domingo, 18 de noviembre de 2018

400.000 VISITAS


Estoy muy contenta de que el Blog haya alcanzado ese número de visitas, emocionada y agradecida.
Un beso a todos de todo corazón 💜

viernes, 9 de noviembre de 2018

PRIMAVERO INCLUSIVE


La primavera y el primavero han llegado, llegada, llegade.

Hoy tempranito, tempranita, tempranite, miré por mi ventana, ventano, ventane y allí estaban todas las pétalas, pétalos y pételes, de todos los colores y coloras diciendome holo y hole.

Me puse muy contente, contenta. Ni un nubo en la ciela, la vienta tan suava, llena de aromos de floras y floros recién nacides. El luz y la luza recordaban esas cuadras de Soroyo, con les niñes en el playo, mojadites por los olos, sus pielas brillantas y eses sonrises de capullas, capullos y capulles tan jóvenos.

Siempre me gustó, gustá, gusté esta estaciona repleta de trinas de pájaras, ese asomar asomor de las pielas y pielos que vuelven tras la invierna a disfrutor del sol.

El sangro y la sangra alterades, los bocos queriendo besas, las manas y los manos buscando carna bajo las ropes y ese urgencio por amor, amar y amer, reír, rear y juntar las labias con los labios dentro de esas caricies que nos dejan tan felizas y felizos.

Isabel Salas



viernes, 2 de noviembre de 2018

NIÑAS MALAS


Las princesas y las niñas buenas a veces tienen hadas madrinas.

Mujeres que aparecen a la hora cierta con su varita llena de magia y que transforman calabazas en carrozas para ir al baile a perder zapatos o que nos convierten la nariz en metro para medir mentiras.Tienen un sentido del humor muy raro esas hadas, muy tradicional, casi integrista... y casi siempre tratan de que el cuento termine con el conocido final feliz que transforma los sueños en realidad.

Las niñas malas no.

Las niñas malas nos vestimos de novia virgen cada día para amar sin miedo. Jugamos a las bodas cada día en cuerpos diferentes, y nuestros abrazos nupciales duran lo que duran las pasiones efímeras. Para que las pesadillas no se transformen en realidad, huimos con los dos zapatos antes de clarear el día en nuestra araña mágica, acompañamos al novio hasta su casa galantemente y después, sin llorar demasiado abrimos los ojos a la realidad.

Lo bueno de esto, es que las narices sirven para moquear y las mentiras se quedan en los otros cuentos.

Isabel Salas

sábado, 20 de octubre de 2018

GOLONDRINAS Y MALETAS



En las maletas viajeras quedan siempre unos huecos, sabiamente previstos por la persona que se va,  que son ideales para guardar un joyerito dentro de un calcetín (por si se abre), unas gafas de reserva o ese regalo de última hora, entregado por alguien que fue incapaz de entregarse, o de darte otras cosas, mientras hubo tiempo y, que generalmente, abrimos meses después cuando los besos que no se dieron, dejan de gritar en el alma.

Pero además, hay espacios estratégicos, casi mágicos, donde metemos otros objetos inservibles que por alguna razón adquirieron un significado místico. Siempre decidimos llevarlos cuando la maleta está cerrada y siempre nos obligamos a abrirla a tientas, con cuidado extremo, para no deshacer el equipaje, buscando dónde acomodarlos entre camisetas y ropa de lana.

Puede ser algo tan inesperado como ese bote de colonia casi terminado que relacionamos con el lugar que estamos dejando. De pronto nos asalta el temor de que no lo volveremos a poder comprar y se nos hace insoportable la idea de no poder salir de nuevo a la calle usando ese aroma. Puede ser un folleto de cualquier cosa, alguna propaganda de farmacia o de un curso de alemán.

Pero el caso es, que entre todas esas cosas, las que planeábamos llevarnos y las que guardamos en el impulso del último segundo, se cuelan otras intangibles e invisibles  con las que no contábamos y que sólo descubrimos con el tiempo. Entran solas en las maletas, y allí se instalan, se vienen con nosotros sin pedir permiso ni perdón, y son, a fin de cuentas, el único verdadero equipaje que realmente nos acompaña.

Nos llevamos la muletilla con la que un amigo terminaba sus frases, (o no), nos llevamos el olor de algunos guisos preparados entre bromas y debates, nos llevamos caricias inesperadas y miradas misteriosas, ecos de risas, gargantas calientes que se tragaron lágrimas que tal vez debieron salir y esa  rima XXX de Becquer que regresa una y otra vez a anidar en mis maletas, como una golondrina testaruda, a preguntar que habría pasado si las palabras se hubieran dicho, el orgullo se hubiera callado, los besos se hubieran dado y las lágrimas hubieran rodado hasta el suelo como perlitas de collar roto.

Al final, como siempre, es la poesía la única que sobrevive dentro de mis maletas, la que me consuela y me enseña a distinguir lo descartable de lo valioso, lo vivo de lo muerto.

Lo eterno de lo efímero, lo pasado de lo por venir.

Y una vez más, le agradezco por ser parte de mí.


Isabel Salas





lunes, 15 de octubre de 2018

DÍA DE LAS ESCRITORAS





Escribir poemas, contar historias, abrazar o besar me parece casi lo mismo, será por eso que escribo sobre besos cuando los tengo y sobre su ausencia cuando nadie me los da. 

Será por eso que cuando estoy viviendo mucho casi no tengo tiempo de escribir y cuando mi historia se para, me invento otras. Será por eso que leo poesía para comprobar que hay muchos caminos que llevan a mi alma, como si ella fuera la Roma de los versos, y cuando  esa misma alma mía se siente desolada, enamorada, vacía o espantada, me siento a beber café y escribir poemas.

Será por eso que me llenan de orgullo mis libros y los de todas las mujeres que consiguen escribir entre idas al mercado, el cuidado de los hijos, las ropas por tender, los días de ir al banco a pagar cuentas, los amores, las reuniones de padres en el cole que siempre terminan siendo reuniones de madres, los desamores, el precio de los tomates y todas esas cosas que nos sirven de inspiración y de motor para correr atrás del sueño de ver nuestros libros publicados.

Un beso a todas

Isabel Salas

viernes, 5 de octubre de 2018

REINA REPUBLICANA


Y a pesar de todo amanece.

Cada mañana llega y permanece aunque por un segundo, a veces, parece que le va a faltar potencia al día para terminar de abrirse y empezar. Me incorporo a medias para encarar el clarear del día que no termina de prender y recuerdo esas flores muertas en el nido. Promesas cortadas antes de abrirse que deciden, en vez explotar como volcanes, morirse a cámara lenta cerrando los ojos con sus lágrimas dentro y esa decepción (inmensa) por no haber podido besar a las abejas.

Tú eres mi abeja.
Todas las abejas de Einstein y sus madres.

Temo que el cansancio de mi alma sea contagioso y le pueda quitar volumen al amanecer, al mío y al de todas las personas y seré, así, la culpable del fin del mundo por pensar en ti en vez de dormir, por impregnar al sol con los virus de mi desgana, dejarlo sin fuerzas y hacer que, de una maldita vez, desista de mover la noria de los días y de joder, y de querer que salgamos de las camas a preparar café.

Pienso esas cosas raras por la falta de sueño.
Por la falta de ti.
Por la falta que me haces cuando amanezco.

... y observo, con esa frialdad cósmica de las sábanas que no saben abrazar, lo difícil que le es al sol respirar, amanecer, ser, brillar o estar cuando le faltas tú y la abeja reina es republicana y detesta el café con lágrimas.

Como yo.

Isabel Salas



jueves, 4 de octubre de 2018

PUNTO DE VISTA


Dicen que la verdad nos hace libres, pero cuando la vemos asomar por los ojos de quien nos ama, nos encadena.

Isabel Salas