jueves, 10 de marzo de 2022

LA CAMISETA





Me dijeron hace unas horas que preguntas por mí, que quieres saber como me van las cosas desde que mis cosas ya no son las tuyas ni las tuyas mías. Sé, que curioso, pasas por mi puerta conduciendo despacio, mirando de reojo a ver qué ves, si me ves o te veo. 

Lo sé sin verte porque aún te siento y sin que mis ojos lo confirmen, mi corazón sabe cuando estás rondando. Mis ojos, mi sangre y mis pulmones que se ponen pequeños y no recuerdan como se respira.

No me gusta que vengas, la verdad, prefiero saberte lejos, que pongas gasolina en alguna gasolinera lejos de mi calle, o compres tu fruta en el mercado de la plaza, pero también sé que nunca te importó demasiado lo que yo prefería y no será ahora, que después de terminar, le des valor a lo que yo quiero o dejo de querer.

Hace unos días, me arreglé para salir a la calle; tenía que comprar pan y llevarle unas medicinas a Sandra. Estaba casi abriendo la puerta cuando me vino a la cabeza la certeza total de que si la abría del todo te vería pasando, así que no la abrí, me quedé dentro, quieta, casi estatua, imaginando el trayecto de tu coche hasta que giró la esquina.

Se me quitaron las ganas de salir, y me ocupé arreglando cajones, doblando ropas y descartando prendas sin uso que iban camino de convertirse en reliquias. 

En el tercer cajón de la cómoda, justo al lado del camisón de reserva, ese que compré por si un día necesito pasar unos días en el hospital, estaba tu camiseta verde.

Allí estaba, mirándome con sus ojos de camiseta, la cabrona. 

No me gustó su mirada, no me gustó encontrarla allí y si te soy franca, tampoco me gustó nunca ese tono exacto de verde, así que dejándome llevar por la necesidad imperiosa de ejercer mi derecho a la defensa propia, la saqué del cajón ignorando sus gritos, la llevé a la cocina y encima de la encimera, con el cuidado de los rituales mágicos, la corté. 

Tardé unos minutos. 
No es fácil cortar tela vieja pero después de un rato tenía un montón de jirones verdes del mismo color que tus ojos. 

Habrá quien no lo entienda porque hay gente muy insensible para estas cosas, pero sé que también habrá quien sepa lo importante que es dejar espacio libre al lado de los camisones de reserva en los terceros cajones de las cómodas del mundo. Y si para eso hay que tomar medidas drásticas... pues se toman, como se toma tequila con limón o se desmenuzan colores de ojos o se toma la justicia de la mano cuando la pillamos desprevenida y la cortamos por lo sano.

Isabel Salas