viernes, 25 de marzo de 2022

EFECTO DOMINÓ

Tengo tantas heridas,
tan vivas,
tan mal cerradas,
tan queriendo sangrar como si fueran nuevas,
tan inconformadas.

Tantas heridas
que aún respiran, cuando nadie las mira,
por sus agujeritos de heridas,
que son como sus bocas
por las que gritan cosas 
que me asustan.

Tantas heridas tengo, 
tantas,
dispuestas a joder, que si me empujan,
o me presionan,
o me impresionan 
me hacen contener los gritos 
que quiero gritar,
y alguna se abre,
es un desastre.

El efecto dominó
hace que se abran todas,
o la mitad,
 o algunas.

Tal vez sólo unas cuantas,
 pero eso basta
para ser una fuente de dolor infinito.
Tan inconmensurable,
tan horrible, 
que dejo de ser mujer con heridas
por segundos eternos
y soy sólo la herida,
sin mujer.

Después, con mucha calma
y la eximia pericia hija de la costumbre,
busco la aguja de coser niñas tristes
y cierro
una a una, con cariño,
esas puertas sangrantes invisibles
con un punto de cruz.

Lo coso todo.
Lo dejo todo limpio,
desinfectado,
para seguir mañana a los ojos del mundo
caminando, mirando, sonriendo,
pareciendo ante todo,
 restaurada,
curada.

Isabel Salas