domingo, 19 de junio de 2022

TAL PARA CUAL



Ella era una tal,
alzada y altanera, 
prepotente y letal,
muñequita de cera, 
y él, 
era un cual.

Eran almas gemelas,
predestinadas.
Cual para tal
y así se amaron,
tal para cual.

Ella dejó al marido traficante
y huyó con el poeta
que le escribía versos,
con tinta destilada
de la bragueta.

Gilda sin guante,
genio perverso,
carta marcada,
Fría y coqueta
pretendía ser centro
del universo.

Ella,
joya preciosa,
acostumbrada al lujo,
avariciosa,
cambió al granuja
por el granujo.

Él, ambicionando paz,
cayó en la trampa 
que le tendió el disfraz
de la princesa.

Necio y falaz,
mentiroso, cobarde
y adulador,
no comprendió
que ella jugaba 
al juego del amor
como jugaba él.

Los dos fingieron ser
cual para tal,
y al final eso fueron
amor de atardecer,
de intermitencia,
siendo tal para cual, 
uno del otro,
la penitencia.

Isabel Salas