viernes, 29 de marzo de 2024

LA SONRISA QUE NO VES



El eco, hace unos días,  me trajo tus palabras.

Las mismas de siempre. las de cada vez que me hablabas de amor, las de prometer, las que decías después de jurar que nunca mentías, esas palabras mágicas que superaban todos los abracadabras y abrían todos los Sésamos de mi sangre.

Me enfadé con el eco, por su crueldad y con el viento por su complicidad, les reproché a los dos con mis palabras especiales de amonestar fenómenos naturales sobre su falta de sensibilidad y decidí ignorarlos por los próximos siglos amén.

Me retiré a un rincón y allí, sentadita, llorando,  traté de arrancar las nuevas espinas  que aquellos dos desaprensivos me habían clavado sin venir a cuento. Las mismas agujas que ya había arrancado tiempo atrás y que tanto me hicieron sangrar, pero en esta ocasión las conocía a todas y fue mucho más rápido que la primera vez, aunque dolió lo mismo para ser sinceros.

Ya estaba terminando cuando de nuevo el viento me volvió a traer tus frases, las mismas, exactas, y enseguida otra ráfaga de ecos de tu voz cantando las mismas canciones, diciendo las mismas cosas.

Casi estaba a punto de llorar de frustración o de rabia cuando el viento me rozó. No sentí hostilidad en aquel toque, al contrario, casi se diría que era un abrazo amistoso que me convidaba a prestar más atención a los detalles de aquellos ecos.

Y presté.
Coloqué todos mis sentidos en alerta máxima y comprendí que no eran palabras del pasado que volvían a mí rebotadas por la crueldad del eco, eran las mismas palabras mentirosas tuyas, sí, las que me decías a mí pero ahora dedicadas a otra mujer...a otras, a muchas.

El viento no estaba burlándose de mí, más bien quería demostrarme que lo que yo sospechaba desde hacía mucho tiempo era verdad y tú usas las mismas palabras y las mismas canciones para coquetear con otras incautas que como yo tienen sed de amor. Lo que en un primer momento me dejó tan triste enseguida se volvió medicina y al rato un gran consuelo.

Desde ese día cuando el viento me trae las frases amorosas que dedicas a otras,  mi pelo permite que las enrede en él, son flores invisibles que me embellecen y me dan paz.

Ahora sé que no perdí nada al perderte, más bien gané y mucho. 

Que pena que el pelo no te deje ver la gran sonrisa que se dibuja en mi boca cuando esto pasa. El cabello alborotado esconde la misma boca que antes sonreía al decir tu nombre y hoy se ilumina en secreto, inmune a los zarpazos de tus mentiras.

Isabel Salas


miércoles, 20 de marzo de 2024

AHORA SÉ


Ahora sé,
por fin,
lo que es volar.

Aprendí contigo
que es lo mismo que amar.

Ahora sé,
que tocar es bailar
y dormir es soñar.


Sé que escribir
es besar,
y sonreír
lo mismo que mirar.


Que cada verbo,
desdoblado,
esconde una poesía.

Y sé, por fin,
que los cien años de males
se terminan.

Extender  las alas
es estirar los brazos 
y abrazar.

Es sacudirse el miedo,
es mirarte a los ojos
y confiar.

Isabel Salas










viernes, 8 de marzo de 2024

FÍJATE

Si te fijas bien
ni tan blanca es la perla,
ni la luna es tan blanca,
ni tan blanca es la espuma.

Si te fijas bien,
el dolor y el color,
son lo que hacen bello
el puro reflejo
que brilla el amor.

Si te fijas bien
la blancura cansa
aburre, satura.

Le falta la fuerza
de la vida pura,
que  en el agua mansa
pierde la dulzura
pudriendo el amor.

Isabel Salas

sábado, 2 de marzo de 2024

TANTO


Tantas veces gritaste tu amor, 
tantas...
Tanto prometiste ser fiel.

Tanto juraste ser la cura del dolor,
tanto...
Tanto probaste besos y miel.

Que las miles de noches abrazadas
y los cientos de lunas besadas
cierran los ojos hoy.

No quieren ver
cuando de nuevo infiel,
mentiroso y rastrero,
juras de nuevo ser,
amar, gustar 
y atravesar por alguien
el infierno entero.

Ni la luna ni las noches
te creen,
ni las canciones.

Ni los anillos ni los broches,
ni yo,
ni los tigres tristones.


Isabel  Salas