A aquella falsa moneda,
de la que hablaba la copla,
que de mano en mano iba,
y a quien todos repelían
de Carpi a Constantinopla,
le salió un competidor
más rechazado que ella,
pues además de infractor
que no respeta fronteras
es causante de estupor,
de miedo, de descontrol
de fiebre, tos y dolor.
Fue coronado en Wuhan,
fiscalizado en Japón,
confinado en un crucero,
y estornudado por Juan,
escondido en un rincón.
Analizado en Seúl
y llevado por Raúl
de La Scala de Milán
hasta la bella Dezful.
Coronavirus lo llaman.
Lo comparan al Goliat
abatido por David,
mientras derrotarlo traman.
Aunque en esta situación
para vencer al Covid,
más que honda y puntería,
necesitamos unión.
Consenso, ponderación
y evitar la tontería
de esconder la realidad
alimentar la traición,
maquillando la verdad
o atizar la algarabía
de esta gran tribulación.
Mascarillas, alcoholes,
nuevos datos, pesadillas.
Ansiedad, conspiraciones.
Perfil de los afectados,
temor por los infectados,
llanto por los fallecidos.
Miedo por el porvenir,
tristeza por lo perdido
y esa esperanza feroz
de que el sentido común
nos haga sobrevivir
y nos ayude a entender
que somos todos hermanos
y la Tierra
es nuestro nido.
Isabel Salas