Pensaemas

miércoles, 11 de diciembre de 2019

IRME A LA MIERDA




Tienes que confiar
en la justicia.

¿En qué justicia?
Cierra tu boca, 
silencia tu estulticia.
Sólo veo impudicia
en ese tribunal
que esconde un basural
repleto de malicia.

Te tienes que fiar
de los profesionales.

¿Cuales profesionales?
No digas tonterías.
Observa a esos chacales
de mentes criminales
y mirada inmoral.
Veneno patriarcal
con ropas eclesiales.

¡Cree, espera, confía!
La verdad siempre triunfa, 
incluso en ese antro
de odio y felonía.

No creo, nada espero.
¿Por qué confiaría?

Prefiero declinar
el cuestionable honor
de esperar veredictos.
Y caminar
con paso triunfador
lejos de este escenario
demoledor.

Irme a la mierda,
lejos de los parciales
y crueles tribunales.

Alzar el vuelo, 
ahuecar mis alitas,
cambiar de aries.

Evitar el duelo
de morir en Brasil
si se puede vivir
en Buenos Aires.

Isabel Salas




sábado, 7 de diciembre de 2019

TODO



FOTO: Juliako Bernal       http://www.juliako.es/


Mi corazón quiere todo.
Quiere quererte,
y quiere
que te quieran mis ojos y mi boca.
Quiere que yo te quiera
de cualquier modo
y a mi sangre convoca,
gota a gota
para vencerte.

Quiere ganar la guerra,
donde quien gane
logrará tenerte.

Por eso 
discutimos
mi corazón y yo.
Las treguas incumplimos
los acuerdos rompemos.
Los dos
sufrimos.

Yo por querer quererte 
con cuidado,
y  él 
porque quiere que con cuerdas y besos,
te amarre a mi lado.

Él quiere
 que yo quiera quererte 
pese a todo.
A pesar de las dudas,
de los miedos,
y las
incertidumbres.

 Quererte,
por encima del miedo de perderte, 
de pasados,
heridas, óxidos 
y herrumbres.

Lo quiere todo
ese corazón mío, que conmigo 
discute
cuando de ti huyo.
Muerde y grita, 
que sí, 
que ya fue mío,
pero ahora
por así quererte,
es tuyo.


Isabel Salas




domingo, 1 de diciembre de 2019

COMUNIDAD



“La verdadera educación no sólo consiste en enseñar a pensar sino también en aprender a pensar sobre lo que se piensa,  y este momento reflexivo –el que con mayor nitidez marca nuestro salto evolutivo respecto a otras especies- exige constatar nuestra pertenencia a una comunidad de criaturas pensantes.”

                                                                                                               Fernado Savater, San Sebastián 1947



Esa comunidad de criaturas pensantes, a la que se refiere Fernando Savater, es la única a la que me gustaría pertenecer, pero cada vez tengo más claro que el hecho de nacer ser humano, no basta para merecer tal honor y eso me preocupa mucho desde que me di cuenta. Esa comunidad a la que ni siquiera sé si pertenezco,  es la única patria a la que amo, la que llena mis ojos de lágrimas y en la que siento que cabríamos todos si de verdad lo deseáramos y estuviéramos verdaderamente educados.

Le he dado muchas vueltas a esa frase al pensar en patriotismos o en pertenencia. He desdoblado tantas veces  cada una de las palabras que Savater escogió para montarla cuando he reflexionado sobre lo que, de verdad, significa para mí ser andaluza, española, europea o brasileña, que me gustaría compartir contigo lo que he pensado.

Por un lado, para ver si se parece en algo a lo que hayas podido pensar tú sobre asuntos similares y por otro porque es algo muy importante que levanta demasiadas pasiones, y odios, provocando matanzas, guerras, guerrillas y horrores que me parecen injustificables: no hay ninguna patria o ninguna bandera que me parezcan merecedoras de que se derrame con dolor ni tan siquiera una gotita de sangre, porque todos somos, o deberíamos ser, por encima de nuestro lugar de nacimiento, humanos.

Soy más a favor de ese mundo que cantaba John Lenon en Imagine, que es el único dónde una comunidad de seres pensantes, correctamente educados, podría vivir, sin fronteras, sin banderas ni dioses que nos obligaran a seguir matándonos unos a otros.

Lo primero que me llamó la atención cuando leí esta frase por primera vez, fue el verbo constatar, precioso, rotundo, preocupante. El diccionario lo define como la comprobación de un hecho, el acto de establecer su veracidad y dar constancia de él. ¿Cómo podría yo comprobar que pertenezco a esa comunidad sin fronteras a la que pertenecen las criaturas pensantes?  ¿Pensando? ¿Intentando pensar?... y lo más importante   ¿Comprobarlo ante quién? ¿Ante los demás o ante mí misma?

Por haber nacido en España  en 1967 durante los últimos años de la dictadura de Franco, pasé mis primeros ocho años de vida en un ambiente hipócrita al extremo, donde me hicieron tragar como otro dogma cualquiera, lo importante que son las apariencias y el estar continuamente demostrándole a los demás cualquier  cosa que se requiera. Este detalle me hizo temer, en un primer momento, que yo debería de ser capaz, en algún punto lejano de mi incierto futuro, de demostrarle a los presuntos pensadores que merecía ser aceptada por ellos. Por consiguiente, gracias a mi educación católica llena de culpas, miedos e inseguridades, la absoluta certeza sobre mi completa incapacidad para parecer tan lista, me dejó muy triste.

Sin embargo con el tiempo he ido mandando a la chingada casi todas esas ideas sobre lo importante que es aparentar o pretender ser políticamente correcta con la intención de agradar a los demás y ahora vivo una fase en que sólo ante mí misma necesito comprobar las cosas. Soy la única persona a la que no puedo engañar, eso basta para mí, y sé que pienso, aunque reconozco que no sé si lo hago correctamente, como Savater afirma que hay que hacerlo.

Seguramente no. Me falta educación y nunca he sentido con la nitidez, fruto de la reflexión correcta, que sé pensar sobre mis pensamientos sin pensar tonterías. Las chorradas, por así decirlo, brotan naturalmente sin esfuerzo alguno, pero ya no me quedo tan triste. Si no soy parte de esa comunidad al menos sé, que es la única a la que me gustará sentir que pertenezco, y no necesito que nadie me lo confirme, lo sabré yo, cuando honestamente y ante mí misma, constate que así es.

Lo mismo que un bebé de ornitorrinco, al que alguien sacara de su hábitat y se lo llevase a New York, por escoger un destino interesante. Nunca dejaría de ser un ornitorrinco, aunque los demás no supieran que él existe y él jamás viese a otros de su especie. Eso no lo haría dejar de ser quién es. Así seré yo, cuando aprenda a pensar. No exactamente un ornitorrinco como el de la foto, no me entiendas mal, por mucho que piense, jamás lograré transformarme en un ornitorrinco neoyorkino.

Seré parte de esa comunidad de pensadores a la que aspiro pertenecer. Aunque ellos no me conozcan o no sepan que soy de su tribu, ni yo los encuentre por donde me muevo normalmente, seré parte de ellos y no necesitaré que nadie me lo diga para saberlo.



Isabel Salas
Fragmento del libro TRISTES CÍRCULOS POLARES

jueves, 21 de noviembre de 2019

RESEÑA ALICIA BARROSO


Reseña de Alicia Barroso

Lo he leído . 
Te diré que me considero unas de esas personas que , lejos de quejarse y dejarse llevar por la derrota , canto como tú cada vez más alto para superar " el ruido que la ciudad nos hace ". Es por eso que este libro me ha parecido un canto hermoso a la libertad , al optimismo , a la vida . No podía faltar también el amor . 

Estoy convencida de que todos nos vemos reflejados en algunos de tus poemas o en algunas de tus historias . Poemas dulces, sutiles que hablan del amor , del dolor , de la añoranza ...
Me gustò mucho esta frase " las faldas de las mujeres se levantan con risa ".
Un libro alegre , ameno , sentimental y próximo tal y como te imaginé a ti , su autora , al ver esos ojos tuyos .

Gracias Isabel .
Suerte y besos !











miércoles, 13 de noviembre de 2019

REFRANES



Hay gente que detesta los refranes, sin embargo, a mí, me encantan. Con algunos estoy de acuerdo y con otros no, claro, pero siempre me gusta leerlos.

Conocí a un tipo que decía detestarlos, en realidad eso no era sorprendente porque el pobre infeliz lo detestaba todo. Creo que nunca conocí a nadie más rencoroso y capaz de acumular tantos sentimientos negativos por todo. No le gustaba yo, por supuesto, ni mi compañía ni nada mío.

No le gustaba mi familia, ni la gente en general, empezando por su propia madre y terminando con el resto de la humanidad. Aunque hay que reconocer que era completamente democrático y justo jodiendo a la gente, a todos nos trataba igualmente mal y de todos decía cosas terribles e inventaba calumnias sin pudor.

Se consideraba por encima de todos y de todo.

Se tenía a sí mismo por una especie de genio superior con el poder de herir sin que nadie pudiera defenderse de sus arrebatos de ira, sus golpes o sus insultos. No respetaba las promesas, ni la palabra dada, porque nadie merecía el esfuerzo de portarse decentemente con él. Era un vil  y mediocre maltratador y por supuesto bebía y usaba drogas para hacer aún más detestable su compañía.

Hoy, después de muchos años sin saber de él, supe que aún no se suicidó aunque era la amenaza preferida con que asustaba sus hijos cuando intentaba manipularlos para que hicieran lo que él deseaba. No me sorprendió porque jamás lo vi cumplir una sola de sus promesas, así como no me llamó la atención saber que está solo, más solo que jamás estuvo, que sigue bebiendo y que sigue odiando a la humanidad, posiblemente más que nunca también, pues sus víctimas se fueron y ya no tiene a quien joder.

Está jodido, que no es lo mismo que estar jodiendo como diría el gran Cela.

Un maltratador sin víctimas es como un jardín sin flores o una noche sin estrellas, una cosa sin sentido aunque, por supuesto, con explicación.

Tal vez él sí se sorprendería si leyera algunos refranes.

Lo ayudarían a entender qué pasó con las estrellas y las flores y por qué los hijos y su mujer se fueron. Por si acaso me lee, le recomiendo reflexionar sobre uno en particular:

QUIEN SIEMBRA VIENTOS, RECOGE TEMPESTADES.


Isabel Salas


viernes, 8 de noviembre de 2019

MI FLOR DE GUAPURÚ



Un sombrero de flores,
besar sin prisa,
amar sin pudores.

Hablar de poesía,
escribir,
ver volar el día,
feliz.

Y no tener que dudar 
si me quieres.

Ni llorar, 
ni pedirte perdón,
ni esperarte,
ni sufrir porque tardas.

Ni temer.

Mi sueño
 es barato y sencillo,
no le falta calor,
ni perfume 
ni brillo.

Ya tengo amor
y escribo.

Ya hablo de poesía
y no le faltan flores a mi guapurú.
Besos y sombreros
sobran.
Sólo faltas 
tú.

Isabel Salas




Flor de guapurú




lunes, 4 de noviembre de 2019

COLOREANDO


Hace tiempo
que nadie me miraba
como me miras tú.

Sin ojos, sin pasado.

A destiempo.

Hace bastante
que nadie me besaba
como me besas tú.

Sin labios rojos, 
encariñado.
.
Letra de cante.

Honda,
profunda,
desconsolada.

Cachonda,
seca
y enamorada.

Tocando notas adormecidas,
arpas y almas
desprevenidas.


Desazolvando,
acariciando,
coloreando.


Isabel Salas




lunes, 14 de octubre de 2019

Y POR ESO REGRESAS




Porque a veces escribo para sacudir los mástiles de todas las banderas o levantar un tifón que arranque del tirón todas las tejas de mi falda y otras no, otras sólo necesito llorar a gritos suspensivos disparando sollozos, puntos y mandarinas.

Ser oro en paño, hostia sagrada, gota de amor que cuelga del alambique de cualquier vagina que se precie de estar enamorada. Ser la tiniebla helada que borda oscuridades en tu alma, antes de desollarla para consumo humano.

Y porque a veces, después de ser batalla en las guerras del mundo, yo sólo necesito estar contigo así, como hace un rato, cuando le echaste sal a mi lenguado y me dijiste que a lo mejor el sexo oral supera en mucho la espiral gastronómica de la mayonesa Hellmann´s, nacida, según tú, en el averno más profundo para los verdaderos hombres infernales que quieren mojar pan.

Y nos reímos tanto (que malo es nuestro inglés)  y es esa risa juntos la que se parece tanto al amor de botijo, que bebemos de nuevo, y vamos a la cama a retozar imitando cabritas y delfines. Hacemos cochinadas de esas bonitas que saben a pesar (de los pesares), a dominó y al sándalo de perfumar submarinos de lava.

Y entonces yo te miro y tú me miras y nuestro amor bendice las toneladas de escombro que nuestros besos han acumulado a lo largo de todos los siglos (Amén), y a lo mejor te digo que me gusta escribir mientras escarbas en los lugares esos que tú llamas tu reino y respondes contento que soy tu casa y que sin mí, a la primavera de todos los jardines le falta queso rayado para oler bien.

Y por eso regresas cuando te vas.
Y por eso te quedas cuando te alejas.

Isabel Salas