Me gustaría odiarte
con toda parsimonia.
Despacito.
Conseguir aceptar
la impuesta castimonia
en que me agito.
Tragarme el llanto
engullir mi grito.
Nunca más nombrarte,
y mientras tanto,
disfrutar el placer
de detestarte.
Me gustaría
arrancarte de cuajo
del alma mía.
Aborrecerte, abominarte
conseguir de una vez
dejar de amarte.
Reconquistar
la sin par harmonía
de la dulce hamadría.
Triunfar sobre el horror
de haberte idolatrado.
Odiarte sin temor,
en modo despiadado.
Volver a respirar.
Conseguir olvidar
que odiarte así,
después de haberte amado,
es el peor pecar,
y poder, (quiera Dios),
al fin,
al fin,
aborrecerte
en paz.
Isabel Salas