miércoles, 31 de julio de 2024

ABRAZARNOS

 


Abrazarnos reconociendo nuestras  heridas y nuestras vulnerabilidades no es signo de derrota. Es asumir  nuestra compleja humanidad y permitir que el dolor y la fragilidad sean parte de nuestro ser sin por eso sentirnos culpables o débiles. Aceptar ante nosotros mismos  que estamos dispuestos a seguir adelante a pesar de todo el peso que acumulamos en nuestra mochila.

Cada día nos trae su afán y muchos de esos afanes nos presentan desafíos que nos empujan a los límites de nuestra resistencia. Podríamos decir que son afanes  cargados por el mismísimo diablo, y tal vez sea cierto, pero también que gracias a ellos encontramos nuestra poderosa e invencible capacidad de reacción.  Cuando en esas pequeñas o enormes luchas diarias  nos permitimos sentir, llorar y aceptar nuestras imperfecciones, es que realmente comenzamos el proceso de cura. Comprendemos que abrazar nuestros miedos es un acto de amor propio, un guiño de compasión hacia nosotros mismos, una caricia imprescindible.

Y aprendemos a pasar página sin que hacerlo signifique olvidar lo vivido, sino integrar esas experiencias en nuestra trayectoria personal. Decidimos que nuestras heridas no definirán nuestro futuro y entendemos que cada cicatriz es una medalla de honor en la batalla de la vida.

Hay una belleza indescriptible y salvaje en ese renacimiento. En esa capacidad inesperada de encontrar renovación en los días más oscuros. Dice mi admirado Batania que siempre que nieva él tiene cinco años. A mí me pasa que cada  vez que respiro hondo y me sobrepongo a algo que me parecía insuperable, me amanece. Amanezco. 

Sale el sol dentro de mí y entonces siento deseos de abrazarme para conmemorar ese día que es sólo mío y que viene a iluminar la danza  que percibo entre el pasado y el presente. Pasos de baile donde admiro el equilibrio delicado que existe entre recordar, comprender, aceptar, perdonar y avanzar. Y es en ese escenario que me abrazo y encuentro la libertad para ser, vivir y amar plenamente.

Dejemos que cada una de nuestras cicatrices nos recuerde nuestra capacidad de sanación, y que cada paso hacia adelante sea un testimonio de nuestra fuerza inquebrantable  de vivir. 

Un triunfo del sol. 

Isabel Salas