Hasta que el muerto no es tuyo
no ves lo quietos que están
los muertos de los demás.
Lo callados.
Y te acercas a tu muerto,
y lo tocas...
y está frío.
El calor que lo movía se acabó
y yace yerto.
Su sudor
hecho rocío.
A tu mente vienen raudas
escenas de lo vivido.
Abrazos, caricias
risas,
se van vistiendo de olvido
con pausas, dolor
y prisas.
El cadáver de tu muerto
ya no recuerda su nombre,
lo llamas,
y no responde.
No funcionan las palabras
sin calor,
ni funcionan las sonrisas
cuando te estruja
el dolor.
Y van pasando los días,
las noches, las estaciones,
nuevas flores en los huertos
y llegan tardes de invierno
con el frío de otros muertos
a preguntarte por qué
no dejaste una mantita,
cuando cerraron un día
la cajita
de tu muerto.
Isabel Salas
Del libro TE CONTENGO
Poema DEMASIADO FRÍO