Ave de paso soy,
sin prisa ni retraso.
de cielo en cielo voy,
sin temerle al fracaso
Y me lo dices tú,
árbol de viento,
molino cuyas aspas
ignoran lo que siento.
Nada de mí conoces.
Apenas imaginas
la fuente de mis goces,
o el grado del seísmo
que me dejó en ruinas
al borde del abismo.
Y tus ramas me espantan
en lugar de abrazar.
Tus hojas son de acero
y me avisas, sincero
que me pueden cortar.
Eres árbol arisco,
tronco huraño.
Tu gesto es montaraz
sin el brío de antaño.
Corazón inflexible
coraza impenetrable.
Un galán indomable
que se niega a ser nido
de mi vuelo sensible.
Y así, cierras la puerta,
el alma y la ocasión
de ser árbol de nido.
e ignoras mi pasión.
Y yo,
ave que pasa
solitaria y exhausta,
detengo mi volar por un segundo
para admirar la palma de tu mano,
que se negó
cargada de razones,
a ser mi mundo.
Isabel Salas