¿Qué sienten las mariposas en la barriga cuando están enamoradas?
Ni idea. Ni siquiera sé si tienen barriga.Tampoco sé que sienten los delfines cuando salen del agua y ven esos humanos sentados aplaudiendo. Seguramente no sospechan que sean ellos el motivo de los aplausos y puede que hasta les haga la misma gracia a ellos, que nos hace a nosotros ver a las focas dando palmaditas.
Mira como aplauden.
¿Qué piensan las golondrinas cuando dejan su casa para cambiarse de
país? Tal vez piensan que se van de turismo, o se sienten más como
emigrantes. En ese cerebrito de golondrina no sé si caben pensamientos tan grandes y complicados. Pero de una cosa estoy segura, tanto las mariposas, como los delfines o
las golondrinas, los elefantes o las tortugas tienen la capacidad de
sentir.
Sentir frío, hambre, cansancio, calor. Sensaciones físicas
comunes a todos los seres vivos. Al menos comunes a los animales porque
me cuesta imaginar una lechuga cansada. Estoy segura de que más allá de las sensaciones físicas, todos los animales podemos sentir otras cosas, pereza, alegría, amor, miedo o pena.
Pena, miedo, pánico y derrota es lo que veo en el rostro de estos dos animales. Veo una madre amarrada que no puede ni abrazar a su hijo para consolarlo y veo un bebé que desesperado e agarra a su madre impedida de retribuirle el toque. Es tan cruel, tan innecesario y tan triste que me faltan las palabras para expresar tanto disgusto que me ha producido la foto. Tal vez lo que más me repugna de la imagen es la inutilidad de ese dolor infligido a dos seres incapaces de defenderse.
Ni siquiera los
capturan para ser comidos.
Los capturan para ser la diversión de alguna
jaula, en algún jardín donde algún humano pueda pagar por ese adorno
vivo. Si va a pagar en dolares o en euros, o en pesos, o en marcos , es lo de memos.
Lo grave es que tenga precio.
Isabel Salas