domingo, 24 de octubre de 2021

NUBES VARADAS


Hoy me acordé de una ballena que lloraba en la playa, hace muchos años, mientras se moría.

Incapaz de regresar al mar, me enseñó el significado de la palabra varada y nunca más lo olvidé. Hasta hoy esa palabra me huele a muerte y evito usarla pero sé lo que significa y sé que lo mismo se aplica a ballenas que a vidas humanas.

Yo tenía nueve años y estaba entre el grupo de curiosos que observaba su agonía sin entender porque nadie hacía nada para empujarla rodando o al menos intentarlo.

Después de unos minutos me acerqué y miré sus ojos preguntándome si las ballenas muertas van a un cielo de ballenas a ser felices con su Dios justo y bueno. Me las imaginaba a todas nadando a su derecha en un mar celestial diseñado como un teatro romano para que ninguna, accidentalmente, se pusiera sin querer a nadar a la izquierda del ser supremo celestial. 

La izquierda de los dioses es como una parada de autobús al sol.
Nadie quiere estar allí.

No sabía que decirle a la ballena.

La miré con atención. Era tan bonita como una nube de esas que parecen algodón dulce y a mí lo que me apetecía realmente era pedirle perdón o cantarle una canción. Algo que la distrajese un poco en aquella larga agonía que tenía por delante y que hiciese que el único ojo que conseguía verle dejase de llorar.

Aquel día aprendí que el llanto de las ballenas es contagioso y lloré mucho con ella sin entender porque los mayores estaban allí mirando sin reaccionar. Me juré a mí misma que cuando yo creciese empujaría las ballenas varadas con todas mis fuerzas.

Y lo cumplo.
A veces se me acaban las fuerzas, pero las ballenas no se acaban nunca.

Isabel Salas

domingo, 10 de octubre de 2021

PESOS VIVOS




 A mí, 
que me gustan tanto los colores, 
se me pone a veces 
un nudo en la garganta 
que me hace respirar 
en blanco y negro. 


Son las cosas que no digo.
Las que nunca diré.


No por vergüenza o por miedo. 

Simplemente 
porque no hay camino para sacarlas 
y se van quedando detenidas, 
atoradas
retenidas.

Yo pensaba que eran como piedras, 
pesos muertos 
que no demandaban más que fuerza 
para acarrearlas cuando me muevo.


Besos muertos...
pesos muertos.


Pero no.

Están vivas y comen.
Comen colores.


                             



jueves, 7 de octubre de 2021

FUMATA BIANCA


Es verdad que me gustan
varias cosas de ti.

La manera procaz
con que abordas asuntos
que alborotan y asustan.

Y esa forma eficaz, 
que tienes,
sin alardes, de señalar la llaga
y poner los difuntos en cuarentena,
en cuanto vas y vienes,
de la zeca a la meca
subiendo terraplenes bajo la luna llena,
o visitando harenes, 
después de haber salido
santificado,
de un templo azteca.

Y esa sonrisa franca,
llena de estrellas impredecibles,
que me regalas gratis,
sabiendo que no hay saldo
en mi tarjeta visa, 
ni puchero en mi caldo
y que mis alimentos,
son perecibles.

Y ese brillo en los ojos
a veces indoloro
y otras flotando inerte,
rielando entre despojos,
en tu piscina
saturada de cloro.

Y me gusta también
esa manera suave 
con que dices mi nombre, 
untándolo en tu pan, 
mientras no dices ven
ni me hablas sobre agua
ni me ofreces tu llave.

Pero quitas mi sed,
me quemas en tu fragua
me llevas a volar
y vuelvo a ser capaz de pilotar, 
de nuevo,
la desahuciada nave
que quiere regresar.

Y me gustan, 
por fin,
el tronco bendecido por tu hacha,
sacrificado para ser palanca,
y esa copa 
que brinda y emborracha.

Con ella izas, a la salud de Odin,
el rayo vengador,
de tu fumata bianca.

Isabel Salas

viernes, 1 de octubre de 2021

SIN CONDICIÓN



Ese momento
(glorioso)
en que el hombre
que te gusta,
te comenta
(receloso)
que un raro azar
lo atosiga.

Un tormento
(lo persigue),
lo fustiga
y lo castiga
sin que nada lo mitigue.

De él,
tan solo las más tontas
consiguen enamorarse,
seducirlo,
encapricharse
(perseguirlo)
y después, ante el descaso,
(joderlo)
y encabronarse.


Y también
te sientes tú
tonta igual
(a las demás),
antes de pestañear
y ponerte a elucubrar
si conviene persistir
o (si es mejor)
desistir.

Concentrarse en olvidar
y buscar 
alguien mejor
(con quien tus sueños cumplir)
que aún confíe
en el amor
y ajeno a la decepción,
libre de esa maldición,
te entregue su corazón,
sin ninguna
condición.

Isabel Salas