensando en sus cosas, sus cuentas, su auto, su corazón. Era un hombre deseoso, lleno de deseos sencillos. Deseaba dormir abrazado, deseaba una sonrisa al llegar a casa, un abrazo, un cómo estás. Un domingo feliz. 

Era un hombre cuidadoso. Cuidaba de su familia, de su casa, de su auto, de su perro. Cuidaba de sus cuentas, de sus deseos, cuidadosamente amarrados. Era un hombre con tiempo, tiempo para su trabajo, tiempo para su familia, tiempo para todos. Mucho tiempo. Tiempo para anhelar.


Era un hombre triste, triste con sus cosas, triste con su llegada a casa. Con sus domingos vacíos. Con una cama triste sin abrazos, un triste auto y su perro triste. Su triste edad, sus cuentas tristes y su triste corazón.


Era un hombre como tantos. Un hombre como mi vecino, como mi padre.Como tú, como tantos hombres tristes, que pasean despacio sus deseos sencillos, sin edad y sin prisa.


Isabel Salas










viernes, 8 de mayo de 2020

RAZONES DE SOBRA



Él, le explicó quinientas veces las mil razones por las que no podía amarla y Marta, lo comprendió. Cuando ella se alejó de él sin dar ninguna razón, Diego no lo entendió.

Parece que ninguna de sus mil razones lo convenció.

Isabel Salas

domingo, 3 de mayo de 2020

TRAICIÓN


En el colegio aprendí, asépticamente, que el levantamiento del 2 de mayo de 1808 en Madrid fue el resultado de una acumulación de tensiones políticas y sociales derivadas de la ocupación francesa en España, que había comenzado en 1807 con el Tratado de Fontainebleau. Este tratado permitía a las tropas de Napoleón Bonaparte atravesar el territorio español para invadir Portugal, aliado de Gran Bretaña. Sin embargo, el verdadero plan de Napoleón era controlar toda la Península Ibérica y nuestras autoridades, obviamente, o se hicieron las tontas o lo eran o tal vez unas traidoras como tantas que a lo largo de la historia han permitido invasiones en su tierra por intereses contrarios a los del pueblo.

Resumiendo, para quien no tenga fresca la historieta, la crisis política que se vivía  en España en aquellos días, se profundizó cuando el rey Carlos IV abdicó en su hijo, Fernando VII, tras el Motín de Aranjuez en marzo de 1808. Pese al cambio de monarca, Napoleón ya había comenzado a imponer su influencia en el país y convocó a ambos reyes a Bayona, donde forzó sus abdicaciones en favor de su hermano José Bonaparte.

Mientras tanto, en Madrid, el repudio popular contra la presencia de las tropas francesas aumentaba. El 2 de mayo de 1808, al enterarse de que el infante Francisco de Paula, último miembro de la familia real que quedaba en la capital, iba a ser trasladado a Francia, los madrileños se congregaron frente al Palacio Real. Al grito de "¡Traición!" se desató una revuelta espontánea, en la que civiles, armados con lo que tenían a mano, se enfrentaron a las tropas francesas.

Hasta que punto esta gente se levantó espontáneamente o fueron atizados por otros, eso no lo sé. Lo que sí parece seguro y contrastable es que general Joachim Murat, comandante de las tropas francesas, respondió con una represión brutal. La resistencia popular fue sofocada en pocas horas, y al día siguiente, el 3 de mayo, se ordenaron fusilamientos masivos, inmortalizados por Francisco de Goya en su célebre cuadro "Los fusilamientos del 3 de mayo". Un cuadro que desde que yo era chica siempre me puso los pelos del alma de punta. Intentando adivinar los nombres de esos hombres, tratando de imaginar que gritaron mientras los empujaban para matarlos y otros detalles que mi mente de niña quería adivinar entre miedo y reverencia.

Desafortunadamente, en las fuentes históricas disponibles no especifican la edad ni los nombres exactos de la mayoría de los fusilados de aquellos días en Madrid, aunque todos son recordados como símbolos de la resistencia de los españoles a la ocupación francesa y si indignación a la traición de los reyes.

Eran  civiles o militares como los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, que lucharon en el parque de artillería de Monteleón. Entre ellos, los más conocidos son los cuarenta y cuatro condenados que fueron ejecutados en la madrugada del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío, en la escena  inmortalizada en el cuadro  de Goya.

De estos, se han identificado algunos nombres a través de investigaciones históricas, como la del historiador Luis Miguel Aparisi, quien confirmó diez de las víctimas. Entre los fusilados está Francisco Gallego y Dávila, un sacerdote que aparece también representado en el cuadro.  Otros nombres son los de Anselmo Ramírez de Arellano, funcionario de Hacienda, José Reyes, Antonio Méndez y Manuel Rubio, albañiles que lucharon desde su andamio y los de Juan Antonio Serapio y Antonio Martínez.

El resto de los fusilados siguen siendo anónimos, aunque la investigación histórica continúa. Sus cuerpos fueron abandonados por orden de Murat y luego enterrados de manera clandestina en el cementerio de la Florida. Conocemos algunos de sus rostros e ignoramos los nombres de casi todos. Todos ellos, con su acto de extremo heroísmo, marcaron el inicio de la Guerra de Independencia Española contra los franceses, que duraría hasta 1814.

Me pregunto qué pasaría si España fuera invadida de nuevo. Si de nuevo las autoridades nos traicionasen, qué sucedería. No haría falta un pintor para inmortalizar nada porque hoy todos tienen teléfonos móviles y la gente lo graba todo, sin embargo valientes que estén dispuestos a resistir una invasión siempre hacen falta. Seguimos teniendo sacerdotes, albañiles y empleados de hacienda, pero ¿tendríamos hoy el mismo valor y determinación que aquellos héroes anónimos del 2 de mayo para levantarnos ante una injusticia o traición similar?

 

Isabel Salas

 

martes, 28 de abril de 2020

AMOR NUEVO


...Y Juana, que pensaba que ya no sabría  repetir las mismas palabras de amor, comprendió que no hacía falta. Aprendió que un nuevo amor hace brotar palabras nuevas nunca antes emitidas. Otros modos de mirar nacieron en sus  ojos, sus manos inventaron nuevas caricias y el corazón  latió  con un ritmo desconocido que hizo bailar a la sangre con otros pasos.

Todo era nuevo y cuando ella abrió la boca para expresar su amor, fue la primera sorprendida con el torrente de palabras recién nacidas que iluminaron los ojos de él. Fue lo único viejo de aquel amor novato:  El fuego ancestral que ilumina la mirada del hombre que se siente amado.

El fuego de siempre, encendido por ella, por primera vez, con su amor de siempre, renovado para él.

Isabel Salas

martes, 21 de abril de 2020

DESPERTAR


Durante años, todos mis amigos y amigas que meditan, intentaron convencerme de lo bueno que es. Tardé en hacerles caso porque sinceramente divagaba, me dormía y la verdad, no me interesaba ni creía que pudiera llegar a gustarme. 

Por suerte, "el club de los meditadores" es persistente y lograron que poco a poco me animase a intentarlo con más concentración. Hoy en día no soy una gran especialista en el tema pero me gusta y reconozco que hacerlo me deja en un estado de felicidad y paz que me sorprende. A veces me gusta concentrarme simplemente en esa centellita que vemos al meditar. Parece una estrella solitaria en medio de una noche inmensa y me gusta imaginar que soy yo misma, un punto de luz único e irrepetible que flota en la inmensidad. Sin embargo últimamente  intento visualizar nuestro querido planeta, y todo lo que contiene, siendo mimado y mejor cuidado que nunca.

No sé si las manos que imagino amparándolo son las de Dios o las nuestras. Las manos de ese Dios que imaginamos a nuestra imagen y semejanza o las humanas, que inspiradas por el verdadero amor universal, tratan de proteger nuestro bello hogar. De cualquier manera, es una imagen que me agrada y al encontrar esa foto que tanto se parece a la que inventé para ayudarme a meditar, quise compartirla con todos. Úsala, si te gusta, para tratar de concentrar tus deseos por la sanación de todo y de todos. 

Piensa en esa Tierra segura y saludable que todos sus habitantes necesitamos. Los seres humanos y el resto de los animales y plantas que nos rodean, necesitamos encontrar una grado de salud y equilibrio que evidentemente, aún no hemos alcanzado. Quién sabe si no es ésta la gran oportunidad que tenemos todos, de impulsar esos cambios que tanta falta nos hacen. Desde la intimidad de nuestros ojos cerrados y el confinamiento impuesto por las autoridades sanitarias al resto de nuestro cuerpo, tenemos la posibilidad de abrir esa ventana al infinito a la que sólo nuestros párpados cerrados pueden acercarnos.

El despertar no es abrir los ojos, es abrir la mente y mirar hacia adentro. Es vernos como lo que realmente somos, unos granitos de luz casi insignificantes que, al mismo tiempo, son las poderosas manos que pueden realizar los mayores milagros.

Eso somos.

Un abrazo a todos.


Isabel Salas

viernes, 3 de abril de 2020

AMORES DESCARRILADOS





Los amores no son trenes perfectos que nunca se salen de la vía.


Los amores algunas veces se descarrilan. Se desbordan, se estrellan y nos destrozan la vida. Los motivos en realidad no importan mucho, puede ser la rutina, la muerte de un familiar, la pérdida del  empleo o una crisis personal insostenible que hace que uno de los dos se desoriente y  haga que el tren se salga de la curva. Cuando esto pasa es tremendo. No hay muertos de verdad como en los accidentes reales y en las metáforas los muertos no tienen sangre. 

Son otras cosas las que se mueren al descarrilar los amores. Los planes,  las risas juntos, los despertares, los comentarios del cotidiano, los cruces de miradas viendo  los hijos florecer y tantas cosas se mueren que al final aunque nos recuperemos y la vida siga, el olor de muerte nunca se va del todo.

Aprendemos a seguir y hasta puede pasar que  encontremos otro amor que sea incluso superior al anterior. Es como subirnos a otro tren después de perder el miedo a los accidentes. Son buenos viajes. O no, pues son otros viajes con todas sus posibilidades abiertas


Pero a veces. Pocas veces, muy raras veces, la vida, que tiene ese sentido del humor tan raro, nos escoge entre todos los accidentados del mundo y decide hacernos una pregunta. Una pregunta sencilla  que tiene una respuesta sencilla. Te pregunta si todo lo que pasó antes, durante y después de la ruptura es imperdonable o no.

Si la respuesta es sí, te deja ir, porque las cosas imperdonables producen daños irreparables y no hay manera de arreglarlas, ya que lo podrido no tiene salvación. Pero si la respuesta es no y le dices que nada es irreparable porque es perdonable y que el daño aunque fue grande no pudrió la esencia...si reconoces que siguen vivo en tu hondo los  rescoldos de aquellos planes y  las ganas de aquellos despertares... Entonces la vida te regala una segunda oportunidad y te ves de nuevo delante del mismo tren.  

Inesperadamente. 
Inexplicablemente.
Y depende de ti montarte o no.


Me han contado que estás allí, parada en la estación. Sentada en un banco. Con la cara feliz por la sorpresa y el brillo de la ilusión brillando en tus ojitos. Me han dicho que te has paseado por el andén y  le has pasado la mano al tren haciéndole un cariño  a sus latas recién pintadas. Me contaron que  te vieron poner un pié en el escalón y mientras te agarrabas a la barra jugabas a subir. Traviesa, provocando.


Te volviste a sentar.
Dicen que tu pelito rubio se  movía con los nuevos vientos amables que llegan a tu vida y estás muy guapa. Me ensañaron la foto.Tal vez otros te vengan con refranes sobre segundas partes. Tal vez te quieran quitar las ganas de subirte o se burlen de ti.Yo no.Yo no me burlo.Yo admiro a los valientes, respeto su coraje y me alegro por ti.


Por ti, por él, por todos los que tienen esa oportunidad.Porque hay muchas maneras de que te toque la lotería de Navidad. Pensé escribirte para contarte que vi tu foto. Que me gustó tu pelo.


Y desearte lo mejor, subiendo al tren o no.

Isabel Salas


miércoles, 1 de abril de 2020

NECIO



Sebastián nunca había aprendido a tocar el piano, a apreciar la sabiduría de los refranes ni a pedir perdón.  Una verdadera lástima, pues el perdón habría hecho su vejez menos solitaria y el piano, sin duda, habría llenado su soledad de música.

Los refranes, tal vez, habrían podido evitar el desastre. Era sólo prestar un poquito de atención.

Isabel Salas