martes, 30 de junio de 2020

I- LIMITADA



Nací 
para tocar las nubes,
despeinarlas, mullirlas,
abrazarlas
y conocer el nombre
de todos los querubes.

Crecí, amé, viví
y vivo cada día
sin conocer barreras.

Defiendo lo que amo,
lucho por lo que es mío
y aprendo con las fieras
a custodiar la orilla
que circunda mi río.

El Fuego me ha quemado
y aún me quema.
Sabe quién soy
y junto a mí blasfema.

El Agua me ha lavado
y conmigo ha reído
al arrancarme el lodo
del último pecado.

El Aire me sonríe,
es parte de mi risa
me ama y me acaricia 
con sus besos de brisa.

La Tierra, casa y madre
me protege y me acuna
con canto de caladre 
y mirada de luna.

Nací para vivir
amar y ser amada
para ser libre y fuerte
y disfrutar la suerte
de ser
I- Limitada.

Isabel Salas








jueves, 11 de junio de 2020

MI ENEMIGO

  
Hay golpes secos 
que me hieren la carne
y otros mojados
que me ahogan el alma.

Gritos de guerra
rugidos de pelea
que me roban la calma.

Causas para empezar
y falta de razones,
 por mucho que las busques,
para agredir
o para golpear.

Ausencia de motivos hay, 
para seguir,
el bucle destructivo
que sin motivación,
no permite entender,
como el supuesto amor
ha llegado a este punto
de destrucción.

Hay horas de terror
para esconderme, asustada,
dentro de mí, 
en mis propias entrañas,
lejos del sol
que sirven de casita
de caracol.

Y otras de regresar, 
desde el fondo del pozo,
para tratar de nuevo
de comenzar

Minutos que se alargan
esperando que escampen
la tormenta de puños
las frases de puñal
y el huracán de sustos.

Y se acabe por fin,
la pesadilla,
y pares.

Y el silencio retorne
acallando tu ira
para poder
aceptar tus disculpas.

Volver a pretender que te creo,
fingir que sé, 
 que lo lamentas
y de nuevo mentirme,
por no sentirme
la mujer mal amada
la que no supo ser protegida
y merecía
ser respetada.

Salir contigo
pasear de tu brazo
sonreír al andar
 mientras camino
lado a lado,
a la sombra,
de mi enemigo.

Isabel Salas




miércoles, 3 de junio de 2020

TU TOCAR


Todavía me cuesta entender, después de tantos años, el poder que tu piel tenía sobre la mía. Otras manos me han tocado, por encima o por debajo de la ropa, pero ninguna ha sabido tocarme como tú lo hacías. 

Aquel tocar que era palpar y tomar, acariciar y prender, atizar, despertar y explotar.

Aquel tocar que era mucho más que hacer contacto. 
Tu tocar.
Tu tocarme.

Aún puedo sentirlo en momentos como éste, cuando de pronto, yo misma me toco al arreglarme el pelo o acomodarme la ropa y algo me eriza la piel.

Mi corazón susurra tu nombre secreto y recuerdo cuando me decías que después de tanto tiempo tiempo tocándome, tocarme era tocarte a ti mismo. Me explicabas que ya no sentías aquella electricidad del inicio y, sin embargo, al no sentir diferencia entre tocar tu pierna o la mía eso me hacía más tuya.

Más tú.

Nunca lo entendí.

Hasta ahora, lejos en el tiempo, cuando me toco como  tú lo hacías, sin intención, sin pretender nada, como quien toca lo suyo, y cada célula te siente cerquita pues era así que me tocabas.

Como  tocamos nuestro propio cuerpo.

Pongo aquellas canciones que cantábamos en el coche y pienso en lo mucho que te quise sin saber muy bien, si aún te quiero.

Si aún me quieres.

Si has vuelto a tocar a alguien así.


Isabel Salas