viernes, 1 de julio de 2022

VUELA CONMIGO




Mucho viento.

Tanto viento que hacía hasta olas cuando pasaba entre las casas. 
Olas de aire caliente que  se arremolinaba debajo de las faldas de las mujeres. Mucho viento avisando que en pocos segundos empezaría la lluvia. 

El tipo de viento que empuja a las personas para dentro de casa, que dice que va a llover. Viento de ruido, que silba canciones antiguas de desastres inminentes. 

De escóndete. 

Viento fuerte del que asusta a los bebés en la cunitas. Ese viento hacía ayer en la calle, del que se cuela por debajo de las tejas imitando fantasmas de desván, y yo tras mi cristal lo miraba curiosa con ganas de su abrazo. Salí a la puerta y lo llamé como se llama al perro del vecino, sabiendo que no es nuestro pero que nos conoce y a lo mejor, le da por venir. 

Me acerqué, por si quería entrar dentro de mi cabeza, darse sólo una vuelta entre los pensamientos que dedico a ti y consigue  arrastrarte ... lejos de aquí.

Se lo pedí pero me dijo NO.

Que no podía entretenerse en algo tan difícil,  que llevaba prisa, que no podía enredarse en misiones eternas. Que arrancar arbolillos y destrozar tejados es algo fácil, que no cansa a los vientos decentes, bien entrenados, pero borrar amores es trabajo imposible.

Si quieres, dijo, quédate quietecita, abre los brazos, cierra los ojos, levanta la cabeza, piensa en columpios, imagina que vuelas y vete lejos de ese amor que te ahoga. Yo puedo ser tu amigo, llevarte con las hojas, abre la mente:  Vuela conmigo.

Le dije sí, por eso no me ves.
Me fui con él.

Isabel Salas