Me gusta imaginar que también me echas
de menos. Suponer, a cámara lenta, que a veces, tu aire también te quema en la
garganta y tus ojos se llenan de agua al pensar en mí.
Te imagino recordando cuando nuestra
cama era una playa después de amarnos y tu pecho la caracola que me traía el
sonido de todos los mares.
Así te veo yo, cuando te miro a través
del vidrio de la ventana de los buenos recuerdos, desnudo y
quieto, enredando los dedos en mi pelo mientras pensabas en tus cosas,
compartiendo silencios conmigo y con mi piel.
Algunas noches, me duermo con el deseo
intenso de soñarte y casi puedo sentir el roce de tu pecho en mi espalda,
vuelvo a escuchar tu voz y por unos momentos el aire huele a ti.
Me gusta imaginar que también me
imaginas pensando en ti, y como yo, sonríes antes de llorar.
Isabel Salas